SOCIEDAD

Los revólveres, pistolas y fusiles que se convierten en obras de arte

Un grupo de artistas, entre ellos Alonso, Testa y Noé, hará esculturas con las armas recolectadas en el Plan Canje que fue llevado a cabo en Mendoza por el gobierno de la provincia.

Por M. C.

Alrededor de tres mil pistolas, revólveres y rifles recolectados en Mendoza a través del Plan Canje de Armas encarado por el gobierno provincial serán convertidos en obras de arte. Casi un centenar de artistas de todo el país, entre ellos algunos de la talla de Carlos Alonso, Clorindo Testa y Luis Felipe Noé, y la gran escultora, María Juana Heras Velasco, ha recibido (o pronto recibirán) una encomienda con el armamento destruido, para resignificar su habitual uso ligado a la violencia y a la muerte. “Las armas son asco, son pus; lo bueno es que éstas ya no sirven”, destacó la reconocida escultora mendocina Eliana Molinelli, ferviente defensora del desarme, directora del Museo de Arte de la Universidad Nacional de Cuyo e impulsora del proyecto junto con la ONG Espacios para el Progreso Social.
La idea original fue que las armas canjeadas –por tickets de comida y entradas de fútbol, entre la Navidad de 2000 y mediados de 2001– se usaran para construir un monumento en el Parque Central de la ciudad de Mendoza. Molinelli empezó la obra, pero muy pronto la base de la escultura quedó desmantelada porque las armas destruidas, que estaban amuradas y soldadas, fueron robadas. “Supongo que era un proyecto demasiado fuerte y hubo gente que no pudo entender que las armas, que aun aplastadas eran verosímiles, pudieran servir para otra cosa que no fuera violencia”, concluyó Molinelli, en diálogo con Página/12, desde su casa en Mendoza. La anécdota, por demás significativa, tiene un final desopilante: al poco tiempo la policía le entregó a la escultora una bolsa con las armas saqueadas de su obra que habían sido decomisadas.
La primera escultura del proyecto por el desarme fue hecha por la misma Molinelli y se encuentra en exhibición desde el año pasado en el Auditorio Angel Bustelo, el mayor centro de exposiciones de Mendoza. Se llama “Pasión o muerte”. “Es un hombre que se está redimiendo. Para que no exista la muerte, el hombre tiene que admitir que existe el sentimiento de piedad; los grandes poderes no tienen piedad”, explicó la escultora, de 60 años. Molinelli ya recibió otras dos obras terminadas. Una de Heras Velasco y la segunda, Molino, de Rosemary Gerdes, quien habitualmente trabaja con madera y actualmente está exponiendo varias obras con motivos de animales en la estación de subte porteña José Hernández de la línea D. Gerdes recibió el paquete con los rezagos de armas tres semanas atrás. “Las vi y me agarró una descompostura de panza. Es muy fuerte verlas todas juntas. Tanto es así que las que no usé las envolví bien porque no las quiero ni ver”, contó a este diario. “Las armas sacan sangre y matan, y un molino da agua y vida”, resumió el sentido de su obra.
Hasta ahora fueron invitados a participar del proyecto decenas de artistas de distintos puntos del país, algunos más consagrados y conocidos que otros: Carlos Alonso, Clorindo Testa, Luis Felipe Noé, Claudia Aranovich, Betina Sor, Fabiana Barreda, Gloria Priotti, Enio Iomi, Mariana Shapiro, Nora Correas, Lidia Galego, Ricardo Daga, Eulalia Gentile Munich, Jorge Gamarra, Juan Carlos Distéfano, entre otros.
El Plan Canje de Armas fue motorizado entre 2000 y 2001 por el entonces viceministro de Seguridad de Mendoza, Gabriel Conte, que ocupó el cargo entre el ’99 y 2003 y hoy encabeza la ONG Espacios para el Progreso Social, representante argentina de una campaña internacional para el control de las armas de circulación ilegal. Con el apoyo de Molinelli, la entidad promueve la transformación de las armas en obras de arte. “Con el canje y otras que no servían y tenía guardadas el Poder Judicial obtuvimos unas tres mil armas y cerca de ocho mil municiones”, recordó Conte. La medida formó parte de una reforma más amplia para enfrentar la inseguridad, que sigue vigente. Por pedido de la Facultad de Arte de la Universidad de Cuyo, el armamento se destruyó a través de una prensa manual para que conservaran la forma original y poder así reutilizarse.Por estos días, los hierros, las culatas, los caños y las balas aplastadas esperan encontrar un destino más noble.

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Dos obras ya terminadas: Molino, de Rosemary Gerdes (izquierda), y una obra de Heras Velasco.
 
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