ESPECTáCULOS › DANIS TANOVIC, 32 AÑOS

Un joven veterano

A pesar de que El último día debe ser considerada la opera prima del director bosnio Danis Tanovic y él mismo tiene apenas 32 años, en muchos sentidos es la película de un veterano. Entre 1992 y 1994, este hijo de una familia de clase media de Sarajevo, por entonces un estudiante en la Academia de Cine local, filmó unas 300 horas en el frente de la guerra de los Balcanes, por encargo del archivo militar de Bosnia. “Lo que vi allí nunca podría llegar a reproducirse en una película de ficción”, confesaría más tarde. Como recompensa, Tanovic tuvo la oportunidad de salir de Sarajevo y radicarse en Bélgica, donde continuó con sus estudios de cine. “Bélgica es como los Estados Unidos: tienen dinero y se ocupan de la forma, pero no les interesa el contenido”, fue su conclusión.
Luego de la graduación Tanovic se mudó a París, donde en 1999 comenzó a buscar productores para un proyecto titulado No Man’s Land. Dos años después, con aportes de Gran Bretaña, Bélgica, Italia y rodaje en Eslovenia (el único país de la ex Yugoslavia que logró mantenerse casi al margen del conflicto) la película ya era una realidad y debutaba en la competencia oficial del Festival de Cannes 2001, donde obtuvo el premio al mejor guión. De allí en más, sólo fueron halagos y premios para Tanovic, hasta ganar en marzo pasado al Oscar de la Academia de Hollywood a la mejor película extranjera (en el camino quedó la Argentina El hijo de la novia, de Juan José Campanella).
“El éxito es algo curioso”, le dijo a la prensa estadounidense. “El mundo a tu alrededor cambia, pero uno sigue siendo el mismo”. Para Tanovic, la mejor recompensa fue volver a su ciudad natal y presentar su película en la apertura del Festival Internacional de Cine de Sarajevo, creado cuando aún Bosnia estaba bajo sitio, como un acto de resistencia. Más de 4000 personas vieron en una sola noche de abril No Man’s Land y vivaron su nombre. En el show que siguió a la proyección, en una plaza de la ciudad, con bandas de rock en vivo, Tanovic dedicó todos los premios de la película a los habitantes de Sarajevo. “A los chicos les traigo saludos de Sharon Stone y a las chicas de John Travolta”, bromeó acerca de su paso por Hollywood.
A pesar de que No Man’s Land fue financiada con recursos de media Europa, Tanovic –actualmente radicado en París, donde vive con su esposa belga y su hijo de dos años– insiste en que su película es enteramente bosnia. “Nadie se pregunta si los libros que Hemingway escribió en París son franceses”, se defiende, aludiendo a uno de sus autores predilectos, de quien parece haber aprendido las ventajas de la concisión en el relato. Otro de sus ídolos es Mick Jagger, a quien Tanovic le pidió autorización para que uno de sus actores utilizara durante toda la película una remera con el famoso logo de los Rolling Stones y que –cuenta orgulloso– recibió una carta del propio Jagger dándole el visto bueno.
Al igual que su película, Tanovic también se resiste a predicar o dar explicaciones simplistas sobre lo que sucedió en Bosnia. Pero, como también lo hace el film, no deja de criticar ácidamente el rol que cumplió la misión de las Naciones Unidas en el conflicto: “Permitieron que un país reconocido internacionalmente fuera violado, mientras nos tiraban un poco de comida y nos impedían defendernos”.

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