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“Hecho en la Cárcel”, una marca para los productos de los presos

El gobierno bonaerense patentó la marca para comercializar los productos fabricados en los penales de la provincia. Los presos tendrán participación en las ganancias por las ventas.

“Hecho en la Cárcel” es la marca recién patentada por el gobierno de Buenos Aires para los productos que realizan los reclusos de las prisiones bonaerenses. Con este nombre, la Dirección de Asuntos Penitenciarios pretende que los penales pasen de la producción artesanal a otra casi industrial y lograr así una mayor comercialización. Lo recaudado por las ventas se utilizará, según las autoridades penitenciarias, “para capacitar a los internos y mejorar las condiciones de encierro”. De las 23.000 personas de las cárceles bonaerenses –el 80 por ciento está sólo procesada–, 5000 participan de la iniciativa y reciben una retribución económica, aunque las autoridades no detallaron de qué monto.
“El objetivo es poder comercializar de forma semi industrial e involucrar en esto a más reclusos con el único objetivo de dar elementos para evitar la reincidencia, que actualmente es realmente alta. De esta forma, seguimos profundizando el trabajo, junto a la educación, como las herramientas principales para la rehabilitación”, remarcó el director de Asuntos Penitenciarios, Sergio Anauati.
La resolución que permite la venta a terceros, y no sólo al Estado, fue suscripta esta semana por el titular de la Subsecretaría de Política Penitenciaria, Eduardo Madar. “Se trata de una extensa gama de productos elaborados por los presos de las distintas unidades carcelarias bonaerenses que serán vendidos de manera empresarial, y lo que se recaude por ese concepto se utilizará para la capacitación de los internos como parte del tratamiento readaptador, el mejoramiento de las condiciones de encierro y la retribución monetaria de esos trabajadores”, señaló Madar.
Según lo establece la ley 11.046, los internos que trabajan en los penales deben recibir una retribución monetaria (“peculio”). Los funcionarios lo confirmaron, pero no supieron detallar cuál es la paga total que reciben los trabajadores privados de su libertad.
“Hecho en la Cárcel”, ya registrada como marca inscripta ante el Instituto Nacional de la Propiedad Intelectual, acompañará a los artículos producidos por la población carcelaria. Además, las autoridades penitenciarias autorizaron la comercialización a empresas del sector privado. Hasta la última semana, las cárceles sólo podían vender al Estado: proveen pan y verduras a comedores comunitarios, maderas a escuelas y hospitales, y ropa de trabajo a otras dependencias gubernamentales.
“Las unidades carcelarias que son centros productivos natos son la unidad 1 de Olmos, la 9 de La Plata y la 12 de Gorina, pero la idea es que todas cuenten con un espacio específico para estas tareas. Es beneficioso para los reclusos que aprenden un oficio y para la unidad porque obtiene recursos para su mejor funcionamiento”, aseguró el director de Asuntos Penitenciarios, que también admitió la sobrepoblación existente en toda la provincia: 5300 en las comisarías, donde el hacinamiento es lo más común, y 23.000 personas en las cárceles, donde 18.4000 permanecen encerrados sin condena.
Por su parte, Madar agregó que esta medida se encuadra “en la concepción del trabajo como uno de los pilares de la política de tratamiento de los internos y de su capacitación con vistas a su inserción en el mercado laboral al momento de recuperar la libertad”.
El nomenclador de productos disponibles abarca, entre otros, materiales de construcción metálicos y no metálicos, cables e hilos eléctricos, materiales para vías férreas, construcciones transportables metálicas, elementos de cerrajería y ferretería, cajas de caudales, insumos para trabajos de asfalto y tuberías. También se destinarán a la comercialización muebles, espejos, marcos, artículos diversos confeccionados en madera, corcho, mimbre, hueso, ámbar, nácar y productos alimenticios tales como carne, pescado, frutas y legumbres en conserva (secas y cocidas), jaleas, mermeladas, huevo, leche y productos lácteos, aceites y grasas comestibles, café, té, cacao, azúcar, tapioca, harina y preparaciones hechas de cereales, pan, productos de pastelería y confitería, helados, miel, jarabe de melaza, levadura, polvos para hornear, sal, mostaza, vinagre, condimentos, especias y hielo.
Informe: Darío Aranda

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Uno de los talleres más antiguos es el del penal de Olmos, que fabrica productos textiles.
De los 23.000 reclusos en las cárceles bonaerenses, unos 5000 participan de la iniciativa.
 
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