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Compromiso de Duhalde sobre los desaparecidos de origen alemán

El Presidente se comprometió ante el canciller germano a estudiar “en profundidad” cada pedido de extradición que formulara ese gobierno. Schroeder dio gran importancia a la cuestión de los derechos humanos. Le dedicó una reunión en una visita de menos de un día.

 Por Victoria Ginzberg

El canciller alemán, Gerhard Schroeder, dejó en un momento a un lado los problemas económicos y le planteó al presidente Eduardo Duhalde otro tema de interés para su país: los desaparecidos durante la última dictadura militar. El terrorismo de Estado no fue un asunto que se habló al margen, fuera del protocolo. En una visita de menos de un día en un contexto difícil, la máxima autoridad del gobierno alemán recibió a familiares de desaparecidos y obligó a Duhalde a ensayar una respuesta sobre los pedidos de extradición contra militares argentinos. El Presidente dijo que se analizará “en profundidad” cada caso.
La delegación de familiares de desaparecidos de origen alemán –veinte personas entre madres, hermanos e hijos de las víctimas– desplegó, en la entrada del Hotel Sheraton, una bandera en la que exigían justicia. En el salón Martín Fierro los esperaban el cónsul Sven Krauspe, el experto del Ministerio de Relaciones Exteriores alemán en Asuntos Latinoamericanos, y representantes liberales, social-demócratas y verdes del Parlamento. Luego de que se iniciara la reunión hizo su aparición el canciller, con quien pudieron hablar alrededor de veinte minutos.
Los familiares –que estaban acompañados por su abogado, Rodolfo Yanzón, y el de la Embajada, Alberto Zuppi– afirmaron que Schroeder hizo varias definiciones contundentes. “Los alemanes sabemos que sólo se puede construir el futuro aclarando el pasado”, dijo. Expresó también que apoya la continuidad de los procesos judiciales, tanto aquí como en Alemania y que intercederá por este tema cada vez que se encuentre con autoridades argentinas. Es más, informó que acababa de decirle a Duhalde que estaba preocupado por la actitud de Argentina hacia los juicios que se llevan a cabo en su país.
El único momento frío fue cuando los familiares expresaron su disconformidad por la participación en la comitiva de un representante de Daimler-Chrysler, fabricante de Mercedes Benz, ya que uno de los gerentes de la firma en Argentina en la década del `70 está acusado de haber señalado a trabajadores de la empresa que luego desaparecieron.
El interés de Schroeder por los crímenes de la dictadura hizo que Duhalde tuviera que dar una respuesta cuando en la conferencia de prensa le preguntaron cuál era su posición respecto a los pedidos de extradición: “Es una situación muy dolorosa y si se presentara el caso lo analizaríamos en profundidad”. Las palabras del Presidente podrían indicar que hay voluntad de dejar de lado el decreto con el que el ex presidente Fernando de la Rúa ordenó rechazar automáticamente cualquier solicitud de un tribunal extranjero sobre el tema. Sin embargo, la frase cobra un sentido simplemente “protocolar” si se tiene en cuenta que un reclamo sobre Alfredo Astiz que llegó de Suecia fue impugnado por este Gobierno en base al principio de territorialidad y al citado decreto y que hace diez días el Presidente aseguró ante la cúpula de las Fuerzas Armadas que no se haría lugar a estos pedidos.
Hasta ahora, la fiscalía de Nuremberg, que investiga los casos de alemanes desaparecidos, no recibió más que negativas de parte de las autoridades argentinas. No sólo se opusieron a la extradición de Carlos Guillermo Suárez Mason, sino a cualquier tipo de colaboración. Se rechazó el pedido de cooperación para interrogar a testigos de dos secuestros y al agente del Batallón 601 Carlos Antonio Españadero, quien, bajo el alias de “mayor Peyrano” recibía durante la dictadura a los familiares que iban en búsqueda de ayuda a la Embajada alemana. Sin embargo, el Gobierno tendrá oportunidad de poner en práctica su “análisis en profundidad” de los pedidos de extradición. El tribunal decidió el mes pasado enviar a Buenos Aires –no hay noticias de que hayan llegado aún– las solicitudes de arresto de los represores Juan Bautista Sasiaiñ y Pedro Alberto Durán Sáenz.
Ellen Marx tiene ochenta años y una hija desaparecida. Llegó a Buenos Aires huyendo de la persecución nazi. Fue la encargada de entregarle aSchroeder una carta en la que se resumían las posturas de la comisión de los familiares. Al hablar de la situación general de Argentina, la mujer le dijo al Canciller que ella era una de las pocas personas vivas que recuerdan lo que pasó durante la profunda crisis económica de la entreguerras en Alemania y cómo eso ayudó a engendrar el nazismo. Fuera del protocolo, Schroeder les confió a sus interlocutores que sentía que Duhalde no era consciente de la difícil situación que debía enfrentar.

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