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“¿En qué andaba su hijo?”

Adrián Argüello fue asesinado el 12 de diciembre de 2002 con un balazo en el pecho y otros dos que le perforaron el cráneo cuando caía al suelo herido de muerte, en el hall de un pequeño hotel familiar en pleno centro de Morón. Las pericias que determinaron la trayectoria y la distancia a la que fueron hechos los disparos (“a quemarropa”) también concluyó que no había signos de resistencia en la víctima. El asesino no se llevó nada, ni siquiera los 135 pesos que el joven tenía en su bolsillo. A los 25 años, Adrián administraba el único negocio familiar que había quedado en pie.
Conmocionado por la muerte de su hijo, Pedro Argüello no tenía consuelo ni explicación para un “crimen tan feroz”, hasta que pocos días después del asesinato se entrevistó con el fiscal de la causa, José de los Santos. “¿En qué andaba su hijo?”, fue la primera pregunta que –según Argüello– le hizo el funcionario judicial. El comerciante no había salido de su asombro cuando, de acuerdo al mismo relato, el fiscal siguió su cuestionario con una afirmación: “Usted tiene muchas deudas”.
“Pasamos de víctimas a victimarios. Ahí empecé a sentir la sensación, aunque no tengo las pruebas, de que la muerte de Adrián está de una manera u otra relacionada con las presiones que recibimos del poder político de Ituzaingó”, estimó. Otros hechos posteriores incrementaron las sospechas. Karina, la hermana de Adrián, que motorizó la causa judicial, empezó a recibir amenazas telefónicas: “Dejate de joder con la investigación de tu hermano porque vas a terminar igual”. Desde un automóvil fotografiaron su casa y desde otro dispararon varios tiros contra el frente de la vivienda, el mismo día que desconocidos robaron sólo el disco rígido de la computadora de su abogado. En ninguno de los hechos, la consigna policial que le había asignado la Justicia cumplía su tarea. Desde hace dos meses, Pedro Argüello se para todos los días frente a la fiscalía general de Morón con una pancarta que lleva la foto del hijo asesinado exigiendo justicia. “Me arrancaron un pedazo de corazón. Tengo una hija y un nieto, hago esto por ellos y no voy a parar hasta conocer la verdad”.

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