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Los otros actores esenciales

Alberto Flamarique.
Fue el principal operador político del Frepaso. Alberto Flamarique –55 años, casado con la ex diputada radical por Mendoza María Cristina Zuccardi, tres hijos– aspiraba al Ministerio del Interior cuando Fernando de la Rúa anunció su gabinete, pero terminó como titular de la cartera laboral. “Parece que me tengo que ir poniendo el overol”, bromeó entonces con sus amigos. En agosto de 2000, Hugo Moyano aprovechó el escándalo de los sobornos en el Senado para reclamar su renuncia. El entonces jefe de la CGT rebelde reiteró su acusación de que, durante la discusión de la Reforma Laboral en el Congreso, el ministro de Trabajo le habría dicho: “Para los senadores tenemos la Banelco”. Y esa frase no lo abandonó jamás, como una sentencia. Ex militante de Guardia de Hierro, revistó en el Frepaso desde que José Bordón y Chacho Alvarez articularon sus fuerzas para conseguir el segundo puesto en las presidenciales de 1995. Su primera tarea después de la derrota de Graciela Fernández Meijide en la interna de la Alianza fue ganarse la confianza de Fernando de la Rúa, a quien frecuentaba como legislador porteño. Tuvo un paso fugaz por la Secretaría General de la Presidencia, donde apenas duró 24 horas. Sus vacaciones estivales de 2001 las pasó en San Martín de los Andes, en la paradisíaca estancia del ex jefe de la SIDE, Fernando de Santibañes. Por esos días, ambos estaban citados por la Justicia para dar explicaciones en el caso de las coimas.

Augusto Alasino.
“En Concordia se vale por lo que se tiene.” La definición pertenece al ex senador menemista y presidente del bloque Augusto Alasino y se refiere a sus pagos entrerrianos. Allí, sobre una loma con vista al río Uruguay, edificó una casa de 550 metros cuadrados con columnas dóricas y un parque de 15 mil metros. Entre 1996 y 1998 estuvo imputado en una causa por enriquecimiento ilícito y llegó a ser acusado de tener dos millones de pesos. En esa época nació el chiste según el cual cuando alguien preguntaba dónde queda esa ciudad ribereña los paisanos respondían: “En el patio de la casa de Alasino”. El “Choclo” nació el 31 de mayo de 1947 en Gobernador Maciá, en el seno de una familia radical. Cursó el bachillerato en el Liceo Militar y la Universidad de Córdoba. Su primera experiencia política fue en Tacuara. En 1969, cuando se desató el Cordobazo, estudiaba derecho en esa ciudad y militaba en Integralismo, una agrupación universitaria de origen cristiano que derivaba hacia el justicialismo, y participó del alzamiento popular. Tras 14 años de ejercer la abogacía, llegó a diputado en 1987 como renovador y cafierista. Había regresado a la política con la democracia y lo hizo de la mano de Jorge Busti, pero en el ’89 eligió “ir con (Carlos) Menem en la primera línea que ser cola de ratón con (Antonio) Cafiero”. El ex senador declaró hace dos meses que tiene “un compromiso” de no hablar sobre las presuntas coimas en el Senado “hasta después de las elecciones”.

Alberto Tell.
El justicialista jujeño Alberto Tell supo ser autor de uno de los proyectos de reelección de Carlos Menem. “El compañero Menem transformó este país con una gran convicción y coraje para hacer”, argumentó en febrero de 1998. Cuando estalló el escándalo de las coimas era presidente de la Comisión de Legislación Laboral en el Senado y en el primer tramo de la causa su representante legal fue Pedro Bianchi, ex defensor derepresores. Este locuaz ex sindicalista telefónico dejó exhaustos a los empleados del entonces juez federal Carlos Liporaci cuando tuvo que dar explicaciones en su declaración indagatoria. En ese momento negó haber cobrado coimas para la aprobación de la Reforma Laboral y calificó el asunto como “una maniobra irresponsable destinada a comprometer las instituciones de la República”. Según consta en el expediente, el senador Angel Pardo le dijo a su colega Antonio Cafiero que “(José) Genoud recibió un millón y medio, (Augusto) Alasino un millón, setecientos u ochocientos (Alberto) Tell y después doscientos, ciento cincuenta otros cuyos nombres no dio”. En una artículo periodístico publicado en enero de 2001, Tell había expresado: “A nosotros no nos invitaron ni a la casa de (Enrique) Nosiglia, ni al hotel Elevage, ni a las conversaciones con (Alberto) Flamarique”. El 29 de diciembre de 2000 Liporaci le dictó la falta de mérito, pero ayer quedó procesado con el resto.

Remo Costanzo.
Antes que el caso de los sobornos se llevara puestas sus ambiciones políticas, el ex senador por Río Negro Remo Costanzo no ahorraba en afiches. En junio de 1999 hizo pegar en Viedma leyendas que rezaban “Costanzo 2003” en un intento de disputar la gobernación por tercera vez. Y aunque perdió todas las elecciones, el justicialismo de su provincia lo siguió bancando. Este escribano nació en una familia de hoteleros de la capital provincial, tiene un hermano que se llama Rómulo, y su hijo, también peronista, fue durante muchos años intendente de esa ciudad. Presidió una fundación que fue investigada durante el escándalo de las coimas. En el expediente del caso, el fiscal de Cámara Germán Moldes indicó que “deviene inexplicable el cambio de opinión del senador Costanzo en relación a la Reforma Laboral”. Y en el anónimo que describió la “trama secreta” de los sobornos, su ex secretario Martín Fraga Mancini era mencionado como el presunto repartidor del dinero sucio que habría comprado los votos favorables a la ley laboral. Según el libelo, Costanzo instó a Fraga a viajar al exterior debido al “pánico” que habría experimentado su colaborador cuando las versiones sobre la circulación de dinero comenzaron a trascender. Mancini, sobrino político de Esteban Caselli, organizaba las giras del ex senador por las intendencias de la provincia y se ocupaba de los fondos de la campaña a gobernador de su jefe.

Ricardo Branda.
Las salpicaduras del escándalo de las coimas en el Senado no le impidieron llegar a la vicepresidencia segunda del Banco Central y seguir hasta ahora en ese cargo. El ex senador justicialista Ricardo Branda, menemista que viró al duhaldismo, todavía tiene mandato en esa entidad, pero tuvo que afrontar el embate de quienes codiciaban su lugar. Su designación por parte del Senado no fue fácil y recibió duros cuestionamientos, aunque hasta ayer gozaba de una falta de mérito en el expediente. En septiembre de 2000, el ex legislador formoseño reconoció que habló sobre corrupción en el Senado en una conversación con dos periodistas de la revista Noticias. Había dicho que “es muy difícil decir cuál es un acto de corrupción o no, pero es un estilo que se utiliza dentro de la política”. Luego aseguró que había hablado en “estado de distensión, que no siempre refleja nuestro verdadero pensamiento”. Pero las coimas en el Senado no fueron los únicos dolores de cabeza judiciales que tuvo Branda. En julio de 2001, fue sobreseído por la Cámara Federal en una causa en la que habíasido procesado por supuestas dádivas. Branda había dicho que “en el Senado se cobraban favores por la sanción de leyes”, y terminó imputado por haber hecho un viaje gratis a Alemania con su esposa en 1995. Cuando fue indagado admitió que fue “una señal de agradecimiento a la presentación de un proyecto de ley sobre los escribanos, invitado por el Colegio de Escribanos porteño”.

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