ESPECTáCULOS › EL DEBATE SOBRE EL ROL DE LOS MEDIOS

Discusiones sin pantalla

Periodistas, guionistas y programadores participaron de un nuevo encuentro de “Compromiso ante la ciudadanía”. Hubo intercambio de ideas y algunos cruces con el público presente.

 Por Silvina Friera

El debate sobre el deterioro de los contenidos en la televisión funciona como una caja de Pandora por la que asoman diagnósticos más complejos de lo que aparentan a simple vista, ideas y propuestas sugeridas por los intelectuales, periodistas y especialistas que se han sumado a la iniciativa “Compromiso ante la ciudadanía”, impulsada por el Fondo Nacional de las Artes (FNA). Pero también a veces se enciende esa luz amarilla que la sociedad argentina se niega a mirar porque prefiere cruzar rápido y hacerse la distraída: el autoritarismo adormecido que emerge cuando se “sacan los trapitos al sol”, y que impide poder escuchar lo que los otros dicen, cuando no es lo esperado o no se amolda a la “verdad” de quien pretende escuchar. No fue un dato menor que algunas de las personas que se acercaron el martes a la Casa de la Cultura hayan descalificado (ver aparte) a dos de las panelistas más vinculadas con el universo televisivo: Liliana Parodi, encargada de la programación y seguimiento de las noticias en América 24, y Liliana Escliar, guionista de Mujeres asesinas (Pol-ka). Y también, en parte, a Horacio Embón, coordinador de la mesa, que incluyó, además, a Luis Bruschtein, periodista de Página/12 y director de la revista Lezama.
Pero más allá de este detalle –central, si se cree, con cierta ingenuidad, que el debate sólo puede llevarse adelante sin la intervención de quienes participan en la elaboración de los contenidos tan cuestionados–, Parodi matizó el problema del uso correcto del lenguaje en la televisión. “El tema de la palabra es muy amplio, usar bien las palabras o conjugar correctamente los verbos no quiere decir que lo que se trasmite sea más o menos dañino –explicó–. Conozco mucha gente en la televisión que no dice malas palabras, que no es soez y hace mucho más daño que aquellos conductores que hablan mal.” Bruschtein planteó que se pensó la televisión como parte del mundo del entretenimiento, pero ahora es más importante que la escuela y la familia. “Los chicos y las personas se relacionan con la sociedad y con su propia realidad fundamentalmente a través de la televisión.” La coordinadora de Programación y seguimiento de noticias de América 24 subrayó que hoy se le exige a la televisión que ocupe lugares que en general no ocupa el Estado. “Por más beneficencia que haga un canal o las personas que vayan a contribuir a una causa justa no van a lograr salvar lo que el Estado no está dando.”
Bruschtein hizo hincapié en la organización de la televisión actual y la ausencia de democracia a la hora de pautar la programación. “¿Quiénes intervienen en la decisión de contenidos? Los dueños de las empresas, que cada vez son menos porque los procesos económicos tienden a la concentración, y los grandes avisadores. La sociedad interviene sólo a través de lo que se llama el rating.” En el corte de ruta de Tartagal, recordó el periodista el comienzo del movimiento piquetero, participaba toda la población. “La gente quería trabajo genuino y no planes Trabajar. Los dirigentes discutían entre ellos y como no se pusieron de acuerdo sobre quién iba a ser el orador final para el levantamiento del corte, decidieron que fuera un movilero del canal. La televisión era un elemento de inclusión de esa población que es fronteriza con Bolivia y que tiene más relación con ese país que con Argentina, y la televisión era lo que ellos compartían con el resto de los argentinos. Había un elemento de inclusión importantísimo y al mismo tiempo de enajenación, porque esa lucha y ese reclamo eran producto de esa comunidad.” Para Escliar, los medios han terminado, de una manera bastante rara, mediatizándolo todo: “Lo que no se representa no existe”.
Parodi advirtió que hay que debatir más sobre la televisión pública. “A lo mejor si hiciéramos otra televisión pública nadie miraría los canales privatizados”, opinó. Escliar dijo que el error consiste en pretender que la televisión pública se ponga a competir con la privada, y Bruschtein precisó que Tito Cossa propuso que Canal 7 pasara de la órbita de la Secretaría de Medios al área de la Secretaría de Cultura, para que fuera “más público y menos oficial”. Pedro Simoncini, con más de 40 años de trayectoria en la televisión, y actual presidente de la Asociación Civil Contenidos, Medios y Sociedad, escuchaba las intervenciones como uno más hasta que Embón le pidió que opinara. “La televisión no es un negocio comercial –aseguró–. La Ley de Radiodifusión que existe desde 1957, la 22.285, dice en su artículo 1: ‘La radiodifusión es un servicio de interés público, la actividad comercial es solamente un medio para cumplir ese servicio’. Cuando hay empresarios que transforman esa actividad de servicios en una actividad comercial están desviando el eje de su actividad. Y si existe un Estado que consiente, que no aplica las normas legales vigentes, el problema se transforma en algo insoluble, y la aceleración y acumulación de esos problemas nos trae a la situación que tenemos hoy”, explicó Simoncini.

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Luis Bruschtein, Liliana Parodi, Horacio Embón y Liliana Escliar, en la Casa de la Cultura.
 
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