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Nadie pudo imaginar un abril así: ayer, en Buenos Aires, la temperatura llegó a los 34 grados y la sensación térmica trepó a los 36; y en Ezeiza, Rosario y Paraná se alcanzaron records históricos para las temperaturas mínimas en esta época del año, con marcas que rondaron los 24 grados. La lluvia, anunciada para esta madrugada por el Servicio Meterológico Nacional, habrá traído el fresco tan esperado. Pero, según los especialistas, el descenso de la temperatura podría ser sólo un paréntesis del agobiante calor. Si bien la marca prevista para los próximos cuatro días no supera los 23 grados en el Area Metropolitana, los frentes de aire fresco que llegan desde el sur no serían lo suficientemente potentes como para debilitar al empecinado anticiclón que se ha instalado en el Atlántico y que impide que se vaya el calor desde fines de marzo.
“No se ve en el corto plazo que los frentes de aire fresco puedan revertir este sistema de alta presión ubicado en el Atlántico”, explicó a Página/12 Celeste Saulo, investigadora del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera, del Conicet. Así las cosas, las mangas largas y los suéters todavía deberán esperar. Sin embargo, Saulo aclaró que “estos anticiclones se debilitan con el tiempo. No duran más de 20 o 30 días”. Incluso, subrayó que no hay signos de que “tengamos un invierno anormal”.
La temperatura mínima de ayer, de 23,6 grados, fue apenas dos décimas menos que el record histórico en Capital Federal, producido el último 4 de abril. “Hay una anomalía climática durante este otoño, producida por el sistema de alta presión que origina una circulación de aire cálido del norte. Es como una pared que impide que avance el aire frío”, aseguró Jorge Leis, meteorólogo del Servicio Meteorológico Nacional (SMN). El especialista señaló que “están dadas las condiciones para que se produzcan muchos records históricos” por las altas temperaturas.
No sólo las estadísticas reflejan un abril atípico: hasta ayer hubo bikinis y shorts de baño visibles en la Costanera porteña, en una época del año donde suelen estar en uso los abrigos de lana y los zapatos cerrados. La tormenta que se esperaba esta madrugada, producida por “un sistema frontal frío que avanza sobre una masa de aire cálido”, habrá traído el esperado alivio: está previsto un descenso de 12 grados. En los próximos cuatro días, el SMN prevé temperaturas con mínimas no mayores a los 17 grados y máximas de entre 20 y 23 grados. La cuestión es qué pasará después: “Es posible el ingreso de un aire frío, pero aún no se sabe qué ocurrirá con certeza”. Leis explicó que este sistema de alta presión “no es producido por el calentamiento global o por los inviernos fríos de Europa”. Estos sistemas, que impiden el avance de las masas de aire fresco, ingresan cada siete a diez días en el centro y norte del país. “Son habituales dos o tres veces al año. Pero esta vez el bloqueo se ubicó en un lugar que afecta nuestra temperatura, mientras que otras veces se posiciona en sectores que no percibimos”, detalló Saulo.
Por su parte, el metereólogo Norberto García, de la Unidad de Investigaciones Hidroclimáticas de la Universidad del Litoral, sostuvo a Página/12 que “las lluvias no se extenderán a esta región, por lo que el calor allí no mermará. Este otoño tendrá temperaturas más altas que lo normal y menos precipitaciones que la media. Esto afecta fuertemente a los campos cultivados de la región”. Además, García explicó que “el hecho de que no llueva durante varios días y después haya precipitaciones durante tres días seguidos, no provoca grandes beneficios para los cultivos, sino que, contrariamente, puede ocasionar problemas peores, como una inundación”.