SOCIEDAD › SE CONOCIO UNA NUEVA MUERTE EN TUCUMAN POR DESNUTRICION: YA SON NUEVE

Una lista negra que no deja de crecer

El último caso conocido es el de una beba de nueve meses que murió el 8 de noviembre: su hermana gemela, también desnutrida, está internada. Con ésta son 9 las muertes de niños desnutridos que se conocieron en las últimas dos semanas. De mayo a octubre de este año, en la zona central de la provincia se cuadruplicaron los casos de desnutrición aguda. Los médicos temen que con las altas temperaturas algunos cuadros empeoren. Ayer la ministra de Desarrollo Social viajó hacia la zona.

 Por Alejandra Dandan

“Tucumán tiene una bomba preparada para matar chicos”, decía ayer Sergio Varas, director hasta hace doce días de la Región sanitaria sur tucumano. Esa bomba existe y continúa activa: ayer el titular de los Centros Provinciales de Salud, Juan Masaguer, le confirmó a Página/12 la existencia de una nueva muerte provocada por el hambre. La nena, de apellido Romero, murió el 8 de noviembre con un 30 por ciento menos de su peso. Tenía 9 meses y había sido asistida por el centro de salud de la localidad de San Pablo, que había recomendado su internación. Su hermana gemela, que está con el mismo grado de desnutrición, acaba de ser internada. Con este caso suman 9 los chicos muertos en Tucumán en los últimos quince días. Ayer, la ministra de Desarrollo Social de la Nación viajó hacia la zona para encabezar una reunión de emergencia con el gabinete social. Entre otros datos, Nélida Doga se encontró con una de las estadísticas más alarmantes de esta crisis: de mayo a octubre de este año en el centro de la provincia se cuadruplicaron los casos de niños con cuadros de desnutrición aguda.
Esta nueva muerte se constató recién ayer después de diez días. La nena había sido atendida regularmente en el centro de salud de su ciudad, San Pablo, a unos veinte kilómetros del corazón político de la provincia. En las visitas al centro sanitario había sido detectado el cuadro de desnutrición, que aunque era grave aún no alcanzaba el punto más crítico. “En ese momento, los médicos ordenaron la internación pero su madre no accedió”, explicaba en este caso Catalina Comeri, responsable sanitaria de esa región. La niña de 9 meses pesaba entre un 25 y 30 por ciento menos de lo normal y durante los primeros días de noviembre ese estado aceleró un cuadro bronquial asociado. La muerte se produjo por “bronquiolitis”, pero para los médicos la desnutrición actuó como patología determinante.
Para la opinión pública este caso es el número nueve, sin embargo los médicos tucumanos llevan una cuenta distinta. “Para nosotros el único caso de muerte por desnutrición fue el de María Rosa Gómez, la nena que falleció el lunes pasado con un 53 por ciento menos de su peso”, indica Masaguer, que sin embargo considera la sucesión de casos como emergentes de la falta de comida.
A una semana de la difusión de los primeros casos de niños muertos por el hambre, los especialistas ahora proyectan un futuro inmediato mucho más dramático aún. Están convencidos de que los niveles que alcanzará la temperatura en los próximos días funcionará como gatillo de nuevos casos: “Esta es una hipótesis pero –explica Vargas– en chicos inmunodeprimidos el calor está generando cuadros de gastroenteritis que pueden matarlos.” Aun así, la temperatura no parece poder dar cuenta de uno los componentes estructurales del hambre. Evelin Chatman, la directora de Medicina Social de la provincia, cuenta con una serie de estadísticas sobre la evolución de la crisis social y sanitaria: “Un niño con desnutrición de nivel tres –dice– es alguien que tiene sólo el 40 por ciento de su peso normal; en mayo de este año los chicos de San Miguel y su periferia que estaban en esa situación eran 15: ahora tenemos 60”.
En abril de este año, sobre un total de 70 mil chicos, la provincia tenía unos 12 mil con algún grado de desnutrición. Un año antes, en lugares como Santa Ana o Río Chico eran la mitad. “Esta situación que para nosotros es histórica se fue acentuando con la crisis”, dice ahora José Ceballos, médico del Hospital de la Colonia seis de Santa Ana, donde los chicos desnutridos, dice, son el 60 por ciento. En ese pueblo, murió el sábado pasado Santiago Orreto, con un cuadro similar al de la niña Romero. Pero en su pueblo los que están en situación extrema son muchos más: “Hay unos 800 chicos en condiciones críticas”, dice nuevamente Ceballos. Allí la crisis dejó a los hospitales como el suyo con falta de insumos y a más del 50 por ciento de la población sin trabajo: “Cerró la fábrica de Alpargatas, cerraron algunos ingenios también, los planes sociales están mal distribuidos, las familias viven hacinadas, los chicos tienen diarrea, parasitosis y falta de comida”.
En ese contexto murió uno de los chicos que el 30 de octubre había hecho su última consulta en el centro de salud del barrio. Santiago Orreto tenía seis meses cuando estuvo internado en el centro de salud de Santa Ana con un cuadro de “bronquitis obstructiva”. De acuerdo a su historia clínica, su peso era de 6650 gramos de peso, un tipo de desnutrición considerada de nivel uno o más leve. El seguimiento que supuestamente hizo sobre ese caso el centro de salud no sirvió demasiado. Santiago murió “bronquiospirado”, dice Jorge Alía, el nuevo responsable sanitario de la zona sur tucumana. En su historia clínica aparecen algunas de las razones por las que terminó formando parte de las estadísticas de niños muertos. “Su padre –dice Alía– tenía 20 años, su madre, Beatriz Burgos, de 19, tenía dos hermanos de tres y dos años cada uno. Los cinco vivían en un asentamiento, en una casa prefabricada, en las mismas condiciones en que viven otras 26 familias.” Esas condiciones también están relatadas en el legajo: “Luz, no había; cocina, no había; heladera, no había; gas, no había; garrafa, no había; baño instalado, no había y, por último tampoco había agua corriente”. Sus padres tenían 1 peso para comprar carne todos los días y una partida de leche cuando llegaba del centro de salud. “Verduras, a veces; cría de animales, no tenían.” Beatriz y Ariel, los padres de Santiago, son desocupados.

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