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La verdad histórica

Por julian y osvaldo barsky*

Al cumplirse 70 años de la muerte del máximo referente del arte popular rioplatense, atraídos por la magia que imponen los números redondos, los medios de comunicación harán múltiples referencias al misterio de la perdurabilidad de Carlos Gardel, que aparece como tal porque se lo trata de explicar a través de las tendencias de la sociedad moderna, tendencias en las cuales los mitos artísticos no proceden solamente del mundo deslumbrante de los dioses vivos, sino tambiénde la nostalgia por el paraíso perdido. Pero estas lucubraciones se apoyan, necesariamente, en productos culturales almacenados. En el caso de Gardel, su gigantesca discografía –casi mil grabaciones– y su producción cinematográfica, una decena de películas que rescatan un magnetismo que supera cualquier limitación actoral. Es esta producción, no sólo como intérprete sino también como compositor junto con Alfredo Le Pera, la base material de su vigencia. Charles Romuald Gardes, este inmigrante francés que se crió en la sociedad porteña de fines del siglo XIX, fue la máxima figura artística de la fusión de nacionalidades que generaba un estilo musical que la expresaba, el tango, al que le dio sus reglas definitivas de interpretación. Para hacerlo, asimiló una gran variedad de géneros musicales, como la canzoneta, la canción criolla, el cuplé, la ópera y la zarzuela. Y con el mismo esfuerzo construyó física y estéticamente al artista que bautizó como Carlos Gardel. Esta inagotable capacidad de trabajo y búsqueda de la excelencia, su inteligencia para percibir la necesidad de aprovechar los medios de comunicación que surgían en la época (discos, radio, cine) lo proyectaron al centro del espectáculo internacional. Sin embargo, los mitos ordinarios surgidos tras su muerte alrededor de su nacimiento, sexualidad y muerte, han ocultado para las nuevas generaciones esta realidad. Pero no sólo debe atribuirse a los medios masivos de crónica fácil este fenómeno. Una gran responsabilidad les cabe a los intelectuales y escritores que rescatan estos mitos para divagar sobre una sociedad y un artista que nunca existió en los códigos ramplones construidos para su descripción. Gardel, que utilizaba magistralmente la “sanata” para promocionarse y magnificar sus éxitos, seguramente habría rechazado esta liviandad contemporánea que sólo oculta pereza intelectual frente al esfuerzo que implica investigar la verdad histórica. Porque en Gardel su vida notable es inseparable de su calidad artística; elementos ambos que le han permitido mantenerse vigente después de siete décadas de desaparición física. Conocerla es desentrañar un elemento decisivo de la construcción de la cultura popular argentina, y por lo tanto de nuestra identidad nacional.
* Autores del libro Gardel. La biografía.

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