ESPECTáCULOS › JUANES MONTO SU FIESTA EN UN GRAN REX BIEN PROVISTO

Alegría de color colombiano

El músico supo aprovechar la base de fans que le dio la radio local, con un show de pop bien trabajado y canciones amables.

 Por Javier Aguirre

El debate sobre si hay algún gen rockero en Juanes no debería estar en el centro de la escena. El debut en vivo del cantautor colombiano en la Argentina desplegó mero espíritu bailable –pop salsero, guitarrero y rítmico, con deliberada búsqueda de sabor– y cautivó a un público que, evidentemente, ya estaba cautivado antes del comienzo del show. El megahit “A Dios le pido” –favorito de los programadores de radio y TV y artífice de la galería de ventas y premios que durante el 2002 erigió al joven de Medellín en una súper estrella de la música latina– fue ubicado criteriosamente como cierre del show, y para ese entonces la noche ya había sido de baile y alegría (“la estamos pasando de puta madre”, analizó Juanes).
El entusiasmo del público empezó por los nada discretos fans colombianos (¿turistas alentados por el dólar alto, o la “comunidad colombiana en la Argentina”?) que, con sus camisetas de la selección colombiana de fútbol y sus banderas azules, amarillas y rojas, correteaban por los pasillos del teatro como diciendo “somos locales esta vez”. Sólo faltaba el Cole, aquel hincha fanático colombiano que, vestido de pájaro y con unas enormes alas con los colores de su bandera, sigue al equipo cafetero en cada Mundial. Por su parte, los fans argentinos, en su mayoría chicas adolescentes, mostraron una devoción total, y muchas de ellas se dieron el gusto de besar al ídolo en breves incursiones a los laterales del escenario. El propio músico lució una vistosa guitarra con los colores colombianos, aunque no se cansó de agradecer “a Buenos Aires, a la Argentina y a su música”, que lo “inspiró desde que estaba pequeño”. Prueba de ello fue que en un momento advirtió la presencia del folklorista Abel Visconti en la primera fila, y entre elogiosas palabras lo invitó a subir al escenario donde le prodigó un efusivo abrazo. O también la inclusión del tema de Leonardo Favio “Ella ya me olvidó” entre los bises.
El show de Juanes es simple, como sus canciones, como sus arreglos. Las introducciones para cada tema son buenas ocasiones para recordar valores como la familia, el amor o la luz. La primera mitad del concierto resultó previsible y acaso hasta acartonada, más allá de la presencia de algunos temas destacados de su repertorio, como “Mala gente”. Las cosas mejoraron en la segunda mitad, primero por el aporte de su productor, descubridor y mentor Gustavo Santaolalla como entusiasmado corista; después con la llegada de la hermosa “Fotografía” –que aunque extrañó el dueto con Nelly Furtado del original, del disco Un día normal, logró un clima distinto– y por la esperable explosión de “A Dios le pido”; aunque también aparecieron otros hits como “Es por ti” y la picarona “La paga”.
Ahora sí, el debate sobre la pertenencia rockera de Juanes, que es alimentado por su compañía por su pasado como bajista de una banda heavy metal de Los Angeles, o por la presencia de algunos rockeros argentinos –un par de Babasónicos, algún Auténtico Decadente– entre el público. La conclusión es que no, no es rock sino pop. Bien pop. Y no hay nada malo en ello.

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Como era de esperarse, Juanes cerró su show con “A Dios le pido”.
Gustavo Santaolalla, productor de sus discos, apareció como corista.
 
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