EL PAíS › EL MARTES VENCE EL PAGO DE U$S 3100 MILLONES AL FONDO Y SUBE LA TENSION

La alternativa es romper la receta del FMI

Tras la negativa de Anne Krueger, directora gerente del FMI, a dar alguna señal de aprobación al cumplimiento argentino de las metas, Alberto Fernández anunció que la “eventualidad” de no pagarle al Fondo era posible y que, para ese caso, el Gobierno ya tenía un plan alternativo para aplicar, al margen del acuerdo con ese organismo.

 Por Raúl Dellatorre

Se sabía: la tensión iba a ir en ascenso a medida que se acercara la fecha en que el Gobierno debía pagar un vencimiento de 3100 millones de dólares al Fondo Monetario. Hasta la llamada telefónica de Anne Krueger (directora gerente interina) a Lavagna del viernes, parecía que había sólo dos escenarios posibles para Argentina: arrancarle alguna señal al Fondo de aprobación de la segunda revisión de las metas del acuerdo de septiembre pasado antes del vencimiento para pagar en fecha o tirar de la cuerda retrasando el pago unos días después del martes 9. Pero ayer Alberto Fernández, jefe de Gabinete y principal transmisor de la opinión del Presidente, planteó un escenario más extremo: para el caso “eventual” de que el Gobierno no pagara y no tuviera la aprobación del Fondo al cumplimiento de las metas, el Ejecutivo “ya tiene ideas arbitradas y posiciones tomadas para llevar adelante un plan alternativo”. Esto es, vivir sin el Fondo. Por primera vez, el escenario de ruptura apareció en boca de un funcionario de gobierno ante un hecho concreto: el pago, o no, de un vencimiento.
Más allá del tono cordial, Krueger dejó en claro en su charla con Lavagna del viernes que seguía vigente la proverbial política del “apriete” por parte del Fondo. Le “avisó” que el directorio aún no tiene fecha para tratar los resultados de la revisión del acuerdo con Argentina, le anticipó que no habrá señales anticipadas de aprobación y, por si fuera poco, le “recordó” que Argentina está “demorada” en la formalización por decreto de la designación de los bancos que representarán al país en la negociación con los acreedores privados.
La cuestión de fondo es que el obstáculo, en este asunto, no es formal ni burocrático. Concretamente, el FMI reclama que el Gobierno acepte las condiciones que quieren imponer los tres bancos designados –Merrill Lynch, UBS y Barclays– en lo referente a las “cláusulas de salida”. Es decir, en qué circunstancias las entidades podrían desistir de seguir adelante con su tarea y si aun así tendrían derecho a cobrar alguna remuneración. Otro punto vinculado a esa negociación es el tema de la jurisdicción para eventuales conflictos judiciales sobre los bonos de la “nueva” deuda reestructurada. El FMI pretende, como siempre lo han impuesto, que sean los tribunales de Nueva York. Argentina, esta vez, reclama que sea la Justicia argentina, como corresponde a títulos soberanos como los de la deuda pública. Con estas diferencias irresueltas, difícilmente mañana, lunes, haya decreto.
La decisión del Gobierno fue responder al nuevo embate de Krueger con un fuerte contraataque: anunciar que las autoridades argentinas estaban preparadas para un eventual escenario de ruptura. Fernández se prestó a hablar sobre la posibilidad de default en una entrevista radial, tema sobre el que pidió “no dramatizar ni exagerar” y remarcando que el Gobierno estaba trabajando “para que ello no ocurra”. Pero al mismo tiempo, no sólo no descartó esa posibilidad sino que, directamente, dijo que la administración nacional estaba preparado para llevar adelante “un plan alternativo” al que se había comprometido a cumplir con el Fondo.
Un economista cercano al Gobierno explicó que “sería como deshacernos del Fondo sin salir del Fondo”, en el sentido de que no sería una renuncia al organismo pero sí dejar de pagarle y abandonar las condicionalidades de los acuerdos de refinanciación. “Hoy Argentina está en mejores condiciones de hacerlo que nunca antes, porque frente a la imposibilidad de conseguir plata fresca en el exterior que esa alternativa supondría, la compensa con un enorme superávit comercial”, especuló. Además, se le abriría la posibilidad al Gobierno de “hacer una mejor propuesta a los bonistas al tiempo que se entra en default con el Fondo: sería una movida inteligente”, agregó.
