SOCIEDAD › CRITICAS DE MEDICOS TUCUMANOS TRAS EL OPERATIVO

Víctimas después del Rescate

La muerte de un bebé en Tucumán por causas vinculadas con la desnutrición reabrió el debate sobre la eficacia del operativo. La atención sanitaria sigue sin llegar a los más necesitados.

 Por Pedro Lipcovich

Por la emisora de radio de Simoca, a 50 kilómetros de la capital de Tucumán, se escuchó la voz de un médico del hospital local pidiendo por favor que alguien pusiera algún dinero para el ataúd de un bebé que acababa de morir por causas ligadas a la desnutrición. El episodio abrió dramáticamente el debate sobre el saldo del “Operativo Rescate”, que el gobierno nacional efectuó en esa provincia, y centró el foco de la atención en esa desangelada zona del sur tucumano, donde una parte importante de la población tiene casi bloqueado el acceso a los centros de salud y la única ambulancia pública no funciona por trabas burocráticas. Pero, además, apagadas las luces del operativo, la persistencia de los hechos que le dieron origen obliga a reflexionar sobre las soluciones de fondo para las muertes de chiquitos en la provincia: según el titular del Sistema Provincial de Salud, la mejor respuesta sería “una red de agentes sanitarios parecida a la que funciona en Cuba”, pero que en Tucumán no puede implementarse por falta de personal.
“La familia de la criatura vive de un plan social y no tenían medios para comprar el cajón: por eso tuve que pedir solidaridad por la radio”, explicó a este diario Luis Marcelo Albaca, jefe de guardia en el Hospital de Simoca. El bebé, de cuatro meses, padecía una cardiopatía congénita, tenía un peso muy inferior al esperable a su edad y murió en definitiva por un espasmo bronquial. “Su muerte forma parte de la desnutrición del pueblo: porque en hijos de madres mal alimentadas, como la de este chico, las cardiopatías congénitas son mucho más probables y porque la enfermedad hace que el bebé no pueda alimentarse normalmente”, señaló el médico.
La zona de Simoca es una de las más pobres de la provincia, con la mayor parte de su población desocupada. Los últimos datos disponibles en el Hospital señalan 790 familias indigentes con niños desnutridos. Además la región es baja, muy inundable, lo cual complica el acceso a los centros de salud. “Los que viven al sur, en los barrios de Lazarte, Melcho, Palominos, tienen que cruzar el río para llegar; en el mejor de los casos, necesitan varias horas de sulky”, observó el profesional.
El hospital tampoco va a ellos. “La ambulancia está descompuesta desde hace más de dos meses porque las reglamentaciones exigen que se la repare con piezas originales y, como son vehículos importados, sale demasiado caro”, explicó Albaca.
En este marco, el médico de Simoca objetó el saldo del “Operativo Rescate”, que el Gobierno nacional efectuó en esa provincia bajo la dirección de Hilda “Chiche” Duhalde: “Se limitaron a traer unos camiones con medicamentos y estacionarlos a cinco cuadras del hospital. Aquí las infecciones intestinales son endémicas en verano pero ellos no distribuían los medicamentos correspondientes porque el diagnóstico lo hacían apresuradamente sobre el camión. Y, sobre todo, no iban a los lugares menos accesibles: ellos no se ensuciaron los pies, y eso nos indigna a los médicos de campo”.
Según precisó Juan Mesaguer, titular de la Red de Centros Asistenciales Primarios de la provincia, “de las acciones sanitarias vinculadas con el Operativo Rescate queda en pie la intervención del Ejército, con personal militar instalado en carpas que atienden pedidos de la población. La idea era que estos equipos llegaran a lugares alejados de los centros asistenciales estables pero, como los trailers militares son muy pesados y tienen poca capacidad de maniobra, es probable que se hayan instalado muy cerca de centros de asistencia con acceso vehicular”.
Mesaguer admitió que “lo ideal para la provincia sería un modelo parecido al de Cuba, con agentes sanitarios que recorrieran las casas para monitorear el estado de salud de la población, incluida la alimentación de los chicos”. La infraestructura ya existe porque “el Sistema Provincial de Salud (Siprosa) tiene asentamientos médicos en toda la provincia: son más de 300, y Tucumán no tiene más de 200 kilómetros de máxima extensión. Esto permitiría que, si una madre no lleva a su nene a los controlescorrespondientes, el agente sanitario fuese a la casa para averiguar por qué. Cada agente debería tener 150 o 200 familias a su cargo, según las distancias y la concentración poblacional”.
Para conseguir esto, cada centro de atención primaria debiera contar con 5 a 7 agentes sanitarios, lo cual da para la provincia un total de aproximadamente 1800. “Pero no tenemos más que 400”, reconoció Mesaguer.
En Tucumán hay 11.900 chicos desnutridos de 0 a 6 años, sobre una población total de 140 mil. De los desnutridos, el 90 por ciento corresponde al grado 1 –desnutrición leve–; el 9 por ciento al grado 2, y el 1 por ciento, unos 120 chicos, al grado 3 –desnutrición severa–. “Todos han sido atendidos pero cuando vuelven a su hogar, no habiendo cambiado las condiciones que provocaron la desnutrición, vuelven a estar en riesgo”, estimó Mesaguer.

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Durante el desembarco del gobierno nacional se hicieron diagnósticos en forma masiva.
“No fueron a los lugares menos accesibles, eso nos indigna a los médicos de campo”, dicen en Simoca.
 
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