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Outkast, un paso más allá de la mejor música negra

El dúo estadounidense, lejos de los estereotipos del hip hop, está revolucionando el género con nuevas herramientas musicales. Funk, soul, jazz y rock se funden en “Speakerboxxx/The Love Below”, un disco doble que se anota entre lo mejor del año.

 Por Roque Casciero

La apreciación del hip hop desde la Argentina siempre ha resultado desteñida por la distancia con la cultura generada alrededor de ese género, y por la poca presencia que éste tiene en el mercado discográfico vernáculo. Aquí, en los últimos años, sólo trascendió Eminem, más allá de las saludables ediciones –en tiradas limitadas– de artistas como Missy Eliott, Nelly o los Neptunes, o de la atención que logró un personaje como 50 Cent, con nueve balazos en su cuerpo tatuado. Músicos, productores y raperos que en Estados Unidos venden millones en la Argentina suelen ser conocidos sólo por un reducido grupo de entendidos. Ni hace falta hablar de las dificultades que tienen que atravesar los hiphoperos argentinos para difundir su música, más allá de casos aislados como el de los Illya Kuryaki y su éxito en la década pasada. Pues bien, acaba de desembarcar en las bateas locales Speakerboxxx/The Love Below, del dúo estadounidense Outkast, un disco doble que revoluciona el género (y a la música negra en general) y que levanta a su paso titulares como “lo mejor del año”, sin que suene exagerado.
Ante todo, con Outkast hay que olvidarse de la imagen del MC que rapea sobre la base disparada por un DJ, siempre basada en el beat y con apenas retazos de melodías (muchas veces tomadas de otras canciones). Antwan Big Boi Patton y Andre Dre Benjamin (o Andre 3000) se conocieron en la secundaria en Atlanta, Georgia, y se propusieron un camino diferente al del gangsta rap que entonces dominaba el mercado. Con sus primeros tres álbumes (Southernplayalisticadillacmuzik, ATLiens y Aquemini), construyeron las bases para el hip hop imaginativo que convirtió a Stankonia en un éxito de ventas (cinco millones de copias). En ese disco, que tuvo edición argentina, Big Boi y Andre 3000 demostraron un vuelo musical y un nivel de producción que los situó en la vanguardia de la música negra. Y también dejaron en claro que las letras del rap pueden ir mucho más allá del habitual tríptico de sexo (machista), drogas y armas humeantes.
Para una banda con la firme intención de pisar siempre nuevos territorios, superar ese álbum suponía una tarea titánica. Pero Outkast siempre tiene una sorpresa guardada y cambia de forma para atacar: su nuevo trabajo es, en realidad, la suma de los dos discos solistas de sus integrantes. Y aunque los rumores de una separación crecen con cada entrevista en la que Andre 3000 habla del dúo en tiempo pasado, por el momento es más saludable relajarse y disfrutar. En principio, de Speakerboxxx, el disco de Big Boi, grabado mientras por la mente de su compañero pasaba retirarse de la música. Lo que iba a ser el debut como solista de la mitad de Outkast disparó el proyecto del álbum doble, como una forma de “mostrar las visiones por separado”, según Big Boi. “La gente siempre juega a lo seguro y si lleva un tiempo ganando, dice: ‘Tengo una fórmula y funciona’. Nosotros queremos crear y que pase lo que sea. Nos estuvimos preguntando cómo sonaría si yo estuviera cocinando en una cocina y Dre estuviera cocinando en otra. Lo hicimos para que fuera más excitante. Era un desafío hacerlo de este modo. Si no, hacés la misma mierda todo el tiempo”. Speakerboxxx es, de los dos álbumes, el más parecido a Stankonia: Big Boi se muestra más convencional que su compañero, aunque su disco festivo y repleto de colores esté varios pasos adelante que la mayoría de los de sus colegas hiphoperos.
La sorpresa mayor es The Love Below: no se trata de un disco de hip hop, sino de un espacio sonoro en el que caben el swing, las baladas pop, el funk, el soul, el jazz, el breakbeat y el rock. Todo reunido bajo un concepto, la historia –situada en París– de un hombre que pasa de la lujuria al amor. El dato revelador es que Andre 3000 no rapea –salvo en un track–, sino que canta con un falsete que recuerda a Prince. “No se trató de una decisión consciente, no es que dije ‘no voy a rapear más’. Siempre canté melodías, incluso en los primeros discos de Outkast. Supongo que las melodías crecieron y crecieron, y al final terminé escribiendo canciones. Me excitó mucho hacerlo, porque era un desafío saltar a ese campo y ver si podía sacudir mi cola. Estaba bastante metido en la historia, pero no quería escuchar un montón de raps de amor. Para decir lo que quería decir, era mejor que saliera como canción”.
Entre los gustos actuales de Andre 3000 están el tecno fragmentado de Aphex Twin y Squarepusher, el punk primario de los Ramones y los Buzzcocks y la vitalidad retro de los Strokes. Aunque, claro, es inevitable ligar su disco con el funk libidinoso del mejor Prince. O imaginarlo como un Frank Zappa negro embarcado en un viaje delirante, en el que bien puede colgarse el traje de crooner o hacer estallar un groove psicodélico como un George Clinton joven. ¿Y el hip hop? “En este momento no tiene nada de energía fresca”, responde Andre. “El dinero es la meta, todo el mundo trata de conseguirse un gran cheque y ya nadie pone arte en sus discos”. Y él, por supuesto, está en otra cosa. En una misión, dice, aunque no sabe cuál es.
¿Hay un futuro para Outkast? Big Boi asegura que “la unidad todavía existe, hablamos de una hermandad”, aunque prepara las valijas para salir de gira como solista, porque Andre prefiere quedarse en casa y decidir si está más interesado en la actuación (haría de Jimi Hendrix en el cine) que en la música. “A veces tenés que tomarte un tiempo alejado de aquello que hacés para volver a enamorarte”, asegura. Siempre existe la posibilidad de que Andre y Big Boi vuelvan a trabajar juntos y que, dentro de un par de años, se vuelva a hablar de otro disco superador de este dúo dinámico, que haga palidecer a Speakerboxxx/The Love Below. Si lo lograran, ya no sería sorpresa.

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Big Boi y Andre 3000, o cómo debería sonar Prince en el siglo XXI.
 
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