SOCIEDAD › A LOS 84 AÑOS, MURIO RONNIE BIGGS, QUE PARTICIPO EN EL ROBO DEL SIGLO

El último ladrón romántico

Integró la banda que en 1963 dio el Gran Golpe al Tren Correo, cerca de Londres, con un botín de 47 millones de euros actuales. Escapó de prisión y huyó por todo el mundo. Vivió en Brasil y en 2001 se entregó porque quería volver a un pub inglés.

 Por Horacio Cecchi

Murió Ronald Arthur Biggs, Ronnie Biggs, ayer, a los 84 años. Quizá su nombre asociado al motivo que le dio fama suene más a los oídos del público: fue uno de los 17 participantes del Robo del Siglo (pasado), el Gran Robo al Tren Correo o como lo conocieron los británicos, The Great Train Robbery. El 8 de agosto del ’63, a unos 70 kilómetros de Londres, detuvieron el tren correo y se cargaron 2,6 millones de libras (47 millones de euros actuales) en sacas de correo que pesaban 2,5 toneladas, sin utilizar armas. El mundo pasaba todavía por la euforia de posguerra, Woodstock estaba en ciernes, Los Beatles empezaban a desplegarse y Vietnam todavía no conmovía al mundo, aunque se estaba preparando para hacerlo. Los golpes al estilo Rififí convocaban a una especie de sabor de vindicta, de heroica recuperación de fondos al estilo Robin Hood. Ronnie Biggs es quizás uno de los últimos exponentes de esa época que veía a los grandes golpes como hazañas de bandidos teñidas más de romanticismo aventurero que de thriller americano. Y Ronnie, que participó del golpe el día en que cumplía 34 años, supo vivir de ese romanticismo (no del dinero porque lo gastó en fugas) durante el resto de su vida.

Aunque su papel en el robo fue menor, Biggs fue el más famoso de los 17 ladrones porque sus peripecias posteriores fueron tan simpáticamente sorteadas como lo fue el Gran Robo. Detenido, escapó de la cárcel en una escala de cuerda, fugó a París, donde se hizo una cirugía estética, huyó con su familia a Australia, donde fue mudando de ciudad a medida que le pisaban los talones, hasta que, solitario, recaló en Brasil, donde tuvo un hijo con una striptisera, logró evitar la extradición pero no que lo secuestrara una banda de ex soldados, regresó a Brasil y en 2001 pidió volver a Londres, donde sabía que lo detendrían, para visitar un pub y tomar una pinta de cerveza. Murió ayer, cuatro años después de haber sido liberado por su pésimo estado de salud, y defendiendo su participación en el golpe.

Nació el 8 de agosto de 1929 y el 8 de agosto del ’63 dieron el golpe liderados por Bruce Reynolds. Convocado por Reynolds, Biggs estuvo encargado de reclutar un maquinista que luego de desenganchar la locomotora y los dos primeros vagones que portaban el tesoro de los diez vagones restantes, condujera la locomotora hasta el puente 127, el Bridego Bridge, a unos 800 metros, donde la descargarían. Pero en medio del golpe el maquinista reclutado no supo conducir ese modelo de locomotora y junto con Biggs fueron apartados hasta el camión donde se cargaría el dinero.

Luego del golpe (ver algunos detalles aparte), Biggs obtuvo, como cada uno de la banda, 150 mil libras, unos 2,8 millones de euros actuales. Poco después cayó detenido, pero en abril del año siguiente trepó los muros de la prisión de Wansworth, en Londres, con una escala de cuerda fabricada por él y escapó a París, donde se realizó una cirugía estética, obtuvo un pasaporte falso y escapó a Australia, donde vivió unos meses en Sydney y luego se mudó a Adelaida. Tres años después del golpe se reunió con su mujer, Charmian Powell, y sus dos hijos (pronto llegaría el tercero). En el ’67, perseguido por Scotland Yard, se mudaron a Melbourne, donde terminó como montajista de escenarios en el canal de televisión local. Cuando se enteró de que lo buscarían en Melbourne, dejó a su familia en Australia y subió a un barco que veinte días más tarde lo dejaba en Panamá. De allí viajó a Brasil, donde se instaló en Río de Janeiro. A esa altura, comprensiblemente, Charmian había iniciado el divorcio. Biggs se puso en pareja con Raimunda Rothen, con quien tuvo un hijo. Brasil, que no tenía tratado de extradición con Gran Bretaña, y el hijo brasileño protegieron a Ronnie de su detención y traslado cuando Scotland Yard lo detectó en las playas cariocas.

A esa altura, sin trabajo, supo vivir de su propio mito, incluso birlando la fama de cerebro del golpe, vendiendo remeras con su imagen, aceptando entrevistas e invitado a participar en grupos musicales, en especial punkies. Participó en la grabación de “No on is innocent”, de los Sex Pistols, en 1978. También fue invitado por el ex líder de Los Violadores, Pil Trafa, para la composición y la voz en dos temas del nuevo grupo Pilsen, en 1992: “Pilsen” y “Dearest Madonna”. También se sumó a los alemanes Die Toten Hosen en “Carnival in Rio (Punk was)”. En 1981 un grupo de ex soldados lo secuestró y llevó a Barbados imaginando vender su extradición a Londres, pero Barbados tampoco tenía reciprocidad con Inglaterra y Biggs fue devuelto a Río. En 2001, pagado por el The Sun londinense, viajó a Londres para entregarse. Especulaba con que en algún momento podría visitar un pub. Tenía que cumplir 30 años de condena. En 2009, finalmente, le concedieron el arresto domiciliario por su pésimo estado de salud. Murió ayer, en un mundo totalmente distinto del que lo vio levantarse como mito, envuelto en su romanticismo: negando su arrepentimiento y asegurando por escrito, porque ya no podía hablar, que si pudiera participaría de nuevo en otro gran golpe. Es posible que lo vean intentando abrir las bóvedas del infierno.

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Ronnie Biggs gastó toda la fortuna de su botín en escapar, pero supo vivir de su propio mito.
 
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