ESPECTáCULOS

La pluma de Arlt, en un cabaret sin pretensiones

Inspirada en un caso que el escritor cubrió como periodista de policiales, “Jamón del diablo” hace girar sus canciones alrededor de una sirvienta que pretende salvarse a través del dinero.

 Por Cecilia Hopkins

Con el subtítulo de “creación libérrima sobre textos de Roberto Arlt”, Jamón del diablo, con dirección de Claudio Tolcachir, se ofrece a modo de velada de cabaret de bajo presupuesto. Vestidas según el estilo emblemático de ese género de espectáculos, las chicas reciben al espectador para acomodarlo en las mesas que atiborran la sala. Desde el piano instalado en un rincón, desde la barra y el pequeño escenario, parten las humoradas, canciones y discursos, que se suceden a ritmo veloz. Principales regentes de este antro de diversión, Heidi y Samílcar Von Putemberg –abuela y nieto, interpretados por Haydée Ortubis y Diego Faturos– ofician de anfitriones, instando a los visitantes a beber y a probar su suerte en un sorteo, antes de que la historia central de la noche comience a revelarse.
Escrita por Arlt y estrenada en 1932 por Leónidas Barletta en el Teatro del Pueblo, Trescientos millones tuvo su origen en un caso que le tocó cubrir al autor, cuando se desempeñaba como periodista en la sección Policiales del diario Crítica. A partir del suicidio de una joven mucama inmigrante que había pasado su última noche en vela, para estructurar su obra Arlt imaginó una sucesión de escenas en las que una sirvienta tan mal alimentada como sobreestimulada por la lectura de folletines daba rienda suelta a todos sus anhelos. Una vez más en la obra del autor de Saverio, el cruel y Los 7 locos, el dinero aparece en la conciencia del personaje como única tabla de salvación. Y la fantasía de cobrar una sorpresiva herencia de trescientos millones le dará a la sirvienta la ilusión de trascender la línea de la tristeza y disfrutar de viajes y amores. Beneficios sólo reservados a quienes están en condiciones de colmarse el estómago con una alimentación suculenta, como el jamón del diablo que tantas veces menciona el personaje de la Muerte en sus discursos.
Para introducirlo en el marco del cabaret, Tolcachir procesó el texto de Arlt con total libertad. De modo que los personajes escapan del tablado para introducirse en la historia de Sofía. Interpretada por la sobresaliente Inda Lavalle, la sirvienta vive sus ensoñaciones a ritmo de fragmentos discontinuos, abriéndose paso entre las canciones y las risas de los artistas de variedades. En afiebrado vaivén, la protagonista llama a escena a los diferentes personajes que crea en su imaginación, sorteando el entramado de canciones –tangos, en su mayoría– que entonan los personajes que entran y salen de la trama. En la escalera que sube justo a espaldas del espectador se consuma la primera entrevista de la mucama con la muerte (Ana Scannapieco) Esta escena, junto a la que da cuenta del encuentro de la protagonista con el galán (Lautaro Perotti) son, tal vez, las dos secuencias más logradas, por su tratamiento visual y su ajustado juego físico y verbal.



Sobre textos de Roberto Arlt.
Elenco: Inda Lavalle, Ana Scannapieco, Lautaro Perotti, Haydée Ortubis, Diego Faturos, Carolina Dubois, Martín Urbaneja, Melisa Hermida, Paula Bustos Brea, Hernán Crespo y Charly Ciatti.
Dirección musical: Hernán Crespo.
Versión y dirección: Claudio Tolcachir.
Lugar: Teatro Timbre 4 (Boedo 640) viernes y sábados, en horarios diversos.

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La historia de Sofía transcurre entre artistas de varieté.
 
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