ESPECIALES › MIJAIL JODORKOVSKI, EMPRESARIO, EL HOMBRE MAS RICO DE RUSIA

El petrolero rojo

Tiene cuarenta años, millones de dólares y una juventud de militancia “sincera” en el Komsomol. Ahora es presidente de la petrolera más grande de su país y aunque jura que no tiene ambiciones políticas, es la principal voz que le demanda al presidente Putin que termine con la increíble corrupción de Rusia.

Por Pilar Bonet

–¿Ha constatado usted alguna consecuencia de las críticas de Rusia a la actuación de Estados Unidos con Irak?
–Me resulta muy difícil hacer una valoración política, pero espero que tras la guerra con Irak, Rusia pueda encontrar su lugar. En el plano comercial, no noto que las relaciones con Estados Unidos hayan sufrido.
–El año pasado dijo usted que el acceso a los oleoductos, los impuestos y la legislación sobre el subsuelo frenan a los inversores en Rusia. ¿Ha habido algún cambio importante desde entonces?
–En lo que se refiere al acceso al oleoducto, tenemos una perspectiva más clara para cambiar la situación, pero ésta ha empeorado porque hemos empezado a producir más petróleo. El Gobierno tomará una decisión sobre la construcción del oleoducto al puerto de Murmanks y se ha dicho que no insistirá en la exclusividad de la propiedad. Eso permite esperar que tal vez entre 2007 y 2009 el problema del oleoducto desaparezca. Pero ahora la situación es difícil y existe incluso la posibilidad de que se pare la obtención de petróleo en el país por falta de infraestructura deexportación. En lo que se refiere a los impuestos, se han producido cambios positivos. Se ha resuelto el problema sobre los aranceles de exportación de productos petrolíferos y está en vías de aprobación la nueva normativa para las empresas mixtas con capital extranjero (production sharing). Seguirán funcionando las empresas mixtas que ya lo hacen, pero los nuevos inversores operarán de acuerdo con la legislación nacional rusa. Tenemos una legislación impositiva estable y más aún una posición del gobierno, de acuerdo con la cual los cambios impositivos que se produzcan en el país no deben afectar el sector petrolero. Esto es muy importante. En lo que se refiere a la legislación sobre el subsuelo, aún necesitamos algún tiempo para que se apruebe una buena ley, seguramente en 2004.
–Usted tiene a gente en muchas instituciones y puede influir en el Estado a partir de ellas. ¿Quién marca las fronteras de su actividad? ¿El Kremlin? ¿Sus rivales? ¿Usted mismo?
–Las fronteras de las empresas están muy bien delimitadas. Nos las delimitaron muy claramente cuando Putin fue elegido (presidente). Su posición era que las empresas tienen derecho a defender sus intereses económicos, pero no deben ocuparse de temas puramente políticos. Nosotros, como empresa, aceptamos esta posición, por eso verá que somos muy activos en lo que se refiere a legislación económica, pero no lo somos a la hora de legislar sobre la articulación federal del Estado o el sistema electoral, por ejemplo. Este es el resultado del acuerdo y la comprensión que logramos con nuestros actuales dirigentes políticos. Por otra parte, nuestra influencia en la legislación económica y en los procesos económicos no es ilimitada. Por desgracia, es inferior al de nuestros colegas en Estados Unidos. Una compañía equivalente a la nuestra en Estados Unidos tendría más influencia y su opinión se consideraría mucho más que la nuestra a la hora de aprobar una u otra ley. En comparación con compañías americanas semejantes a la nuestra por su tamaño, nuestra opinión no se tiene en cuenta. Yukos por sí sola produce entre el 3 por ciento y el 3,5 por ciento del PIB de Rusia y cerca del 7 por ciento del Presupuesto federal.
–Entiendo que reclama más influencia política.
