ESPECTáCULOS › POR PRIMERA VEZ, MTV LATINO GRABO UN UNPLUGGED EN BUENOS AIRES

La esperanza es ver color local

El tradicional ciclo de MTV nunca se había hecho fuera de Miami. Le tocó debutar a Diego Torres, quien actuó para 500 invitados, respaldado por un ejército de asistentes. El programa se estrenará el 22 de abril, y luego se editarán un cd y un dvd.

 Por Roque Casciero

Alguna vez este lugar fue clave para la era dorada del cine argentino –aquí se filmó parte de La Patagonia rebelde, entre cientos de películas–, pero con el tiempo quedó vetusto y relegado a los cortos publicitarios. Sin embargo, en esta noche se muestra casi como una versión a escala de los monstruos de Hollywood. Se trata de los Estudios Baires, ubicados en una zona de Don Torcuato cuya paz se ve alterada por la llegada incesante de camiones de exteriores, combis y micros de larga distancia. En la puerta hay varios patovicas de impecable traje, que revisan a los afortunados que consiguieron una entrada como si adentro estuvieran George W. Bush y Osama bin Laden. En realidad, lo que sucede adentro es que, por primera vez, la señal MTV Latino graba un recital de su exitoso ciclo Unplugged fuera de Miami. De allí el revuelo de técnicos que hablan en inglés y en español, las medidas de seguridad y la minuciosidad con que se cuida cada detalle. A las 21 en punto, cuando todo está listo, las cámaras en su sitio, el sonido y las luces perfecto, Diego Torres sale a escena entre aplausos de quinientos invitados. Todo lo anterior fueron preparativos: el momento de la verdad es ése. Un programa de televisión, un disco en vivo y un dvd están en juego.
Una vez traspuesto el primer control, hay cuatro filas separadas por vallas, cada una correspondiente a un color de ticket. A un costado, un grupo de agentes de prensa atienden a medios de toda América del Sur, México y Puerto Rico. El lugar está impecable, pintado de un blanco brilloso, con una fuente soltando agua hacia el cielo y un suave aroma a pasto recién cortado. A la hora señalada, por un camino delimitado por más vallas, se accede al estudio C. En el trayecto hay baños químicos y personas encargadas de advertir que, por un buen rato, la única oportunidad de usarlos será ésa. “Aprovechen ahora”, dice una rubia sonriente. Es que a las 20.30 las puertas del estudio C se cierran herméticamente, no sea cosa que algún ruido se cuele en la grabación. Adentro, una escenografía especial, pero con las tonalidades típicas del programa, impone una sensación de momento único a los invitados.
¿Por qué un Unplugged en la Argentina? “La cotización del dólar influyó, pero poco”, asegura Diego Alvarez, director de producción de MTV Latino, aunque es de suponer que la mano de obra local no cobrará lo mismo que facturarían sus colegas de Miami. Los directivos de la señal de cable dicen que prefieren el calor del público de cada artista y que por eso también se harán programas en México. El operativo que se monta para grabar un Unplugged es inusual en el medio argentino, por eso los productores locales se juegan la gran carta de que todo esté cuidadísimo. Las gacetillas, por ejemplo, están impresas desde mucho tiempo antes de que Diego Torres entone su primera sílaba, y sin embargo en ellas se puede leer que el cantante dio “un recital emocionante”, en el que estrenó cuatro temas, y que contó con Vicentico y la mexicana Julieta Venegas como invitados centrales (también participaron Miguelius, que hace sonidos electrónicos con la boca, y el grupo de percusión infantil La Chilinguita, que le dio un nuevo matiz al Color esperanza). Es que algunos de los técnicos extranjeros han trabajado en los Unplugged de figuras como Eric Clapton, Paul McCartney y Bob Dylan, así que hay que estar a la altura de las circunstancias.
Una suerte de tensión disimulada con sonrisas y frases hechas se palpa durante el resto de la noche. Y se traslada, en alguna medida, al público: chicas de fan club, que ganaron su asiento en un concurso y que en un show normal estarían arrancándose los pelos para ver a Diego un poco más de cerca, aquí se comportan como las estatuas vivientes de calle Florida. “A ver si aflojamos un poco el muñeco”, bromea el cantante, preocupado por mantener la sensación de show cuando, en realidad, está en un programa de televisión. “¿Otra vez maquillaje? Así la gente se me duerme... ¿Ven cómo es la tele? Por eso la dejé”, sigue la catarata incesante de Torres, como si fuera un Seinfeld canchero y porteño. Hay una cámara fija, dos móviles, dos en grúas y una sobre rieles. Los lugares donde debe sentarse cada músico están marcados en el piso. Nadie sale a escena sin maquillaje; ni siquiera Vicentico, a pesar de su look desprolijo de siempre. Y al final, cuando la seguidilla de diecisiete canciones termine –con Color esperanza, obvio– habrá que repetir tres, para ajustar detalles técnicos, y el audio de Tratar de estar mejor, porque la participación del público fue demasiado quedada. “Pongan más huevo, muchachos”, insta Torres. Y sale bien en la primera toma.
La banda, ampliada con cuerdas dirigidas por Lucho González, suena como si cada uno de sus integrantes no hubiera tenido vida más allá de los ensayos durante los últimos dos meses. Que es lo que sucedió, claro. Sucede que, aunque el destino de un Unplugged se juegue a cara o cruz en una noche, los preparativos comienzan mucho tiempo antes. En las sesiones en los estudios El Santito quedaron como backup varias grabaciones que podrían ser usadas para mejorar algunos detalles del sonido o la performance. La prevención ahorrará tiempo. Y el tiempo es dinero, dice el refrán. Diego Alvarez estima que para producir este Unplugged trabajaron unas doscientas personas. Además del programa, que se estrenará el 22 de abril, se grabó un álbum producido por Afo Verde y que estará en las bateas una semana más tarde. El último paso será un dvd. Y luego, para Torres, vendrán las presentaciones en vivo del disco en vivo, como se acostumbra en estos días. Pero ésa ya será otra historia.

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Diego Torres, con el grupo de percusión infantil La Chilinguita, le dio un nuevo matiz a Color esperanza.
Los productores estiman que para realizar este Unplugged trabajaron unas doscientas personas.
 
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