EL PAíS › EN ECONOMIA CELEBRAN PERO SIN HACER BULLA

Un triunfo que tendrá costos

 Por Raúl Dellatorre

Aunque es conocido en el ambiente por su trayectoria como consultor, pocos se arriesgan a encuadrar al flamante presidente del Banco Central en una determinada línea de pensamiento económico. Sus definiciones en los últimos meses abarcan una gama que incluye desde la defensa a ultranza de la “independencia” de la autoridad monetaria hasta una condena sin concesiones a quienes proclaman que “hay que pagarle al Fondo como sea”. Desde el despacho de un alto ejecutivo de la banca privada, ayer se lo señaló como “un tipo más bien tirado a la heterodoxia, que debiera sintonizar muy bien con Lavagna”. Similar apreciación se advertía en los rostros de los hombres más cercanos al ministro. En privado y tratando de no hacer demasiada bulla, celebraron como un triunfo el desplazamiento de Pignanelli, aunque saben que no les resultará gratuito.
“No te podés cargar al titular del Banco Central, siendo éste un hombre del riñón del presidente de la Nación, sin dejar algunas plumas”, graficaba un muy allegado a Lavagna anoche al intentar una lectura más mesurada sobre el saldo político de la jugada del último fin de semana. Admiten que Eduardo Duhalde, puesto a definir entre Pignanelli y Lavagna, adoptó la decisión más conveniente al sacrificar al primero y proteger al último. Pero el titular del Ejecutivo tampoco está dispuesto a regalarle todo el espacio al ministro. Anoche ya se mencionaba que uno de los hombres de confianza de Lavagna en el directorio del BCRA, Félix Camarasa, sería obligado a dejar vacante el puesto: podría interpretarse como una forma de “cobrarle” al ministro la salida de Pignanelli.
“La salida de Pignanelli era inevitable, ya era una cuestión de tiempo”, comentó el banquero consultado. “Estaba sometido a un desgaste permanente, muchas veces por sus propios errores: se enojaba como un chico por choques usuales en la función pública; además, creo que no entendió determinadas decisiones políticas tomadas por el Gobierno”, agregó en referencia a la postura de dejar de pagar los servicios de la deuda a los organismos internacionales. La previsibilidad de la caída de Pignanelli le quitó dramatismo a la decisión final.
Por otra parte, tampoco se registró ninguna conmoción por la designación de Prat Gay. Más bien, la reacción pareció ser una aceptación pasiva. Tampoco pesó en su contra –en la opinión de los banqueros– que el año pasado hubiera recibido un “bochazo” en el Senado al haber sido propuesto como vicepresidente de la autoridad monetaria. “Lo propuso Domingo Cavallo para secundar a Roque Maccarone, pero fue cuestionado más por problemas políticos de la Cámara con el entonces ministro que por los antecedentes de Prat Gay”, señaló un banquero. “Hoy lo conversábamos en una rueda de colegas y nadie recordaba bien por qué lo bocharon”, agregó.
Esta vez, Duhalde lo habría convencido de que era mejor asumir “en comisión” sin esperar una opinión del Senado. Y debutará justo en el momento en que comienza la tarea de reestructurar la deuda con los acreedores privados, con el asesoramiento de un agente externo. Alfonso Prat Gay, que pasó por funciones ejecutivas en el JP Morgan, sabe del asunto que, posiblemente, resulte su primer examen.

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