–No, no política. Lo que quiero es que nuestra opinión en temas económicos se tenga en cuenta en serio, como sucede en otros países, pero aquí por desgracia existen tradiciones ruso–imperiales, y luego soviéticas, de acuerdo con las cuales los funcionarios saben mejor lo que se necesita en la economía que los empresarios. Esto es un error. Hay que cambiar esta presunción. Los funcionarios deben hacer lo que la economía necesita y no decirle a la economía lo que ellos creen que debe hacer.
–Yukos patrocina muchas actividades educativas, ¿es ésa su concepción de la responsabilidad social del empresario?
–Sin duda. Los intereses de una empresa industrial consisten en parte en la devaluación de la moneda nacional. Simultáneamente, la paz social impone límites. Si la participación de los ciudadanos en el incremento del PIB no satisface sus necesidades de consumo, y las pensiones y los sueldos no crecen tan de prisa como se quisiera, la paz social se puede quebrantar. Y si crecen demasiado de prisa, entonces peligra la competitividad de la industria. Yo veo mi papel en presionar al máximo sobre el gobierno a favor de la industria y veo normal que el gobierno me presione desde el punto de vista social. Debemos encontrar un equilibrio que no perturbe la paz social. Más aún, considero que el papel del gobierno en el campo social debe recortarse paulatinamente y ser asumido por las organizaciones sociales y la sociedad civil. Pero mientras no tengamos una sociedad civil formada, las empresas son prácticamente el único elemento activo de la sociedad civil. Considero que existen algunos campos en los que el gobierno hace demasiado poco. Por ejemplo, en la educación, y creo que la empresa privada tiene ahí su lugar y sus posibilidades. Nosotros tenemos un importante proyecto en el campo de la educación. Consideramos que en el país hay un gran problema con las clases de historia y ciencias sociales. Se trata de un terreno muy conservador. ¡Sabe Dios con qué manuales y con qué ideología se educa a los niños! Hay que cambiar esta situación y hay que comenzar a preparar a los maestros. Lo intentamos con nuestro programa Nueva Civilización, pero se necesitaba más, y entonces comenzamos a examinar dónde podríamos poner en marcha una producción masiva de maestros, profesores de historia y ciencias sociales, y nos pareció que la Universidad humanitaria Estatal de Rusia es el lugar adecuado. Leonid Nevzlin se ha vinculado al proyecto y quiere ser rector (de la UHER). Estamos elaborando un modelo que pueda ser aceptable para todo el sistema de educación superior de Rusia. El dinero tiene que ir a los estudiantes, no a financiar la universidad. Ahora se financian las instituciones y no a los alumnos, y por eso la estructura de educación superior está muerta en relación con los movimientos que se dan en la industria. La industria ha cambiado, pero se continúa financiando las instituciones superiores que preparaban a la gente para la anterior generación industrial. Así que al salir de la universidad muchos no tienen trabajo, porque no hay demanda. Para cambiar esto, para establecer la competencia de mercado entre las instituciones superiores, ponemos en práctica este proyecto sobre la base de la UHER.
–Usted dijo en una entrevista que el deporte que más le gusta es el del “beneficio máximo”.
–Hay un traje para cada ocasión. En este momento, yo llevo el traje de dirigente de la compañía y, como tal, trabajo para conseguir el máximo beneficio para los accionistas y por la capitalización de la compañía, y en esto soy conservador. Creo que la capitalización de la compañía es tanto mayor cuanto mayor es el beneficio. Mi tarea es hacer que sea el máximo, y si tengo éxito es que he trabajado como debía con este traje. Si en algún momento esto deja de resultarme interesante, entonces tengo que quitarme el traje y entregárselo a otro...
–Usted ha dicho que los ejecutivos deberían retirarse al cumplir los 45 años. Usted los cumple en junio de 2008. ¿Qué traje le gustaría vestir para entonces?
–Hay muchas posibilidades.
