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“No me gusta la solución fácil”

El cineasta David Lynch define así su método de trabajo, en un documental sobre su atípica carrera que Film & Arts exhibirá esta noche.

 Por Emanuel Respighi

En principio, David Lynch tiene un aspecto de hombre común que poco tendría que ver con el enredado universo psíquico de sus personajes. Pero eso puede ser un espejismo: sus films son un tratado de tortuosidades, accidentes, maldades y siniestros, una especie de retrato coral del lado negro de las cosas. En su obra, un mundo de significados oscuros late detrás de la normalidad: de hombre común, el realizador tiene sólo el aspecto. Puede decirse que films como El hombre elefante, Corazón salvaje y Terciopelo azul conforman un corpus sombrío y al tiempo fascinante. En busca de descifrar el rompecabezas que Lynch edificó a través de sus films, la señal de cable Film & Arts exhibe hoy a las 20 un documental, presidido por una entrevista en que el “director del mal”, tal como se lo conoce en Hollywood, repasa sus convicciones y obsesiones.
El crítico de cine Elvis Mitchell propone el programa como un ingreso al inquietante planeta Lynch. Recuerda, entonces, que como estudiante de la Academia de Arte de Pennsylvania, Lynch destinaba de joven una enorme cantidad de tiempo a la pintura de cuadros presididos por puntos de vista poco convencionales. Fue esa mirada desprejuiciosa y brutal la que funcionó como carta de presentación en la industria audiovisual mundial, subraya. “Uno no hace algo sólo para diferenciarse de los demás cineastas. Cuando se escribe un guión y se tiene en mente la película, uno no sabe cómo será el mundo al año y medio de haber comenzado a filmarla. Es imposible. Yo no me preocupo por esas cosas, por mostrarme diferente. Por eso mis films tuvieron buenos resultados y malos”, remarca Lynch durante la entrevista.
Su debut como cineasta se produjo en 1976, con el estreno de Eraserhead, un film que abunda sobre el contrapuesto sentimiento de amor-odio que siente por Filadelfia, una ciudad que nunca logró comprender. “La filmación llevó cinco años por falta de fondos. Filmamos durante todo un año hasta que se nos acabó el dinero, por lo que tuve que ponerme a trabajar como vendedor de diarios. Fue un proceso complicado: juntábamos fondos, filmábamos una escena y todo se detenía. Pero fue provechoso”, cuenta. “Ahora tengo dinero, pero debo hacer las películas a gran velocidad, lo que me quita tiempo para absorber bien el material. En cambio, cuando trabajo con tranquilidad, el mundo de las películas se convierte en parte de mí. Es una experiencia fantástica.”
Tras la buena recepción de esa película, Lynch fue convocado por Mel Brooks para dirigir El hombre elefante (1980), que protagonizarían John Hurt y Anthony Hopkins. “Hacer El hombre elefante fue un bautismo de fuego para mí, ya que Eraserhead había sido un proyecto muy personal, con un equipo pequeño, casi familiar”, confiesa el realizador. Inmediatamente después de filmar El hombre... comenzó a escribir el guión de Terciopelo azul, probablemente su película más visceral. Pero tuvo que esperar algunos años para poder filmarla. “Escribí dos borradores pésimos. El jefe del estudio me llamó y me criticó algunas cuestiones de los guiones. Me dijo cosas muy duras”, señala. Tras una impasse en el trabajo, Lynch finalizó el intrincado guión de Terciopelo..., que muestra cómo la tranquilidad de un pueblo es pura apariencia. “Era un mundo que conocía y desconocía a la vez. En parte son impresiones de mi propia vida, de mi propio ser, aunque hay cuestiones que provienen de otras fuentes”, remarca.
Diagramadas como juegos de misterio en los que el espectador debe hallar soluciones o acomodar piezas dispersas –a veces con mucha dificultad–, las películas de Lynch se destacan por su rebuscada composición argumental, en que las sugerencias suelen dominar a las certezas. “En mis películas –apunta el realizador–, las pistas siempre están ahí, frente a los ojos del espectador. Como leo cuentos de misterio, no me agradan los desenlaces en los que todo está resuelto de antemano. Toda historia tiene que tener algunos cabos sueltos. No debe haber soluciones fáciles, por esosiempre dejo las piezas ahí, para que cada uno piense la película a su manera.”

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Lynch, un hombre que empezó a inquietar en 1976 con “Eraserhead”.
“Uno no hace algo sólo para diferenciarse de los demás cineastas”, dice.
 
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