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Por S. F.

Cuando era un gurí de pantalón cortito, uno más de los que habitaban La Teja –el mítico barrio de Montevideo–, le gustaba la biología y la medicina. Nunca pensó en hacer política, ni mucho menos imaginó que sería el primer intendente electo por la izquierda en esa ciudad. Creció en una casa de la calle Heredia, que tenía grandes piedras en el techo para que no se volaran las chapas. Estudió en la facultad y se recibió de médico. Especializado en oncología, el frente de lucha de Tabaré Vázquez era los enfermos de cáncer, por entonces su peor enemigo, que en menos de seis años acabó con la vida de su madre, su padre y su hermana. Pero después de haber presidido dos clubes de barrio, Arbolito y Progreso, llegaría la hora de la política. “La tercera es la vencida”, bromeaba una uruguaya, impaciente porque el candidato a presidente por el Frente Amplio-Encuentro Progresista no aparecía por la sala José Hernández, donde lo estaban esperando más de quinientas personas. Pero Tabaré llegó, y además de participar en la presentación de un libro que lo tiene como protagonista excluyente, el acto, que tuvo mucho de “lanzamiento de campaña”, funcionó como el mejor termómetro para medir el grado de adhesión que suscita aquí el favorito de la próxima elección presidencial, que ya intentó en dos oportunidades vencer la hegemonía bipartidista entre blancos y colorados.
Conversaciones con Tabaré Vázquez, escrito por Carlos Liscano, reconocido periodista del semanario Brecha, es el resultado de una larga serie de entrevistas, que no sólo desentrañan las ideas y percepciones del militante político, sino que revelan al hombre sencillo, que antes de cumplir el sueño familiar de “mi hijo, el dotor”, trabajó en una carpintería, vendió diarios y hasta integró la quinta división del Wanderers. Además del autor, estuvieron en la presentación del libro el ex intendente de Rosario Hermes Binner y el jefe de Gabinete de la Nación, Alberto Fernández. “Lo que más me conmueve de Hamlet –señaló Tabaré Vázquez– no es el célebre monólogo del acto tercero, aquel que empieza diciendo ‘ser o no ser’, sino algo que expresa casi al inicio de la obra. ‘Yo no sé parecer’, responde el príncipe de Dinamarca, cuando se le señala que no debiera mostrarse tan abatido por la muerte de su padre. Aunque no soy famoso como el personaje de Shakespeare, yo tampoco sé parecer”, señaló Tabaré Vázquez. “No creo que el destino de los pueblos esté predeterminado, que el pueblo argentino y el uruguayo estén irremediablemente condenados al déficit económico, al déficit nutricional, al déficit educativo, al déficit laboral o al déficit democrático. Son los pueblos los que construyen su propio destino y no podemos dejar esa tarea en manos de otros; tiene que estar en nuestras manos, en la de todos, sin excluidos, sin proscriptos, participando activamente en la confección de nuestro destino.”
El candidato presidencial por el Frente Amplio-Encuentro Progresista recordó lo que expresó Gabriel García Márquez al recibir el Premio Nobel de Literatura: “‘El gran drama de la región latinoamericana es cierta extraña pero implacable forma de soledad. ¿Por qué la originalidad que se nos admite sin reservas en la literatura se nos niega con tantas suspicacias en nuestras tentativas tan difíciles de un cambio social?’, se preguntaba el colombiano. Casi 22 años han transcurrido desde entonces y el interrogante sigue planteado. La respuesta está en nosotros, que debemos unirnos y construir una nueva y arrasadora utopía de la vida. Como decía Artigas, nada podemos esperar que no sea de nosotros mismos”.
“Tabaré representa a los que nunca en la historia del Uruguay tuvieron voz, a quienes nunca nadie representó: a los hombres y mujeres del trabajo, a los peones, a las sirvientas, como fueron mis bisabuelas, mi abuela, mi madre y mis tías –señaló Liscano–. Hace 40 años, desde los 14, que espero el cambio a favor de los más débiles en mi país. No es un secreto que soy un escritor de opiniones conocidas que vota a la izquierda. Tabaré Vázquez es la esperanza de un cambio y la ilusión de una vida digna para los uruguayos, para los jóvenes que se han quedado sin ilusiones y se van del país.”
Binner opinó que el libro expone la síntesis de la personalidad de Tabaré: la coherencia entre la idea y la práctica. “Quisiera rescatar la democracia participativa como idea rectora, porque Montevideo fue un ejemplo de descentralización al incorporar en la democracia a la propia gente. Este es un elemento distintivo para aquellos gobiernos que quieren sumar a los desamparados, a los postergados y a los marginados en la escena de las decisiones. Una tarea que nos enseña Montevideo, la de derrotar al neoliberalismo con políticas activas que incorporen a los humillados por el modelo de exclusión”, dijo el ex intendente de Rosario.
En reemplazo de Cristina Fernández de Kirchner, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, admitió que hace años que sigue de cerca la “mítica figura de ese hombre que puede dar vuelta la historia de un país, que parecía insondable a las fuerzas progresistas”. Fernández recordó que Yupanqui decía que el amigo es aquel que es como uno mismo, pero con otra cara. “Uno habla dos minutos con Tabaré y siente que tiene tanto en común, tanto para compartir, tanto futuro para transitar. A lo largo del libro, Tabaré rescata su origen y eso habla muy bien de él, porque un político que no olvida su cuna siempre vivirá comprometido con ese lugar. Lo peor que le pasa a la política es cuando el político se olvida de aquellos intereses que dice querer representar”, subrayó el jefe de Gabinete.