–¿Qué es lo que en última instancia le atrae? Si le pregunto si quiere ser presidente, no me contestará.
–¿Por qué no? Le puedo decir de forma concreta y exacta que no quiero serlo.
–¿Y qué quiere hacer a fin de cuentas?
–Tengo muchos proyectos interesantes que como persona puedo hacer en el tiempo libre que me deja la compañía. Calculo que les dedico un día de la semana. Tengo varios proyectos en el campo de la educación. Me interesan de verdad. Siendo curiosidad por ellos.
–¿Más que por el petróleo...?
–Ahora no, claro. Si me interesaran más, me hubiera ido, pero me interesan las transformaciones democráticas que pasan en el país. Por ejemplo, la ley de autogestión municipal. Un problema muy importante de esta ley será la preparación de cuadros dirigentes. Creemos que se necesitarán 140.000 personas para sustituir al actual aparato burocrático en los municipios. Se necesitará otra estructura y un trabajo completamente distinto al que estamos acostumbrados. Habrá que preparar a los cuadros, lo que, además de ser interesante, es también un serio impulso a la sociedad civil. Se trata de una tarea política, pero en sentido amplio. Hay muchas tareas de este tipo, y yo tengo suficientes posibilidades personales para participar en su resolución. Tengo una buena experiencia organizadora...
–Y la experiencia como dirigente de las Juventudes Comunistas, como banquero y como petrolero. ¿Qué le aporta cada una de estas tres vidas a la cuarta fase de su biografía?
–A lo largo de todas estas tres vidas he mantenido lo que es una de mis principales características. Como vicejefe responsable del trabajo organizativo (en el Komsomol), y como organizador; me resultaba interesante crear estructuras del caos. Esto tiene aspectos positivos y negativos. En algunas esferas creativas es mejor que se mantenga el caos y no hay que dejar que me meta ahí. Siempre hice lo mismo. Siempre me dediqué a ordenar el caos. Cambian los objetos a ordenar. Pongo orden en un determinado medio caótico que me molesta. Y cuando lo he puesto en orden, entonces me aburro y necesito simplemente otro objeto. Desde este punto de vista, la educación es hoy una estructura interesante a la vista de lo que existe hoy y lo que se puede hacer en el futuro.
–¿A qué partido político apoya hoy?
–No hay que escuchar a quienes dicen que apoyo a los comunistas. Si uno de nuestros accionistas se dispone a apoyar a los comunistas e incluso a figurar en su lista, eso es un asunto particular, y a mí no me debe interesar. En lo que se refiere a nuestra compañía, en el Parlamento colaboramos con todas las fuerzas, incluidos los comunistas, porque todos representan distintos sectores de la sociedad. En última instancia, sin embargo, los comunistas son mis oponentes políticos, pero declaran unos objetivos que contradicen nuestros intereses.
–¿Qué opina del partido Rusia Unida, el partido centrista en el que se apoya el Kremlin?
–El partido del poder es una peculiar formación política. Considero que es una prueba de la inmadurez de nuestro sistema político. Todos lo saben. Veremos si se transformará en un partido normal.
–¿Cómo valora la colaboración de los empresarios con Putin?
–Es bastante positiva. (El presidente) Interfiere poco en el mundo de los negocios y deja que éste decida de forma independiente en la mayoría de los temas y que se desarrolle libremente. Y esto es lo que necesitamos.
–¿Qué es lo que le falta?
–No creo que el presidente deba responder de todo.
–¿Es verdad que fabricaba pantalones vaqueros y que trabajó de carpintero?
–Trabajé siete años como carpintero, pero nunca confeccioné vaqueros. Tampoco monté ordenadores. Los montaban mis colegas. Yo los vendía. Creo que conservo mi capacidad para los trabajos manuales, aunque hace mucho tiempo que no me dedico a ellos.
–¿Dónde estudian sus cuatro hijos?
–El mayor ingresa este año en la universidad.
–¿En Rusia o en el extranjero?
–Ha elegido América.

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