ESPECTáCULOS › “LIVE AT THE HORDERN PAVILLION”,
UN DVD IMPERDIBLE DEL GRAN CARLOS SANTANA

Cuando la guitarra tiene apellido

El show registrado en 1979 en Sydney, Australia, permite sumergirse en la particular fusión de ritmos y estilos que hace de Santana un caso único. Y, por sobre todo, está ese sonido inimitable, verdadera marca de fábrica.

Por Claudio Kleiman

Podría decirse que Santana y la guitarra eléctrica son prácticamente sinónimos. Su tono, instantáneamente reconocible con sólo unas pocas notas, es inconfundible: el sonido suntuoso, brillante, las melodías audaces, líricas, penetrantes. Es un sonido sostenido, capaz de evocar por momentos un violín o un instrumento de viento, pero más que nada el llanto o el grito, la alegría sin límites o la tristeza infinita, el inagotable cúmulo de emociones de la experiencia humana. Alguien dijo que todos los grandes guitarristas hacen cantar a su instrumento como la voz humana, pero Santana hace cantar a su guitarra como el corazón. “A veces las palabras se interponen en el camino”, dijo una vez. “Pero cuando hacés –y procedió a descerrajar unas notas dulces y agudas de su instrumento–, palestinos, hebreos, aborígenes, mexicanos o chinos, esto habla de una forma realmente clara.”Ese lenguaje universal es uno de los muchos atractivos de Santana Live at The Hordern Pavillion, el DVD en vivo en Sydney que Página/12 ofrece a sus lectores a partir de mañana.
Santana viene hablando al mundo a través de su guitarra desde 1969, cuando sorprendió en el Festival de Woodstock, que convertido en film llevó su sonido incandescente a una cultura joven por entonces en ebullición. El mismo año aparecía su álbum debut, que contenía Soul Sacrifice, la extensa tour de force que dejó atónito a todo Woodstock, y su primer hit Evil Ways. Su estilo ya aparecía plenamente formado desde el comienzo, pero la búsqueda continúa hasta hoy. Santana buscó en distintas culturas para extraer los mejores materiales. Elementos de ragas hindúes, baladas gitanas, armonías jazzísticas e incluso la música clásica europea conviven con los ingredientes fundamentales de su amalgama: blues, rock y r&b, aunados con los ritmos y la tradición latina, que él prefiere denominar afrocubana. “La mayoría de la música que me encanta viene de Africa”, explicó. “Lo europeo es bonito, pero no me gusta, porque son valses y polcas. Me gusta el ritmo desnudo, de Africa. Aquí le llaman latin, pero yo le digo afrocubano. Cuando los moros conquistaron España, de ahí agarraron los españoles su sabor, así que incluso la mayoría de la música de ellos es africana. Me gusta de todo, porque mi padre me enseñó primero la música clásica. Y estaba aburrido, lo aprendí para darle el gusto a mi papá. Pero por la noche aprendía las cosas de B.B. King o Little Richard, y más tarde de Jimi Hendrix.”
Hoy es fácil subestimar la influencia de Santana, porque sus innovaciones fueron tan ampliamente aceptadas que ya forman parte del lenguaje. Pero Carlos Santana, al frente de su banda surgida en San Francisco en la segunda mitad de los ’60, fue el primero en incorporar las complejas polirritmias de la música latina dentro del rock, creando su forma de world music mucho antes que existiera la etiqueta. Son pocas las vertientes de la música actual que escapan a su influencia: desde el rock latino hasta el hip hop, pasando por las múltiples variantes de la fusión, el reggae, el acid jazz y un largo etcétera. Santana es un caso aparte también en lo que se refiere a su permanencia: de los artistas de Woodstock, es el único que consiguió reinventarse en el nuevo siglo al gusto de las jóvenes generaciones, a través de colaboraciones estelares con artistas que de una u otra manera reconocen su influencia.

