ESPECTáCULOS › MAURICE BENICHOU ANALIZA SU PAPEL EN “LA MORT DE KRISHNA”

“Esta obra habla a la conciencia”

El actor francés analiza las ambigüedades y complejidades que debió abordar para componer su encarnación del semidiós hindú Krishna, un episodio de la obra de Peter Brook que se verá entre hoy y el domingo.

 Por Hilda Cabrera

“Trabajar en Le Mahabharata fue más una experiencia de vida que de actuación. Creo que sin los viajes a la India me hubiera sido imposible encarnar el personaje de Krishna, que conocía a través de dibujos. Aún ahora, después del aprendizaje, este personaje sigue siendo un misterio.” Esto dice el actor francés Maurice Bénichou sobre aquel semidiós, una de las más populares encarnaciones de Vishnú, y su papel de narrador en La mort de Krishna, episodio de aquel trabajo monumental que estrenó en los ‘80 el célebre director inglés Peter Brook. La mort... es una pieza de pequeño formato que representa a Francia en el Festival. Lleva texto de Jean–Claude Carrière y Marie–Hélène Estienne, y podrá verse desde hoy y hasta el domingo en la Sala Casacuberta del San Martín, a las 20.30. En la entrevista, al actor lo acompaña la cantante hindú Sharmila Roy, también creadora de la música que no es aquí simple “ilustración ni soporte emocional”, como apunta Bénichou. En un acercamiento a Krishna, Sharmila observa que este personaje alienta la decisión de ser humano, o sea, vulnerable. La artista opina que existe una contradicción en ese deseo de sufrir y amar como un humano, pero que es a partir del amor que un dios se torna accesible: “Esta obra cuenta sobre el miedo a la separación y a la muerte, sobre el miedo al cambio y sobre cómo se lo acepta”, puntualiza.
En cuanto a la relación entre Bénichou y la música, el actor recuerda que se inició cantando en los cafés (o cabarets) acompañándose de una guitarra. Promediaban los ‘60, y lo hacía “para levantar chicas”. No le iba demasiado bien, pero se ganaba la vida. Este viaje a la Argentina entusiasma a uno y otro artista. A Sharmila, porque se siente protagonista de un “peregrinaje” al cantar en la obra un poema de Rabindranath Tagore, pensador y poeta de familia bengalí que estudió leyes en Inglaterra y realizó su primera visita a la Argentina en 1926, invitado por Victoria Ocampo. Respecto del presente, Bénichou dice que la Argentina es un país que moviliza. Se siente motivado al estar aquí después del “caos” (es la palabra que utiliza), que pareció apoderarse del país tras diciembre de 2001. Se muestra además sacudido por un documental que vio sobre el asalto a la Casa de la Moneda y la muerte del presidente chileno Salvador Allende. Esto lo empuja a expresar el deseo de presentar La mort de Krishna en un estadio, porque “esta obra habla a la conciencia y debiera ser vista por mucha gente”. Por el momento, adelanta que la compañía acordó llevarla a Sarajevo.
El episodio de La mort... cierra el poema épico hindú Mahabharata, cuyas historias trascendieron con particular fuerza poética en Occidente tras la escenificación de Brook (Le Mahabharata, en francés y en inglés, fue llevada a teatros y festivales del mundo). Radicado en Francia, Brook fundó en París en 1971 el Centro Internacional de Investigación Teatral (CIRT), convertido luego de la apertura en 1974 del Théâtre des Bouffes du Nord en Centro Internacional de Creación Teatral (CICT). Este director (y realizador de películas) cuenta en su ensayo “Provocaciones” cómo fue introducido en el Mahabharata por un erudito del sánscrito, Philippe Lavastine. Esas historias sorprendentes y de gran profundidad filosófica también influyeron en Bénichou, cuya trayectoria se inició en Lyon, integrando la compañía de Marcel Maréchal. El mismo participó activamente, entre 1983 y 1986, en la preparación de Le Mahabharata, espectáculo de 9 horas de duración, homenaje –según escribió Brook– a una obra producida en India, pero que guarda ecos de sucesos que conciernen a la humanidad.
Si bien es cierto que Bénichou trabajó con otros importantes puestistas, como Patrice Chéreau (quien lo convocó en 1968) y Jean–Pierre Vincent (en los ‘70); Luca Ronconi y Jorge Lavelli entre otros, se destacó muy especialmente por su labor junto a Brook, luego de su trabajo en Timon de Atenas, montaje de 1974 sobre la pieza de Shakespeare. El actor, que a suvez concretó varias puestas de su autoría, dice que trabajará con el director inglés siempre que se lo pida y “hasta que el tiempo los separe”. Los varios viajes realizados a la India por los integrantes de la compañía dejaron en Bénichou una huella profunda, comparable a las que lo marcaron tras las investigaciones hechas en hospitales para el montaje de The Man Who (El hombre que...), obra que se vio en Buenos Aires en la edición 2001 del FIBA, basada en un texto de Oliver Sacks (“El hombre que confundió a su mujer con un sombrero”), también un montaje de Brook.
–¿Cómo logra un actor instalar en escena la noción de muerte de un semidiós? ¿Cómo se crea esa imagen?
–Krishna toma la forma de un ser humano para comunicarse mejor. Posee las mismas cualidades y defectos de los humanos. La diferencia es que puede anticiparse a lo que va a suceder. Sabe que habrá una guerra y que es inevitable, pero va a comportarse como si no lo supiera, por ejemplo realizando acciones “humanas” para detener al enemigo. Krishna hace lo mismo que nosotros: sabemos que nuestra vida se va a acabar, pero actuamos como si fuéramos inmortales. Uno dejaría de trabajar si supiera que va a morir al día siguiente. Para componer a Krishna, buscaba “frases y posturas de dioses”. Ni Brook podía resolverlo. Trabajamos cerca de un año en eso, y la imagen que transmito sigue siendo para mí un misterio. A los que venimos de la tradición judeocristiana nos es difícil entender a Krishna. En los Evangelios Jesucristo encarna la compasión, y en la tradición hindú Krishna es un personaje compasivo, y a la vez un guerrero temible, capaz de aplicar astucias abominables para confundir a sus enemigos. Estando en la India, preguntaba cómo era posible que un dios se comportara así, y me decían que yo era el único que podía develarlo.
–¿Qué cuenta “La mort de Krishna”?
–Narra la destrucción de un pueblo. Es una época sombría, donde el protagonista es el tiempo, que en la cultura hindú transcurre como si fueran etapas planas. En este fragmento del Mahabharata asistimos a la muerte de los guerreros, que puede ser triste o no. Como le sucede a uno: nosotros podemos plantearnos el final sobre el propio trabajo y la vida. Esto no se relaciona con la edad sino con la certeza de saber que uno ya hizo todo lo que pudo.
–¿Qué significa dentro de la filosofía hindú recuperar “el sentido del dharma”, la idea de que existe un conflicto entre la posibilidad (respecto de un individuo) y la negación de esa posibilidad?
–El dharma está en el corazón del pensamiento hindú. Esta palabra se refiere a la vez al dharma del cosmos y al individual. Si los hombres no respetan el propio dharma ponen en peligro el del mundo. Lo que se plantea en la obra es el conflicto que se manifiesta entre aquello que hace al equilibrio del universo y al de nuestras propias historias. Krishna no toma la forma humana para salvarnos de un supuesto mal sino para convertirse en garante de la continuidad de un orden. En el episodio final se habla de los muertos, pero también se descubre una luz, que permanece.

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