ESPECTáCULOS › DESIGNACION DE MARCELO LOMBARDERO EN EL TEATRO COLON

“La razón de ser es el espectáculo”

El cantante y régisseur fue nombrado como director de ópera y coordinador artístico por el secretario de Cultura, Gustavo López.

 Por Diego Fischerman

“En el medio de la peor crisis de la Argentina, hace dos años, pensar en un teatro abierto era un absurdo. Y, sin embargo, el Teatro Colón se mantuvo abierto”, dice Marcelo Lombardero. El cantante y régisseur acaba de ser nombrado director de ópera en el Teatro Colón. Habla de la historia reciente de la sala y remarca que, “si el Colón estuvo abierto fue en gran parte por la gente, que le puso el hombro al teatro con su trabajo, por los artistas, con sus más y con sus menos, y con una gestión que tomó la decisión de seguir adelante. Eso es algo para reflexionar. La situación actual es totalmente diferente, pero tenemos que acordarnos de eso para avanzar. Tenemos que apoyarnos en ese pasado. Esa también es la tradición del Colón”.
En la nueva estructura que conducirá el Colón, el director de ópera será quien tenga a su cargo la dirección artística y la coordinación del equipo conformado por los directores de todas las áreas del teatro. “Quisimos cambiar la metodología”, explica Gustavo López, secretario de Cultura del Gobierno de la Ciudad. “Nuestra intención es que no haya una sola persona que asuma todas las decisiones; que haya decisiones compartidas entre el director general de administración, que es quien tiene que asignar los recursos, pero a partir de una temporada que se define en función de la lírica. En un teatro como el Colón, el director de la ópera es, de hecho, quien coordina, en primer lugar, a los directores de la Filarmónica y el ballet estable, que son los que tienen la responsabilidad de diseñar la temporada principal y a la que se subordinan las otras actividades del teatro”. La otra novedad será la recuperación del cargo de director musical del teatro, que ya le fue ofrecida al talentoso Stefan Lano –que condujo en el Colón Wozzeck y Lulu de Berg, La ciudad muerta de Korngold, La condenación de Fausto de Berlioz y Bomarzo de Ginastera–. “La posibilidad de trabajar en equipo me entusiasma”, afirma Lombardero a Página/12. “Sobre todo teniendo en cuenta que se trata de un equipo excelente, de grandes profesionales y de grandes personas. Trabajar junto a Lano, si es que acepta, a Salvatore Caputo, el director del Coro, que fue uno de los aciertos que hay que reconocerle a la gestión de Capobianco, que lo nombró, a Oscar Araiz, al frente del ballet, a Diana Theocharidis y Martín Bauer, que son los directores del Centro de Experimentación, es un privilegio.”
Régisseur de El emperador de la Atlántida de Viktor Ullmann, de La fanciulla del West, de Puccini, y Diálogo de carmelitas de Poulenc, en el Colón, creador y director de la Opera de cámara de ese teatro y cantante en numerosas puestas –entre ellas un recordado El prisionero de Luigi Dallapiccola, El cónsul de Gian Carlo Menotti y El castillo de Barbazul de Bartók–, Lombardero ha participado últimamente en producciones de Rigoletto de Verdi en el Teatro Teresa Carreño de Caracas, El castillo de Barbazul y Otello de Verdi, en Bogotá, Tosca de Puccini en Medellín, Don Giovanni en el Teatro Argentino de La Plata y El Cimarrón y L’Upupa, de Hans Werner Henze, en el Teatro Real de Madrid. Su actividad artística, precisamente, fue uno de los aspectos que el secretario de Cultura buscó resguardar. “Cuando se habla de autoprogramación no suele tenerse en cuenta si el funcionario en cuestión fue llamado por antecedentes en la gestión cultural o por méritos artísticos reconocidos”, explica López. “En los casos en que se convoca a artistas que ya tienen una carrera relevante con anterioridad, en todos los teatros del mundo se espera que continúen su obra en las salas que conducen. En este caso, Lombardero decidió que no cantará en los papeles que ya tenía asignados, porque considera incompatible ponerse a las órdenes de un director y ser, a la vez, el director del teatro. Pero en cuanto a la régie, él viene haciendo una régie cada año, convocado por otros directores, y es mi intención que siga haciéndolo, porque eso prestigia al teatro y porque el Colón tiene que permitirle crecer y no impedírselo. Y así estará explicitado en su relación contractual.”
El otro aspecto que Gustavo López considera fundamental es el que involucra las cuestiones salarial, profesional y jubilatoria. “El hecho de que haya un director general administrativo permitirá que algunas cosas puedan pensarse y realizarse con tranquilidad. Parece una cuestión menor, pero el hecho de que haya alguien que no va a tener que dedicarse a otra cosa es inédito. Por otra parte, estamos en paritarias y es mi intención que arribemos a un acuerdo que fije el mejor salario posible”, dice el secretario. Y Lombardero agrega: “El primer objetivo es conseguir terminar la temporada de este año tal como está prevista. Puede haber títulos que me gusten y otros que no, puede haber cantantes que me gusten y otros que no me gusten, pero lo programado se respetará. Pero el objetivo principal, más allá de lo coyuntural, es recuperar una mística que en parte se ha perdido. Hay una enorme capacidad y una potencialidad gigantesca, pero tenemos que entender que todos tenemos el mismo objetivo, que es hacer espectáculos. Este es un teatro y un teatro existe para el público. Todos, cada uno de los que está allí cantando, poniendo la suela de un zapato, cosiendo los vestuarios, colgando las luces, tocando un instrumento, dirigiendo o haciendo los expedientes para que la maquinaria se ponga en movimiento, tenemos un único fin. Todos queremos lo mejor para el teatro. Nuestra razón de ser es poner un espectáculo todas las noches en el Colón”.

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Gustavo López y Marcelo Lombardero –director de ópera del Colón– dialogaron con Página/12.
 
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