SOCIEDAD › UNA PARTE DE NUEVA YORK AUN SIN LUZ. CANADA Y EE.UU. SE CULPAN MUTUAMENTE

Dos potencias en pelea de Tercer Mundo

El suministro de energía se fue normalizando en la mayoría de las ciudades afectadas por el apagón en la costa nordeste del continente. En Nueva York, la noche a oscuras transcurrió en calma, bajo estricta vigilancia. La polémica por el origen del fallo crece entre los dos países. Críticas al “vetusto” sistema eléctrico norteamericano.

Veinticuatro horas después, Nueva York seguía sumergida en la polémica disparada por el apagón que paralizó cientos de ciudades y dejó a 50 millones de canadienses y norteamericanos completamente a oscuras. Para los norteamericanos, la falla tiene un solo comienzo y origen: Canadá. Para los canadienses, todo lo contrario. Desde el mismo momento del apagón, los dos países ensayaron argumentos con todo tipo de acusaciones mutuas sobre el sitio de origen de la falla en las redes de energía. Uno de los pocos puntos de consenso fue el análisis sobre la sobrecarga de las redes y la falta de mantenimiento en los tendidos eléctricos de los norteamericanos, una red considerada “vetusta”, con falta de mantenimiento y, tal como fue nombrada, más propia “del Tercer Mundo que de una superpotencia”.
“Eso fue lo más divertido –decía Ezequiel Freylejer, uno de los argentinos que volvía a su oficina después del apagón–, como acá todo el mundo tiene cocinas eléctricas, se la pasaron haciendo parrillas.”
Las chances fueron menos sabrosas, pero más pasionales entre los líderes políticos y los expertos que ayer tuvieron que enfrentarse a la opinión pública para explicar las causas del desastre. En ese escenario, hubo dos posturas claras: Estados Unidos, sostenida por voceros oficiales de las ciudades afectadas, por los técnicos y representantes de las empresas de energía, y la de Canadá.
Para el primer ministro canadiense, Jean Chrétien, y el Ministerio de Defensa de ese país, el gigantesco apagón se habría originado cuando Canadá estaba importando electricidad de los Estados Unidos, una situación de sobrecarga de demanda que habría causado una avería en una central eléctrica de Pensilvania o un defecto en la red de sus vecinos estadounidenses. Esa posición quedó reforzada a lo largo del día por otro de los ministros de Estado, en este caso Ernie Eves, de Ontario, en Canadá: para Eves la falla se originó en “el norte del medio-oeste de Estados Unidos y no en su provincia”, tal como venía diciéndose desde el primer día.
El alcalde de Nueva York se encargó de refutar cada una de esas opciones. Como lo hizo desde el primer momento, Michael Bloomberg habló de Canadá y no de Estados Unidos cuando tuvo que explicar las razones del apagón que desconectó cientos de ciudades del resto del mundo. “El episodio –dijo Bloomberg– ocurrió en Canadá y ellos aumentaron la demanda sobre la red de Nueva York y no hicieron lo necesario para evitar que el suministro de energía suplementaria originara el problema.” Esa energía adicional que estaba importando Canadá poco antes del apagón es una atribución encuadrada en un acuerdo que tienen ambos países: uno y otro pueden ceder o dar energía según las necesidades que existan. El tema, según Bloomberg, fue que la sobredemanda en la red “evidentemente, esta vez, no funcionó”.
Sin tantas explicaciones, el gobernador de Nueva York prefirió, por las dudas, quitarse de encima el problema: “El operador independiente de la red de Nueva York está casi seguro –dijo– de que esto proviene desde el oeste de Ontario en Canadá y que tuvo efecto en cadena hasta esa ciudad y luego se extendió a todo el noreste”. Esa explicación se conoció poco después de que uno de los representantes de la Agencia de Energía local, Jack Murphy, desmintiera las versiones que habían lanzado los canadienses sobre una falla en la central del Niágara norteamericano: “Nuestra central no fue golpeada por un rayo”, explicó.
Uno de las críticas más fuertes que corrió el eje de la discusión fue la de algunos sectores norteamericanos que salieron a denunciar el “vetusto” sistema de distribución de energía. Entre otros, lo hizo el gobernador de Nuevo México, Bill Richardson, que además es ex secretario de Energía. Richardson fue quien vinculó el viejo tendido de redes digno “del Tercer Mundo” a las políticas de desregulación: “Hay lugares en Estados Unidos –dijo– donde el mantenimiento de las redes es mínimo desde la desregulación”. Según Richardson, este tipo de apagones se repite cada 15 o 20 años y “normalmente debería haber mecanismos para aislar la primera falla”.
Mientras las discusiones seguían, un portavoz de la compañía eléctrica Consolidated Edison anunciaba ayer a la tarde que se había restablecido el servicio de luz para un tercio de los neoyorquinos. Aun así, los voceros de esa compañía que provee a los cinco distritos de Nueva York y a Westchester no sabían cuándo se restablecerían en forma completa: “No tenemos una agenda completa para eso –decía– podría ser hoy, podría ser mañana”. La luz había llegado a Bronx, Brooklyn, Queens y Manhattan, en tanto los subtes y los trenes permanecerían fuera de servicio hasta el día de hoy.
Canadá volvió a la normalidad más temprano. A las once de la noche del jueves, varias ciudades recuperaban la energía y hacia la mañana lo hicieron algunos barrios de Toronto y Ottawa, las dos grandes ciudades afectadas donde aparecieron los pocos detenidos: en total fueron unas 40 personas, por pequeños actos de pillaje. Además de los presos, un incendio mató a una persona en Ottawa y otra murió atropellada por un auto. Nueva York no tuvo arrestos ni víctimas en incendios, pero en cambio murió una persona por una crisis cardíaca.
Después del día, en uno y otro país, se hicieron anuncios y llamados para ponerle freno al consumo de energía del regreso: ni máquinas de lavar, pidieron las autoridades, ni lavavajillas, ni aparatos de aire ni nada.

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Nueva York fue sitiada por la policía por temor a que la oscuridad plena derivara en saqueos y violencia. Nada de eso ocurrió.
 
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