SOCIEDAD › UNA PARTICULAR CONMEMORACIóN DEL DíA DE LA DIVERSIDAD CULTURAL

Chicos con memoria de la tierra

Unos 600 alumnos de ocho escuelas públicas porteñas se juntaron para tocar instrumentos autóctonos y cantar ritmos americanos, algunos en lengua originaria. Fue el “Encuentro por la memoria de mi tierra”, que este año hasta participó en un festival junto a Santaolalla.

 Por Andrés Osojnik

Eran casi 600. Entraron soplando sikus y pinkuyos y formaron una gran ronda. Frente a ellos había una wiphala, la bandera de los pueblos originarios. Durante una hora, cantaron canciones del acervo americano y en lenguas nativas. Eran alumnos de ocho escuelas públicas porteñas que se juntaron para conmemorar lo que desde ahora se llama “Día de la Diversidad Cultural”. Sucedió ayer, a instancias de un grupo de maestros de música que desde hace años viene descolonizando los contenidos de sus materias y que hasta logró este año que cincuenta de esos chicos cantaran en un festival internacional de folklore junto a Gustavo Santaolalla.

La fecha elegida no fue casual: el 11 de octubre es considerado por los pueblos indígenas como “el último día de libertad”. El de ayer fue el séptimo “Encuentro por la memoria de mi tierra”, tal el nombre del proyecto que llevan adelante esos docentes de Caballito, Parque Chacabuco, Flores sur y Mataderos.

La iniciativa arrancó en 2005. “Cada uno de nosotros trabajaba con otra perspectiva en nuestras escuelas, pero ahí decidimos unir el trabajo de todos”, recuerda Claudia Bernal, maestra de las escuelas 14 (Joaquín V. González) y 15 (Provincia de Salta), del Distrito Escolar 8. Su colega Nélida Wyatt, de la 6 y 12, del DE 11, asiente: “Con la música buscamos otro lenguaje desde donde poder trabajar con los chicos, tanto la historia de nuestro continente como lo que les pasa a ellos mismos ahora”. Y explica una situación que le tocó vivir: “En una escuela teníamos muchos problemas de convivencia entre los chicos argentinos, bolivianos y peruanos. Había mucho maltrato entre ellos. Y encontramos que el pinkuyo unía a los tres pueblos. Trabajando con ese instrumento pudimos ir superando conflictos”. “Por supuesto, el 12 de octubre era una bisagra en todo este trabajo”, enfatiza.

El primer encuentro se concretó ese año e incluyó además de esas escuelas las 6 (DE 8), 20 (DE 11) y la 8 (DE 13). Este año se sumó la 23, del Distrito Escolar 11. Además de Bernal y Wyatt forman parte del equipo Karina Gurfinkel, Marina Cores, Federico Mercado, Analía Aedo y Coralí Asbordo. Ayer, todos estuvieron frente a los 600 chicos de 4º a 7º grado que en el gran gimnasio de la escuela 15, en la calle Saraza al 1500, tocaron sikus –que en muchos casos ellos mismos habían construido–, pinkuyos y bombos, y compartieron todo el trabajo hecho durante el año: tocaron en conjunto una sikuriada, un huayno, una comparsa del norte, una cumbia colombiana y una canción en aymará. El cierre fue con “Memoria de mi tierra”, la canción que identifica todo el proyecto.

“Tratamos de tomar en los encuentros la cosmovisión de los pueblos originarios –apunta Claudia Bernal–. El sentido de la ronda es vernos uno al otro. Los sikus que hacen los chicos son diferentes y para completar las notas se necesitan uno al otro. Ese es el espíritu de los encuentros: a partir del bagaje de cada pueblo, que muchos de los chicos lo traen de sus propias familias, revalorizar el contacto con la naturaleza, la solidaridad, el respeto por la tierra.”

Ayer acompañó a los chicos la coplera Laura Peralta, que ya lo había hecho el año pasado. Su entusiasmo con el trabajo de alumnos y docentes la llevó a invitarlos al Festival Internacional Folklore Buenos Aires, que tuvo lugar el pasado abril en La Plata. Allí, cincuenta de esos alumnos, con sus guardapolvos blancos, se subieron al escenario para cantar esas mismas canciones junto a ella y Gustavo Santaolalla (ver aparte).

Aquélla no fue la primera vez que se subían a un escenario: desde hace cinco años, chicos que participan de los encuentros tienen un lugar en la Feria de Mataderos. El lunes pasado también estuvieron: unos 30 alumnos junto a los docentes hicieron el contrafestejo del 12 de Octubre, siempre con sus instrumentos, siempre con las canciones aprendidas en las escuelas.

Este año también festejaron el Inti Raymi, la fiesta del Sol, una celebración fundamental en la cultura indígena: el 22 de junio se juntaron en el Parque Chacabuco. “Lo que buscamos, más allá de lo ancestral, es pensar el sentido actual de lo que aportan las otras culturas”, explica Nélida Wyatt. “Fue muy fuerte –destaca Claudia Bernal–. Más de 400 chicos en el medio de la ciudad de Buenos Aires celebrando un rito originario, con sus trutrukas llegando a una ronda gigante desde los cuatro puntos cardinales.” Y en medio de la ronda, el fuego: cada grado que participaba había preparado los deseos para el momento de las ofrendas a las llamas.

Ayer, alumnos y docentes hicieron el repaso de todo el trabajo hecho en cada escuela durante el año. Y recordaron todos los otros logros. Este 12 de octubre fue el primero que se conmemoró como Día de la Diversidad Cultural. Los chicos del Encuentro por la memoria de mi tierra la pusieron en práctica.

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La ronda gigante para tocar pinkuyos y sikus, en muchos casos construidos por los mismos chicos.
Imagen: Guadalupe Lombardo
 
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