EL PAíS › LOS PLANES DE CHACHO PARA SU VIDA DESPUES DE LA POLITICA

Raid mediático y plan de fundación

Por José Natanson

 Por José Natanson

En el raid mediático que encaró para promocionar su libro, Carlos “Chacho” Alvarez dio algunas pistas sobre su futuro. Definitivamente alejado de lo que define como “política partidaria”, el ex vice tiene el secreto objetivo de convertirse en el líder del think tank que le falta al progresismo argentino. Planea fundar un centro de estudios, integrado por intelectuales con diferentes especialidades, equivalente de la fundación brasileña Getulio Vargas. Y también lanzar una revista-libro similar a Unidos, la publicación que dirigió antes de precipitarse al estrellato de la política.
En Sin excusas, el libro que marcó su regreso luego de casi dos años de silencio, y en los variados reportajes que concedió últimamente, el ex frepasista puntualiza uno de los problemas básicos de la política argentina. Los partidos –asegura– dedican toda su energía a pensar estrategias electorales, descuidan el aspecto programático y, una vez en el poder, tienen que recurrir a los tecnócratas de la derecha. Chacho no lo dice, pero él y el Frepaso constituyen ejemplos notables: nunca articuló un equipo de gobierno coherente, por lo que apostó a los economistas radicales capitaneados por José Luis Machinea. Después, la falencia se hizo más patética cuando impulsó el ingreso de Domingo Cavallo al gabinete de la Alianza.
Convencido de que aún no ha llegado el momento de regresar a la política, el ex vice intentará contribuir a solucionar estos problemas desde otro lugar. Su objetivo es cruzar dos mundos que conoce bien: el académico (donde se mueve con comodidad incluso desde antes de sus clases en Quilmes) con el de la política partidaria.
Tiene dos proyectos complementarios. El primero es un centro de estudios, del que participen académicos de diferentes disciplinas, que realice estudios y elabore propuestas para cada área, y que no dependa de ningún partido político. La idea parte de una comprobación: en la Argentina, las instituciones de este tipo son, o fundaciones atadas a un partido o un dirigente político, o usinas de neoliberalismo como el CEMA. No hay centros programáticos progresistas e independientes.
En otros países, en cambio, sí: la fundación Getulio Vargas en Brasil, o el Wilson Center en Estados Unidos, del que se nutre la corriente más progresista de los demócratas, aunque no depende –ni formal ni financieramente– del partido. Otro modelo es la Fundación Ebert, aunque en este caso depende del Partido Social-Demócrata Alemán.
El segundo proyecto es una revista-libro, de tirada posiblemente trimestral, que difunda los estudios del centro, además de trabajos de otros colaboradores. La idea es realizar algo similar a Unidos. Editada en formato de libro, la revista dirigida por Alvarez contenía artículos de dirigentes e intelectuales peronistas. Tuvo su esplendor entre el ‘83 y el ‘87 y, aunque en aquel momento centralizó el pensamiento del peronismo más progresista, parece difícil reeditar la experiencia, que fue una reacción a la censura y la proscripción de la dictadura.
No es el único interrogante. Cerca de Alvarez aseguran que piensa en financiar sus emprendimientos a través de universidades o fundaciones internacionales, pero que aún no tiene nada cerrado. Habrá que ver, además, cuál es su capacidad de convocatoria luego de tanto fracaso político. En cualquier caso, es innegable que, después de dos años de desconcierto, el ex vice ha decidido buscar un nuevo lugar en el mundo.

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