De Autlan a Woodstock
Santana nació en 1947 en Autlan, México. Su padre José era violinista y cantante mariachi, pero cuando la familia se mudó a Tijuana, cerca de la frontera con EE.UU., el joven Carlos cambió del violín a la guitarra, influido por la música que escuchaba en la radio. Sus primeros ídolos fueron B.B. King, T-Bone Walker y John Lee Hooker. En los ’60 descubriría a bluseros blancos como Eric Clapton y Michael Bloomfield, y también a Jimi Hendrix, quien junto a B.B. King se convertiría en su máxima influencia. Santana descubrió el jazz a través de John Coltrane, y absorbió los trabajos de guitarristas como Gabor Szabo, Wes Montgomery y Grant Green. A comienzos de los ’60, la familia se mudó a San Francisco, próxima a convertirse en epicentro del flower power: el joven Carlos se hizo hippie, bajo el influjo de ese clima de desprejuicio. En el verano de 1966 formó la Santana Blues Band, junto al tecladista y cantante Greg Rolie, cuyo órgano Hammond dotaría al grupo de un sonido casi tan característico como la guitarra. El promotor Bill Graham tomó a la banda –que acortó su nombre a Santana– bajo su padrinazgo. Fue él quien hizo debutar a Carlos en el legendario Fillmore West, utilizó sus relaciones para hacer que la banda firmara un contrato con Columbia y consiguió que fueran incluidos en Woodstock, aunque no tenían disco editado.
La alineación de Santana de la era Woodstock, que incluía al baterista Michael Shrieve y al percusionista José “Chepito” Areas, realizó tres discos clásicos entre 1969 y 1971, Santana, Abraxas y Santana III, antes de disolverse para dar lugar a una época de experimentación, con álbumes como Caravanserai, de 1973, el año en que el grupo visitó por primera vez la Argentina. Santana se convirtió en la primera banda internacional de rock de renombre que tocó en el país, brindando recordados recitales en el Luna Park y en el ya desaparecido estadio de San Lorenzo.
Las exploraciones de Santana en el terreno del jazz incluyen álbumes junto con John McLaughlin y Alice Coltrane, a la vez que colaboraciones con gente como Joe Farrell, Flora Purim y Dave Holland. Luego de un retorno a su sonido más clásico con trabajos como Festival y Moonflower, hacia fines de los ’70, Santana produjo un viraje hacia una música que, sin abandonar la herencia latina, tenía puntos de contacto con el hard rock que se imponía en las FM estadounidenses. El resultado fue una nueva serie de hits como Open Invitation, She’s not there y You Know that I Love you, incluidos en el DVD. Esta etapa se prolongó hasta fines de los ’80, en que Santana, con álbumes como Blues for Salvador y Milagro, obtuvo un renacimiento artístico que no consiguió un suceso similar en lo comercial. En 1993 llegó aquí por segunda vez para presentarse en Vélez, en una gira sudamericana que quedó registrada en el disco Sacred Fire Live in South America. Poco después, luego de casi 30 años de actividad, siguió un período de relativa tranquilidad, que se extendió hasta fines de esa década, cuando Santana firmó con Arista, el sello dirigido por Clive Davis. Fue Davis el encargado de producir e idear junto a Carlos el álbum que lo llevaría de nuevo a la notoriedad mundial, Supernatural, editado en 1999. Con estrellas como Lauryn Hill, Eagle-Eye Cherry, Eric Clapton, Rob Thomas de Matchbox 20, Wyclef Jean, Everlast, Maná y Dave Matthews, se disparó al primer puesto del ranking, al igual que el single Smooth, con Thomas. Las ventas de Supernatural superaron los 10 millones de copias, y el disco recibió once nominaciones para los Grammy, de las cuales se alzó con 8. La fórmula se repitió en el 2002 con Shaman, que incluyó participaciones de Macy Gray. P.O.D., Dido, Alejandro Lerner, Seal, Ozomatli, Plácido Domingo y Michelle Branch. La colaboración con esta última, The Game of Love, le hizo acreedor a su último Grammy.
Santana ha estado casado durante 32 años con su esposa Deborah, con la cual estableció la Milagro Foundation en 1998, que lleva recaudados más de 2 millones de dólares destinados a niños y jóvenes en las áreas de salud, educación y artes. A partir del 2003 se comprometió con ayuda y donaciones a programas para combatir la pandemia de sida en Sudáfrica, a través de la organización Artists for a New South Africa. Es miembro del Rock and Roll Hall of Fame, lleva vendidos más de 90 millones de discos y fue honrado con la mayor cantidad de Grammy otorgada a un solo proyecto en la historia de los premios, por Supernatural. Actualmente, Santana está grabando su álbum número 38, cuya salida está prevista para este año.

El DVD
El DVD Santana Live at Hordern Pavillion presenta la versión 1979 de la banda en una actuación en Sydney, Australia, durante las giras internacionales que siguieron a la edición de Marathon. La alineación del grupo incluye a Carlos, el baterista Graham Lear, el bajista David Margen, Raul Rekow y Armando Perazza en percusión, el tecladista Alan Pasqua,
Chris Solberg en guitarra y el cantante Alex Ligertwood. Durante las sesiones de grabación, la banda realizó giras que incluyeron Asia, Norteamérica, Europa y Australia. Esto queda de manifiesto en el recital de Sydney, donde Santana funciona como una ajustadísima máquina bajo la férrea dirección de Carlos, que con su mirada dirige los movimientos de los músicos y organiza los complejos cambios rítmicos.
El repertorio combina clásicos junto a éxitos recientes de la banda, como You Know that I Love you y Lightning in the Sky (de Marathon), Open Invitation y la versión del clásico de Buddy Holly Well All Right. She’s not there, un tema del grupo inglés The Zombies compuesto por Rod Argent, también fue un éxito cuando apareció en el álbum Moonflower, de 1977, y en esta versión alcanza un caliente clímax. En cuanto a los clásicos de su primer período se incluye Evil Ways, de su primer álbum, así como su magistral combinación de Black Magic Woman (de Peter Green, Fleetwood Mac), con Gypsy Queen (de Gabor Szabo), que apareció en Abraxas. Aquí, Santana permite el lucimiento de los percusionistas, dando lugar a solos de Rekow y Perazza, un veterano de las primeras épocas del grupo.
Uno de los grandes momentos de un recital intenso y ajustado es la interpretación de Santana de una de sus mejores baladas instrumentales, Europa (Earth’s Cry Heaven’s Smile), que se convertiría en un hit en la versión del Gato Barbieri. Al final del tema, Carlos sostiene una nota casi indefinidamente mientras la percusión desata un vendaval rítmico, para finalmente liberar la tensión contenida en un torrente de notas. Durante el último tema, Evil Ways, Carlos invita en la percusión a otro músico legendario, Carmine Appice, baterista que había pasado por Vanilla Fudge y las bandas de Jeff Beck y Rod Stewart, entre otros. El concierto es una buena representación de la fuerza y profesionalismo que siempre fueron una característica de los shows de Santana a través de las décadas, asegurando su supervivencia como una perpetua atracción en concierto.

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