SOCIEDAD

Contraataque de los homosexuales brasileños a la cruzada del Papa

En respuesta a la campaña del Vaticano contra las uniones de gays, las entidades de homosexuales de Brasil promoverán que sus miembros renieguen de la fe y dejen la Iglesia Católica.

“Si me banco ser gay, ¿no voy a bancarme ser apóstata?”: esta fórmula podría resumir la combativa respuesta que los homosexuales de Brasil –el país con mayor cantidad de católicos del mundo– decidieron dar a la campaña del Vaticano contra las uniones entre personas del mismo sexo. La entidad nacional que federa a un centenar de organizaciones de gays, lesbianas y travestis decidió promover la “apostasía”: es decir, que sus miembros renieguen de la fe recibida en bautismo y abandonen la Iglesia Católica. En Holanda y Canadá, partidos políticos católicos en el poder rechazaron adecuar la legislación civil a lo requerido por la Iglesia.
“Hemos preparado un modelo de carta que será distribuida en todos los estados de Brasil, promoviendo la apostasía, o sea la negación de la fe recibida en bautismo, de modo que los homosexuales abandonen la Iglesia Católica”, anunció Marcelo Nascimento, presidente de la Asociación Brasileña de Gays, Lesbianas y Travestis (ABGLT). El jueves, la Santa Sede dio a conocer un documento en el que exhorta formalmente a los políticos católicos del mundo a oponerse a toda legalización de las uniones homosexuales.
La apostasía, como declaración pública y formal de alejamiento de la entidad eclesiástica, viene siendo utilizada por grupos gays de España en el marco de los reiterados conflictos planteados con la Iglesia Católica.
Nascimento agregó: “Yo soy ex seminarista católico, como gran parte de los líderes homosexuales que procedemos del medio cristiano, y como muchos sacerdotes. La posición del Vaticano es una hipocresía”. Brasil es a la vez el país con mayor cantidad de católicos en el mundo y uno de los que tiene comunidades gays más numerosas y organizadas; la “Marcha del Orgullo” reunió casi un millón de personas el 22 de junio último en San Pablo.
Ayer el Grupo Gay de Bahía convocó para el lunes a una manifestación frente a la catedral de esa ciudad, donde iniciarán “la campaña de apostasía en rechazo a la intolerancia de la jerarquía católica”, explicó el antropólogo y ex fraile dominicano Luiz Mott, de 57 años. Las entidades promueven también el envío de cartas a legisladores y al presidente Lula da Silva contra “la injerencia eclesiástica en la legislación civil”.
El 70 por ciento de los 170 millones de brasileños se declara católico, aunque, según Mott, entre los gays este porcentaje sería menor “porque crecen otras religiones menos restrictivas como las afrobrasileñas, que tienen orixàs hermafroditas y homosexuales”.
También en Holanda –primer país del mundo que, en abril de 2001, legalizó el matrimonio homosexual– la resistencia se muestra vigorosa entre los propios católicos: “En Holanda hay separación entre la Iglesia y el Estado, de modo que el llamamiento del Vaticano no nos afecta”, advirtió Kathleen Ferrier, responsable parlamentaria de asuntos familiares por la Democracia Cristiana. Ferrier precisó que su partido “no tiene intención de reformar las leyes que legalizan el matrimonio homosexual”.
En Canadá, el primer ministro Jean Chrétien –católico ferviente– tampoco modificará su posición a favor de un proyecto de ley que facilitaría la redefinición del matrimonio en la línea que ya adoptó un tribunal de Ontario, que consideró la unión de “dos personas” no necesariamente de sexos distintos.

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En la última “Marcha del Orgullo” marchó casi un millón de personas por las calles de San Pablo.
Brasil es el país con mayor cantidad de católicos del mundo y a la vez con comunidades gays muy numerosas.
 
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