ESPECTáCULOS › ENTREVISTA A LOS PERIODISTAS ROMAN LEJTMAN Y MARCELO LONGOBARDI

“La TV faranduliza hasta la crisis”

Los conductores de “Fuego contra fuego”, por Azul TV, aseguran que hasta ahora han conseguido privilegiar el rigor periodístico por sobre sus diferencias ideológicas personales. En esta nota hablan sobre periodismo en televisión.

 Por Emanuel Respighi

“La idea del ciclo es contar todo. Nosotros no vamos a poner nada en el aire sin que la información esté chequeada, por el simple hecho de diferenciarnos. Trabajamos con responsabilidad”, define Román Letjman. “La actualidad está muy caliente y la televisión actual está re-loca. Entonces, todos apuestan a los periodísticos”, acota Marcelo Longobardi. Los conductores, que tienen obvias diferencias personales e ideológicas, que suelen aflorar en la pantalla, parecen satisfechos, empero, de compartir “Fuego contra fuego”, una apuesta de Azul TV en el horario central de la competencia nocturna. La idea de la gerencia del canal es que ante la dinámica de la crisis argentina, y la necesidad diaria de los espectadores de encontrar análisis e información, no es descabellado en absoluto una tira casi diaria (de martes a viernes) a las 22. El programa tiene un rating que promedia los 5 puntos, pero ha tenido días en que sumó más de 8.
No es la primera vez en que Lejtman y Longobardi trabajan juntos en televisión pero, a todas luces, y pese a lo que pase en el futuro, la más larga. La primera apuesta conjunta fue en los años 90, cuando el dueño de América era Eduardo Eurnekian. Los dos periodistas (junto a Luis Majul y Alfredo Leuco) intentaron poner al aire “Sin límites”, un ciclo de investigación. Sin embargo, cuando iban a emitir un informe acerca de la pista de Anillaco, el primer programa fue levantado, en una clara operación de servilismo hacia el gobierno que encabezaba Carlos Menem. Era el momento en que una empresa del dueño del canal bregaba por conseguir el negocio del manejo de los aeropuertos. “Lo primero que preguntamos antes de aceptar esta propuesta de Azul fue si Duhalde tenía una pista en Lomas de Zamora. Como no tenía, nos dimos cuenta de que la continuidad laboral estaba asegurada, al menos por un tiempo”, dice Lejtman. Longobardi lo mira, serio.
–¿Por qué creen que en la actualidad hay tantos periodísticos en la televisión?
Marcelo Longobardi: –Porque la Argentina se ha disparado quién sabe hacia dónde. Debo decir que, lamentablemente, gran parte de los ciclos periodísticos son cualquier cosa. Aunque hay algunos buenos, hay otros, que son muchos más, que no lo son. Esa es la lógica de la televisión actual, que faranduliza inclusive la crisis e intenta hacer rating hasta con la tragedia. Un síntoma es que, hace cinco años, conseguir un laburo en la televisión era imposible, sólo de algunos privilegiados. En cambio, hoy llega cualquiera.
Román Lejtman: –Puede ser, pero a mí me da la impresión de que ahora hay mucha información. Y eso es bueno. Me parece que el fenómeno más interesante de la televisión actual es que hay mucha variedad de análisis y perspectivas, lo que contribuye en definitiva a que la gente sepa lo que pasa, para que después cada uno saque sus propias conclusiones. Es un proceso interesante.
–Los programadores afirman que el boom de los programas periodísticos se debe a que existe entre los argentinos una “necesidad” de estar informados. ¿Una mayor cantidad de ciclos informativos garantiza una mejor calidad de la información?
R.L.: –Cuanto más periodísticos haya, más información va a haber. Lo que pasa es que va depender de la formación de cada uno, de su mirada ideológica y de las fuentes a las que recurre, para saber si esa información está bien planteada o tiene algún interés detrás. El elemento interesante de nuestro programa es que a pesar de tener miradas diferentes, cuando damos la información tratamos de hacerlo de forma objetiva. No la mezclamos con el debate que determinado tema genera luego entre nosotros. Esa es una clave.
M.L.: –Hace ocho años había en la televisión sólo tres programas periodísticos. Ahora todo cambió: hay canales y radios que se dedicanexclusivamente a las noticias durante todo el día. Y, encima, la televisión de aire tiene al menos ocho ciclos que analizan la actualidad. Esto, de alguna manera, ha enloquecido a la sociedad argentina. Debe haber pocos casos en el mundo en el que prendés la TV a cualquier hora y siempre hay un bolonqui. Y este proceso tiene un cierto peligro, ya que la competencia se vuelve exacerbada. Una cosa es que compitan telenovelas y otra, muy diferente, es competir con la realidad. El peligro radica en que los programas se vean forzados a estirar más la realidad de lo que la realidad da. Armar más quilombo del existente por el hecho de competir con la maldad. Eso, tal vez, está ocurriendo.
R.L.: –Es que no puede ni debe haber competencia entre los periodistas, ya que cada uno mira la realidad como puede o como quiere. Por eso creo que pueden haber tantos periodísticos como miradas o periodistas haya. Es tremendo y patético pensar que un colega le gana a otro por forzar la realidad.
–¿Están sugiriendo que es poco posible hacer buen periodismo en el mundo de la TV, en el que el rating y el escándalo mandan?
M.L.: –No creo. Para mí, el periodismo de verdad está en los diarios. Hay personas que transitan permanentemente por la televisión simplemente porque son escandalosas y tienen rating. Eso no pasa con los diarios. Creo que en la televisión hay una suerte de deformación de la agenda periodística. Si estos personajes dicen cosas interesantes o no, no importa un carajo. Por eso digo que la obsesión por el rating puede deformar el trabajo del periodista.
R.L.: –A mí me parece que uno debe ser serio siempre, no importa en qué formato trabaje. Uno puede ser serio en la radio, en un diario y en la televisión. No creo que dependa del medio, sino de la persona.
M.L.: –Hay una famosa y sabia frase que alguna vez dijo Marcelo Mastroianni y que describe muy bien lo que pienso sobre esta cuestión: “La televisión es una mierda”.

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Lejtman y Longobardi ya habían trabajado juntos en el muy efímero ciclo “Sin límites”, por América.
 
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