SOCIEDAD

Los hilos que unen al caso de Riquelme con anteriores secuestros

Los investigadores detectaron un mismo teléfono usado en el caso de Riquelme y el de Awada. Otras pistas los unen al de Miguel Latrecchiana, sucedido en enero. El gobernador Felipe Solá dijo que “hay muchos secuestros que no llegan a hacerse públicos”.

 Por Horacio Cecchi

Un teléfono, una casa en Boulogne, el secuestro del empresario textil Abraham Awada, el de Miguel Latrecchiana, hijo del dueño de un corralón de Villa Maipú, y declaraciones del gobernador Felipe Solá, quedaron vinculados ayer, de una u otra manera, al caso de Cristian Riquelme. Según hipótesis firmes de los investigadores, los secuestros fueron realizados por ex miembros de la misma banda, que operaba u opera en la zona de San Martín y San Isidro. El teléfono y la casa coinciden, según las mismas fuentes: desde allí se llamó a la familia de Awada y Riquelme. Y en el caso de Latrecchiana, la investigación va a quedar en manos de un mismo fiscal. Al margen, y cuestionando el pago de rescates –como ocurrió en el caso de Riquelme y Awada–, ayer, Solá aseguró que “hay muchos secuestros express que no llegan a hacerse públicos”. Dos horas después, rectificó lo que había asegurado. Una fuente judicial de San Martín confirmó a Página/12 que “hay un promedio de dos secuestros rápidos por mes”. De tres casos que no trascendieron, ocurridos el mes pasado, al menos en dos de ellos el rescate se entregó en la misma zona donde se hizo el pago por Riquelme.
Ya liberado Cristian Riquelme, ya vuelto a la concentración boquense su hermano Román, las derivaciones del secuestro del joven jugador de Platense se abrieron en dos aristas. La primera tiene que ver con el hilo de las investigaciones. Según anticipó este diario, el teléfono desde el que llamaron a la familia de Riquelme para negociar el rescate de Cristian corresponde a una casa de la zona de Boulogne. La vivienda estaba desocupada porque sus dueños se encontraban de viaje por Tandil. El teléfono tiene el mismo número desde el que se hizo al menos uno de los llamados a la familia del empresario textil Abraham Awada, secuestrado en agosto pasado.
A fines de septiembre, por el mismo caso se logró la detención de uno de los pesados de la banda que operaba en la zona de Villa Ballester, partido de San Martín, y también asociado al secuestro de otro empresario, en la localidad de Billinghurst, del mismo partido: Cristian “Papo” Betiga. Los rostros de Nicolás Díaz, Juan Gastiasoro y José Benito Medina dieron vueltas en los álbumes policiales y de Interpol, como prófugos.
En teoría, la banda había sido desarticulada. Pero no. Miguel Latrecchiana, hijo del dueño de un corralón de Villa Maipú, fue secuestrado el 21 de enero pasado en el propio negocio de su padre. Después de 43 horas de negociaciones al margen de la policía, tras reducir el rescate de 600 mil dólares a 126 mil, colocados por los familiares dentro de un tacho de basura de la zona de Boulogne, Latrecchiana fue liberado. En ese caso fueron detenidos dos hombres. El celular que llevaba uno de ellos tenía grabado, en su memoria, el número de la casa de otro secuestrado, a cuya familia habían llamado para negociar su rescate. Todo apunta a que ese número correspondía a la casa de Awada. Las hipótesis para resolver ambos secuestros (Latrecchiana y Awada) están tan emparentadas que, en las próximas horas, la fiscalía de San Martín decidirá reunir ambos expedientes en manos de un mismo fiscal. A esta serie de semejanzas se agrega ahora el caso de Riquelme. La coincidencia del teléfono, para los investigadores, no es poca cosa.
La otra arista de las derivaciones tiene que ver con lo político. Ayer, Felipe Solá sostuvo que comprendía “a los familiares del joven (Cristian Riquelme) al pagar el rescate. Pero sin que sea una crítica, al pagar los rescates se fomentan nuevos secuestros”. Y, acto seguido, aseguró que “me gustaría decir que fue un caso excepcional, pero no, porque hubo muchos casos de secuestros express, aunque de muy poca monta”. Poco después, el mismo gobernador corregía: “Desmiento que haya una epidemia de secuestros”.
“Lo que antes era asalto en los cajeros, ahora, con el corralito, se transformó en secuestro –reveló una fuente judicial–. Toman a alguien, y en lugar de ir al cajero, llaman a la familia para que pague. Poco, 500 pesos, o menos.” “No se debe mezclar los secuestros de poca monta, que muchas veces ni siquiera pasan por nuestras manos –dijo un investigador policial–, con las actividades de una banda grande, que pegaba fuerte, como la que secuestró a Awada. Ellos (por las jurisdicciones de San Martín y San Isidro), el mes pasado tuvieron tres secuestros que no salieron al aire. Dos hombres y una mujer.” Y, de vuelta, apareció el hilo común: “Por lo menos –reveló el investigador–, en dos de los casos, el pago del rescate se hizo en la misma zona donde pagaron para liberar a Riquelme”. En las últimas horas, los investigadores analizaban acciones en un clima de nerviosismo y euforia. “No podemos hablar de más. Pero en las próximas horas va a haber movimiento. Si tenemos éxito, vamos a estar resolviendo todos los casos al mismo tiempo.”

Compartir: 

Twitter

“Me gustaría decir que Riquelme fue un caso excepcional, pero hubo muchos secuestros express.”
 
SOCIEDAD
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.