ESPECTáCULOS › “TRAS LAS VEINTE MIL LEGUAS DE VIAJE SUBMARINO”

“Los clásicos son ventanas”

Sergio Saposnic, autor y director de la obra inspirada en la novela de Julio Verne, explica cómo el teatro puede servir para incentivar en los chicos la curiosidad por la ciencia y la tecnología.

 Por Silvina Friera

El viaje peligroso y fantástico, los territorios indómitos que deben ser explorados y descubiertos, la isla deshabitada y los mundos imaginarios, que se tornan posibles, son algunos de los tópicos más frecuentados por los grandes clásicos de la literatura infantil. Andamio de Ideas es un grupo integrado por actores, músicos, diseñadores y educadores que se han sumergido en la compleja tarea de adaptar textos que exceden la clasificación infantil, muchas veces arbitraria y caprichosa, como Los chicos y El Quijote, Los chicos y el Martín Fierro y Los chicos y Robinson. Sergio Saposnic, autor y director de Tras las veinte mil leguas de viaje submarino, inspirada en la novela de Julio Verne (1828-1905), dice que aunque no son hombres y mujeres de teatro, por el origen de sus formaciones pedagógicas utilizan el formato teatral para incentivar el juego y la curiosidad en torno de la ciencia y la tecnología en los más chicos. El objetivo final es que los niños puedan acercarse a los libros leyéndolos, con la pasión de los que se sumergen en un viaje de imprevisibles rutas y atajos.
Tras las veinte mil leguas de viaje submarino, que se presenta los sábados a las 16 en el Centro Cultural Rojas (Corrientes 2038), con autoría y dirección de Saposnic y Alejandro Spiegel, comienza en el punto en donde termina el clásico de Verne, autor también de Viaje al centro de la tierra y La vuelta al mundo en 80 días, entre otras obras narrativas en las que el escritor trató de demostrar que la realidad es tan compleja que puede albergar en ella recovecos de naturaleza onírica que sólo el azar puede revelar. El profesor Aronnax (interpretado por Julián Vilar), y Ned Land (papel a cargo de Gustavo Friedenberg) han sobrevivido en su huida del “Nautilus” al terrible Maelstrom, el poderoso torbellino de aguas del mar de Noruega. Pero los deseos del profesor y de Ned entran en tensión; mientras Aronnax continúa subyugado por la suerte del “Nautilus” y la de todos los tesoros científicos que encierra, Ned parece estar más decidido a regresar a su trabajo de arponero en su Canadá natal que a zambullirse en una aventura que parece imposible: intentar recorrer nuevamente las veinte mil leguas de viaje submarino, pero sin el “Nautilus”. “El dilema del profesor es que está atrapado entre su fascinación por seguir investigando, y recuperar el cuaderno de bitácora del capitán Nemo (interpretado también por Julián Vilar), o quedarse en las playas de Noruega, espacio en donde se reponen del naufragio y arranca nuestra versión”, comenta Saposnic en la entrevista con Página/12.
“Buscamos mantener la atención de los chicos aprovechando los recursos de la cultura del zapping, a través de la pantalla de video que proyecta imágenes, y de la música (realizada por Fernando Foulques y Carla Dulfano). La combinación del video y música, ambos en constante interacción con los actores, resulta muy impactante para los niños.El enigma del destino de los personajes los va llevando a querer conocer cómo continúa la historia”, aclara Saposnic, que junto con Andamio de Ideas publicó el libro Los chicos y el Quijote, aventuras para leer y pensar, que se utiliza como libro de lectura en las escuelas. “Los clásicos son ventanas para ver la realidad y poder cambiarla”, subraya Saposnic.

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“Tras las veinte mil leguas...” empieza donde termina la novela de Julio Verne.
 
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