ESPECTáCULOS › LOS MACOCOS Y “LA FABULA DE LA PRINCESA TURANDOT”

“Hacemos un teatro popular”

Los integrantes del notable grupo teatral explican por qué en su nuevo trabajo prevalece su faceta más clownesca, por sobre la intención de dejar un mensaje. “El juego es el protagonista”, dicen.

 Por Silvina Friera

A esta altura de la trayectoria de Los Macocos –en noviembre cumplen 18 años–, no debería sorprender el cartel de “localidades agotadas”, un lujo que sólo un puñado muy reducido de artistas, con Enrique Pinti a la cabeza, se puede dar. En las primeras funciones de La fábula de la princesa Turandot, en el recientemente inaugurado Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543), la sala estuvo poblada por los seguidores de la primera hora, ¡gente que sólo va al teatro a ver a Los Macocos! (Marcelo Xicarts, Daniel Casablanca, Martín Salazar, Gabriel Wolf y Javier Rama), y los nuevos espectadores que fueron sumando de sus experiencias en los teatros oficiales, especialmente aquellos que los vieron en el San Martín. La obra, que se puede ver de jueves a domingo, es una adaptación que Los Macocos realizaron de la versión de Daniel Suárez Marzal, basada en la pieza original del dramaturgo italiano Carlo Gozzi (1720-1806), rival de Goldoni, a cuyo teatro realista y burgués opuso un teatro poético de un lenguaje muy culto, próximo al cuento. Por eso, Turandot remite a un cuento persa del 1200, que pasó de boca en boca y de pluma en pluma, hasta que se convirtió en la ópera póstuma del maestro Puccini.
“Venimos de hacer Los Albornoz, donde nos reímos de un tema doloroso, como la decadencia de una familia afectada por la crisis, y el humor era una manera de denuncia”, explica Rama en la entrevista con Página/12. A cargo de la dirección y de la puesta en escena, Rama sostiene que con La fábula..., que se estrenó en 2001 en el Teatro Argentino de La Plata, necesitaban aportar un matiz al tiempo social que se está viviendo en el país. “En los últimos años, nos preocupó más el discurso, mientras que usábamos el chiste como recurso para alivianar lo que queríamos contar –comenta Casablanca–. En Turandot nos importa el gag, porque el juego es el protagonista. La excusa de una historia de aventuras y de amor nos permite desarrollar el estilo macocal de humor. Volvimos a nuestra primera etapa, más clownesca.” La obra tiene como actriz invitada a Paula Requeijo, “fan de Los Macocos de la primera hora”, según se define la actriz, que interpreta a la princesa Turandot. Si bien el contenido ideológico se transformó bajo el sello macocal, Requeijo señala que “el cuento es redondo, y nos permite jugar con cada personaje y escena”.
En La Fábula, hay un homenaje a dos personajes emblemáticos de la comedia del arte: Brighella (el pícaro, que urde las intrigas) y Pantalón (mercader o comerciante, viejo libidinoso, avaro y egoísta). “Hacemos teatro popular”, dice Casablanca, sin prurito, porque en el estilo de Los Macocos lo popular no implica bajar la calidad. “Nuestro eje de coherencia es que siempre hicimos teatro de la mejor manera posible, pero con la intención de que llegue a más gente”, agrega Rama.
–¿Cómo trabajaron la adaptación del texto?
Gabriel Wolf: Este es un espectáculo que surgió a partir de una obra que nos ofrecen: la adaptación de Suárez Marzal del texto de Gozzi. Desde ahí empezamos a trabajar, a decidir qué es lo que queríamos contar.
Marcelo Xicarts: Respetamos el espíritu del autor y del género, pero actualizamos un poco el material para que la obra se mantenga viva.
Daniel Casablanca: Si la obra está escrita, hay un tiempo ganado porque vamos directamente al cuerpo. En cambio, si la obra es nuestra, hay otros tiempos: escribimos un poco, ponemos el cuerpo y volvemos a escribir.
–¿Cuáles son las diferencias entre este espectáculo y los anteriores?
Martín Salazar: Hacemos un humor bien directo, más cercano al entretenimiento que al mensaje. Aunque es imposible eludir el contenido ideológico, en este espectáculo profundizamos en la forma de trabajar. El contenido es mucho más payasesco y clownesco.
M. X.: Igual no podemos evitar que haya opinión. Algunas personas que aparecen mencionadas no son casuales, como el trío de derecha encabezado por Balá, Ruckauf y Hadad, que tienen una rápida entrada en la gente.
M. S.: La risa por sí sola no es signo de rebeldía o un acto de denuncia. Tinelli tiene un montón de sketches que no denuncian nada y podés llegar a reírte. El humor está cercano a la denuncia porque es un arma muy útil. A los bufones que contaban un chiste no les cortaban la cabeza.
–¿Será porque el chiste está a mitad de camino entre la realidad y la ficción y entonces se lo puede usar con más impunidad?
M. S.: Claro, porque no parece verosímil. Hacemos humor con cierta denuncia porque está vinculado con lo que nos pasa.
D. C.: Si trabajás describiendo personajes de la realidad, llega un punto en que la denuncia está implícita, pero puede saturar. El humor es una herramienta para llegar al público desde nuestros códigos.
M. X.: Después de 18 años, ya tenemos un club de espectadores que se educó con esa forma de hacer teatro.

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“Turandot” remite a un cuento persa del 1200, pero adaptado según el particular estilo macocal.
 
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