ESPECTáCULOS › “CORTAMOSONDULAMOS”, SOBRE TEXTOS DE SILVINA OCAMPO

El mundo, en una peluquería

Tres actrices le dan vida y color a una obra teatral estructurada a partir de tres cuentos de la escritora que fue esposa de Bioy Casares.

 Por Cecilia Hopkins

“Cuando teñimos, ondulamos o cortamos el cabello, la vida de la clienta se nos queda en las manos, como el polvillo de las alas de las mariposas”, dice la protagonista de “El asco”, cuento escrito por Silvina Ocampo en 1959. Las palabras de la peluquera que cuenta la historia de una mujer que siente repulsión hacia su marido, inspiraron a la actriz Inés Saavedra la construcción de un marco contenedor de tres relatos de esta escritora nacida en 1903 y fallecida en 1993. Así, la idea de que las empleadas de una peluquería son como los confesores o como los médicos que conocen “todo lo que sucede en el barrio, las idas y venidas de la gente, cualquier cosa turbia que pasa” sustenta desde la base la dramaturgia de Cortamosondulamos, compuesta por la actriz, junto a Soledad García Valiño, con asesoramiento de Adriana Mancini.
El salón de belleza se armó utilizando partes de la casa de altos donde funciona el estudio de Saavedra, de modo que la sala y el recibidor se ofrecen a modo de escenario. Allí transcurre la jornada laboral de la peluquera Marta (la propia Saavedra) y la manicura Mabel (Martha Billorou). Detrás de un biombo, tendida en la camilla esperando que trabaje la mascarilla facial que le han aplicado antes de pasar a los rituales de la tintura y el cuidado de las uñas, una de sus clientas (María Sol Fustiñana) apenas deja asomar sus pies desnudos. Y esta circunstancia es aprovechada por las expertas en belleza para tomarse un té en el saloncito contiguo. Allí comienza el espectador a ser testigo de los primeros chismorreos de estas mujeres, matizados por la algarabía de las cotorras que ocupan las jaulitas junto a las inevitables revistas femeninas de moda y decoración.
Extraída del cuento “Las fotografías” (contenido, como el anterior, en La furia, de 1959) Marta hace suya la voz de la narradora, una de las asistentes a la fiesta de cumpleaños de Adriana, una niña paralítica. Entre la realización de la grotesca sesión de fotos y el desdichado desenlace, se va construyendo un sabroso friso a partir de la descripción de actitudes y vestimentas de los invitados. Todo el relato está atravesado por el asombro que a las hermanas les provocan las actitudes desenvueltas de una de las invitadas, “la desgraciada de Humberta”.
En “Los celosos” (de Cornelia frente al espejo, de 1988), la coquetería de la inefable Irma Peinate desencadena una serie de situaciones humorísticas relacionadas con su obsesión por el aspecto físico. Escritos los tres en primera persona, prácticamente, ninguno de los textos ha sido alterado, salvo para dejar que algunas líneas se conviertan en un comentario de Mabel. En relación a esto, tal vez pueda señalarse un desequilibrio en cuanto al rol que le cabe a cada personaje: la figura de esta hermana luce relegada frente al protagonismo avasallante de Marta, la voz que encarna de principio a fin todos los relatos. Más allá del desenlace que saca de escena a la más verborrágica, herida por sus propios recuerdos, la sorpresa final llega con la última escena, a cargo del personaje que hasta el momento apenas había mostrado parte de su cuerpo.



Sobre textos de Silvina Ocampo
Con Inés Saavedra, Martha Billorou y María Sol Fustiñana.
Iluminación: Ricardo Sica y Catalina Fernández.
Dirección: Inés Saavedra.
Lugar: La Maravillosa (Medrano 1360), los sábados a las 20.30 y los domingos, a las 19.

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La obra puede verse los fines de semana, en un teatro de Palermo.
 
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