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Por Ana María Shua *

Rescato el valor y la calidad de un evento como éste: me parece esencial el rescate de lo que los judíos aportaron en términos culturales, y celebro la posibilidad de poder integrar una de las mesas de debate. La presencia de una numerosa cantidad de profesionales extranjeros en este Segundo Encuentro de la AMIA obedece en mi opinión a que en Estados Unidos se ha “descubierto” la existencia, el alcance y la importancia de la comunidad judía latinoamericana, hasta hace muy poco ignorada en los círculos académicos y oficiales. Actualmente hay en este país una muy numerosa cantidad de profesores y críticos interesados en el estudio de esta identidad colectiva tan particular y exótica, desde su punto. Este hecho me parece sumamente positivo, aunque me parece importante destacar que la mayoría de nosotros nos sentimos escritores judeoargentinos: esa es una identidad más compleja y que nos define mejor, que ese casillero –de uso muy frecuente en Norteamérica– como es el de los “escritores judíos”, a secas. Nuestra mirada y la de ellos, sobre el mismo fenómeno, es muy distinta, y responde a formas diferentes de definir la cuestión de la identidad. Por lo demás, sólo me queda decir que es abrumadora la cantidad de actividades que se realizarán en el marco de este ciclo, y que sólo encuentro criticable la ausencia de algunas figuras importantes, como la de Santiago Kovadloff, cuyo aporte hubiera sido importante.
* Escritora.