ESPECTáCULOS › CINCO MUJERES ENAMORADAS DE LA MUSICA DEL MUNDO

Violetas, desde Zaire hasta Tucumán

 Por Karina Micheletto

Violetas son cinco mujeres que hacen música. Aunque a veces incluyen algún invitado ocasional, tienen sus voces por todo instrumento. ¿Qué cantan las Violetas? Viejas canciones de Ruanda y Zaire, canciones de Navidad de Bulgaria, canciones de cuna de Indonesia, canciones populares afro-venezolanas. Y vidalas de Catamarca, y bagualas de Tucumán. Lo extraño es que todo suena dentro de una lógica propia que hermana ritmos que podrían sonar exóticos o excluyentes de las bateas de world music con los del norte argentino. Hoy a las 21 en NoAvestruz (Humboldt 1857) será la última de las presentaciones del ciclo que Violetas (Ana Sánchez, Claudie Iglesia, Laura Estivill, Virginia Borches y Paula Balmetti) hicieron durante el mes de mayo, antes de un receso obligado: tres de ellas están embarazadas y con fechas de parto próximas. Así que pasarán unos meses hasta que vuelvan al ruedo con la grabación de un segundo disco, según tienen planeado, después de un debut con Lejas tierras, en el que participan músicos como Santiago Vázquez y Luis Volcoff como técnicos en la grabación.
Las parientas más cercanas y reconocibles de Violetas son las cordobesas De Boca en Boca, que adquirieron notoriedad como grupo vocal femenino y, también, interpretando canciones de lejas tierras. Los dos grupos hasta tienen un tema en común, tomado al mismo tiempo sin saberlo. “Evidentemente es algo que está dando vueltas en el inconsciente colectivo. Tampoco es casual que de repente se empiece a hablar de world music, una categoría que antes ni existía”, explican ellas con naturalidad.
–¿De dónde sacan el repertorio?
Laura Estivill: –Hay muchas cosas de todo el mundo dando vueltas, sólo es cuestión de prestar atención. También tenemos una red de gente que siempre está con el oído atento. Más que armar un repertorio nos va llegando.
Virginia Borches: –Aunque esas cosas que circulan no siempre son de fácil acceso. Por ahí te llega un cassette viejo, o grabado, o algo que alguien compró en un viaje a un grupo que escuchó en la calle. Y muchas veces no hay ninguna referencia escrita, no tenés más información que lo que estás escuchando, o vas a la cajita y lo único que dice es “canción popular”.
–Muchos de los temas que interpretan son bastante extraños al oído occidental. ¿Cómo los abordan?
Claudie Iglesia: –No nos resulta una barrera, en realidad no nos suenan tan extraños. A mí, por ejemplo, hay cosas de Bulgaria que musicalmente me son súper afines. No sé por qué, tal vez será porque tengo una formación clásica, y hay algo común por ese lado.
–¿Investigan por fuera de lo musical la cultura de los países de origen de sus canciones?
Ana Sánchez: –No como método. Quizá te topás con algo que te gusta porque sí, aunque suene muy extraño, te dan ganas de cantarlo y ahí empezás a sentirlo afín a vos, cuando lo hacés tuyo. Y enseguida te dan ganas de saber qué dice, de dónde viene. Aunque no siempre se puede.
Paula Balmetti: –Con una canción de cuna de Indonesia, por ejemplo, me fui a averiguar a la embajada. Pero ahí la escucharon y no tenían idea, porque en Indonesia hay cerca de doscientas etnias y muchos dialectos y ni siquiera entendían lo que decía. Todo lo que pudieron decirme es que era “de una isla”. Me ofrecieron otra canción de cuna, que supuestamente representaba más la cultura de Indonesia. Esa versión “oficial” era bastante fea, sonaba mucho más occidental.
–¿Las van a ver más mujeres que hombres?
Paula Balmetti: –La cosa es bastante pareja. Sí son distintas las reacciones: hay algo muy femenino que se pone en juego, y pega distinto según el sexo. Las mujeres siempre vienen cuando termina el show a felicitarnos. Los hombres no, se quedan mirando de lejos. Pero después son los que mandan los mails. Se ve que prefieren devoluciones más indirectas.

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