Seguramente la búsqueda de salidas continuará durante todo el día de hoy y los que vendrán, pero como están planteadas las cosas al Gobierno se le presentarán tres escenarios posibles a partir de mañana, según el camino que elija:
1. Continuar hasta último momento (lunes a la noche) buscando algún gesto o señal del Fondo que permita suponer la intención del directorio del FMI de aprobar las metas, y en función de ello ordenar el desembolso en favor de ese organismo de los 3100 millones de dólares el día martes. Krueger descartó el viernes la posibilidad de otorgar ese guiño y el aumento de la tensión, a estas horas, hace suponer que ahora el Gobierno no se conformará con menos de una declaración explícita de aprobación de la revisión.
2. Mantener la situación tensa más allá del martes, pasando formalmente al default desde ese día pero negociando la forma de resolver y distender la situación en los días inmediatos. También en este caso se le reclamará al Fondo algún gesto de aprobación, pero con la demora en el pago se buscaría hacer una demostración de fuerza hacia el futuro.
3. Argentina anuncia que no paga, se declara en default por la “mala fe” del Fondo en aprobar las metas, dando por caído el acuerdo. Una ruptura política que obligaría a una clara toma de posición tanto del G-7 como de otros países deudores, principalmente Brasil.
Por las características del Gobierno, es de suponer que el tercero no es el escenario buscado. Pero a la actual conducción del país le cabe la responsabilidad de haberlo asentado ayer como una alternativa posible. Posiblemente haya sido una forma de tensar la cuerda para acercar el desenlace hacia la alternativa 1 o, en su defecto, a la alternativa 2. Pero la sola mención de que existe un plan B genera otra calidad de discusión.
“Lo que es seguro, a esta altura, es que el Gobierno no va a pagar sin pedir algo a cambio del Fondo, la firma de la aprobación de las metas o al menos un compromiso de que firmará”, señalaba anoche a este diario un hombre de consulta de altos miembros del equipo económico. “La posición argentina hoy es muy firme y al Fondo no le conviene tirar tanto de la cuerda que la lleve a un escenario de ruptura”, evaluó. “En Economía esto se sabe, por eso es que están descartadas las posturas como la de González Fraga o Gerchunoff, que recomiendan pagar porque, igual, después el Fondo va a aprobar y va a restituir la plata: son posturas que siguen paradas desde una posición de debilidad.”
El Gobierno parece confiado en su propia fuerza y en que logrará imponer respeto con un discurso duro. Y no lo hace pensando en ganar una pulseada hoy sino en posicionarse mejor con vistas a una discusión mucho más trascendente. En septiembre, deberá “renovar” las condicionalidades del acuerdo con el Fondo y fijar las “metas” para 2005. La conducción política del país, más que la económica, aspira a no llegar con las manos atadas a esa mesa de negociación, lo que resultaría de haber demostrado debilidad en las dos pulseadas previas: la segunda (la actual) y la tercera revisión (en junio) del acuerdo vigente. Y tampoco quiere atarse de pies y manos para sus políticas públicas del año siguiente. Es el crucial año de “mitad de mandato” para Kirchner, momento para el cual es posible que ya no existan cheques en blanco y deba empezar a mostrar qué respuestas logró para las aspiraciones de la sociedad.

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Anne Krueger, titular interina del Fondo. Trato cordial con Lavagna, pero una postura inflexible.
Ayer, el gobierno argentino tensó la cuerda a un punto hasta ahora inédito, al borde de la ruptura.
 
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