ESPECTáCULOS › LA ACTRIZ MARIANA BRISKI EXPLICA SU SHOW UNIPERSONAL

El karma de estar en el medio

Conoció la autogestión del teatro under pero también el Primer Mundo televisivo con “El show de VideoMatch”. Ahora se muestra sola con una obra en la que retrata a “personajes de transición”.

Por Cristian Vitale

Los antecedentes de Mariana Briski parecen tener cierta influencia en el título de su primer unipersonal, La del medio. Es que sus orígenes la ligan tanto a “Cha cha cha” y a la autogestión con el dúo “Las Barbis” como a programas de alta exposición como “El show de VideoMatch”, “Primicias” y “Chabonas”. Trabajó con su tío Norman Briski en Elecciones Generales, pero también apareció en Pizza Man, de Ricardo Darín. La del medio (viernes y sábado, en el Teatro Belisario, Corrientes 1624) es una obra independiente que cruza al teatro popular con la búsqueda de identidad, en las antípodas de su personaje en “Maru a la Tarde” donde Briski condimenta con chistes las recetas televisivas de Maru Botana. A pesar de ese historial, sin embargo, ella da otro sentido al nombre. “Le puse así porque es el lugar que ocupo entre mis hermanos, y porque los personajes cuentan seis historias ligadas al medio artístico. Tienen la psicología de la persona del medio, que no es la sorpresa del que figura en un lugar preponderante ni tampoco tiene el gusto lindo de ser el último. Son personajes de transición.”
–¿Trata también de reflejar a la clase media en decadencia?
–Todos los personajes pertenecen a la sufrida clase media. Nadie sabe aquí si es pobre o rico. Los personajes reflejan esa sensación de frustración, de ir a un shopping y terminar comprando en Once.
–¿Decidió escribir un unipersonal para expresar una mirada subjetiva, cerrada a factores externos?
–No en este caso. Es más, convoqué a un director, Diego Leske, para que apuntalara el trabajo dándole una forma más teatral. Leske viene de la escuela de mi tío y por eso se diferencia de mis alumnos, que se mimetizan demasiado con mi personalidad profesional. La del medio es algo que tenía guardado desde hace tiempo. Nace a partir de la curiosidad, del riesgo que uno desea para su vida. ¿Podría alguna vez tener un campito y dedicarme a la tierra como imaginé o vi en la familia Ingalls?
–¿Hay también una necesidad económica?
–Por ahora no. Todo lo que tenga que ver con lo artístico pasa por una curiosidad propia, por el deseo de verme en situaciones diferentes. De hecho, he dejado proyectos bien jugosos a cambio de verme en otros lugares. La del medio, en este plan, me permite estar cerca del público, en una onda café concert. Nunca nació desde el objetivo de ganar dinero. Inclusive, bancamos el proyecto entre mi hermana Roxana y yo, y nos cuesta lo mismo que un año de alquiler. No estamos ganando un peso... sólo recuperamos lo que invertimos.
–La situación la retrotrae a sus comienzos. Usted empezó su carrera en el teatro under...
–Y tenía muchas ganas de volver a la autogestión.
–¿Por qué hace esa diferencia?
–Porque el under puro está más asociado al teatro marginal. En cambio, yo siempre me sentí más identificada con el teatro de producciones chicas, donde uno mismo escribe los textos, elabora los personajes, arma el vestuario, la escenografía....
–¿Qué tipo de humor prefiere?
–Me gustaría aprovechar para decir que para mí el humor no es sólo contar chistes, está asociado a la tragedia. Me interesa más el humor que identifica a quien lo hace que aquel concebido sólo para que el otro se ría.
–¿”Todo X 2$”?
–Exacto. Más allá de que sea popular o no, tiene singularidad.
–¿Y “Videomatch”?
–Al principio provocaba prejuicios por el rating alto y esas cosas. Pero creo que es el único programa que puede hablar, creativamente, de política con humor.
–¿Recuerda con cariño su paso por “Videomatch”?
–Me fui porque sentía que no podía aportar más, no podía “ser usada”. Desde entonces lo veo desde otro lugar. A veces, me parece más fuerte que cualquier noticiero. Pasa lo mismo con “CQC”. Igual, la entrega del Martín Fierro habla de la escasa variedad de programas humorísticos que hay en el país.
–Usted participó de la fiesta de la entrega, el martes. ¿Qué le pareció?
–Son la representación de un país muy poco tolerante. Me pareció un trámite más. Los premios son importantes porque valoran el trabajo, pero a su vez mezclan mucha gente: está aquel que se pone ropa brillosa para que lo miren y el otro más contestatario. Los premios son parte de un juego que cada uno después resignifica a su manera. A mi tío, el premio no le va a cambiar la cabeza porque no lo comió la perversidad del sistema.
–¿Qué le dejaron los tiempos de “Cha cha cha”?
–Libertad, y la curiosidad de un niño.
–En La Bicha, la obra que dirigió hace poco, aparece la mujer asociada a la serpiente. ¿Podría explicar el simbolismo?
–Quisimos reflejar la identidad de una mujer como una bicha en todo lo que tiene que ver con lo sexual. Es un juego de palabras y una búsqueda asociada al animal que las mujeres tenemos adentro. La serpiente tiene mucha sabiduría, misterio y sexualidad... igual que la mujer.

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Briski formó parte del dúo “Las Barbis”, que pasó del under a la pantalla chica con “Cha Cha Cha”.
 
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