SOCIEDAD › UN POLICíA BONAERENSE PRESO, ACUSADO DE MATAR A UNA MAESTRA CUANDO REPELíA EL ROBO A SU AUTO

El riesgo de meter bala a rajatabla

Una banda intentó robar un lujoso auto de un teniente policial en el Acceso Oeste. El policía los esquivó y la banda robó el auto de un matrimonio que bajó corriendo. El policía, sin embargo, disparó contra los ladrones. Una bala mató a la mujer.

 Por Horacio Cecchi

La trágica escena que tuvo como testigo a Oscar Espíndola fue una diabólica síntesis de la resolución de la inseguridad a los tiros: el domingo, alrededor de las cuatro y media de la tarde, mientras viajaba en su Volkswagen Bora con su esposa, Miriam Fronza, cinco asaltantes intentaron robar el auto que avanzaba delante de ellos, un Hyundai Genesis. Como no lo lograron, se abalanzaron sobre el Bora. En centésimas de segundo Espíndola tuvo el reflejo de entender lo que pasaba, elegir perder el auto y gritar a su mujer que bajara corriendo. Ambos lo hicieron y corrieron hacia atrás. No contaban con que el dueño del Hyundai era un teniente de la Bonaerense. El policía tiró dos veces. Si todo es como sostiene Espíndola, una de las balas del teniente impactó en la cabeza de la maestra y la mató.

El teniente Claudio Vadalá, de 25 años, está adscripto a la DDI de Mercedes. A la misma hora y unos metros por delante del Bora de Espíndola, Vadalá avanzaba en su Hyundai Genesis junto a su novia. Ambos se encontraban a la altura del puente Graham Bell, entre Moreno y Paso del Rey, y sobre la colectora del Acceso Oeste en dirección a Buenos Aires. Vadalá iba de civil y armado. La aclaración es pertinente, dados los resultados.

En ese momento, cinco asaltantes en una camioneta Dodge Journey se lanzaron sobre el Hyundai. Vadalá logró esquivarlos al desviar y chocar contra varios autos que también circulaban por la colectora. Los asaltantes vieron perder en la maniobra al Hyundai y se decidieron por el Bora.

Espíndola vio venir el momento. Quizá la historia particular de la pareja haya contribuido: Fronza estaba de licencia como maestra luego de haber sufrido un ataque de pánico durante un intento de robo de su auto. Como relató más tarde, en ese más tarde que resulta inimaginable para cualquiera que no haya pasado por semejante situación, Espíndola dijo que vivían intranquilos por “el miedo que teníamos todas las noches cuando llegábamos a casa y en vez de entrar el auto al garaje lo dejábamos en la calle”.

El reflejo de valorar la vida por sobre los objetos estaba incorporado. Frenó en lugar de acelerar, ordenó a su mujer que bajara y se olvidara del auto, salieron corriendo hacia atrás. A sus espaldas, uno de los asaltantes subía al Bora para escapar.

Lo que no pudo prever el matrimonio, ni el pánico, ni la decisión de valorar la vida por sobre cualquier objeto, fue que en el medio o antes que ellos un bonaerense sacó su arma para solucionar un conflicto que, hasta ese momento, era un problema de seguros y de persecución posterior. Vadalá disparó dos veces. Después, salió en persecución del grupo en su Hyundai, unos 300 metros, y luego regresó.

Cuando volvió, todavía impuesto en su celuoide, dijo a Espíndola que se “quedara tranquilo”, que aunque lo viera de civil era un integrante policial. Menos confundido, Espíndola le pidió que “llamara a una ambulancia, porque mi mujer se muere”.

Después Espíndola explicó a los medios que “salimos corriendo para atrás, los delincuentes se acercaron al auto, escuché dos disparos, le dije a mi señora que se tirara al piso y se fueron con el auto. Cuando la fui a ver, tenía un tiro en la cabeza. Hubo dos disparos nada más, fue lo único que hubo. Y hubo dos vainas que encontraron dentro del auto del policía. En ningún momento nos resistimos a que se llevaran el auto. De hecho, no era que querían robarnos el auto a nosotros. Se querían llevar el otro auto, pero cuando el otro auto se les fue, nos vinieron a robar a nosotros. Entonces, para preservar la vida de ella y la mía, le dije: ‘Bajate y que se lleven el auto’”.

“Es algo inexplicable que haya disparado –murmuró Espíndola–. El policía ya había salido de lo que fue el intento de robo hacia él, y nosotros ya habíamos salido también. Ya no nos podían hacer nada. Los delincuentes ya se habían subido al auto y ya se habían ido.”

La fiscal de Moreno Luisa Pontecorvo ordenó la detención de Vadalá. Esta mañana le tomará indagatoria. Según versiones, en la autopsia no se encontró la bala. Pero que Espíndola haya escuchado sólo dos disparos, y que del auto de Vadalá hubieran recolectado dos vainas parece aportar cargos en su contra.

“No quiero fomentar la sensación de inseguridad –diría el domingo por la noche Aimé Silva, hija de Fronza–, ni la paranoia que se vive desde los medios dándole manija al tema de la inseguridad. Creo que lo que hay que resaltar, si el disparo vino del policía, es qué tipo de seguridad queremos, y que no queremos gatillo fácil. El policía para proteger la propiedad privada de su vehículo efectúa disparos no importándole que esté la vida de mi mamá en el medio.”

Después, llegaría la orden tardía del ministro Casal de apartar a la Bonaerense de la investigación. Y la tarea de las fuentes policiales sobre la información periodística: “Está probado que los ladrones estaban armados. Lo que no se puede probar es que los delincuentes hayan disparado”, dijo un jefe policial, al borde del lamento. También, que Vadalá es hijo de un empresario, dato periodísticamente anecdótico a no ser que se ponga el acento en que el Hyundai Génesis del teniente está valuado en 46 mil dólares. “Un auto que está destinado a liberar las emociones y a dar que hablar”, dice la publicidad.

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Miriam Fronza (en el medio, junto a sus hijas) estaba de licencia, luego de un intento de robo.
 
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