SOCIEDAD

La inédita clausura municipal de un cementerio privado de Quilmes

Los vecinos habían denunciado que el cementerio Campo Dorado contamina la zona. Y recurrieron a la Justicia. Ahora el municipio decidió cerrarlo. Pero allí hay 1700 cuerpos enterrados. Y los deudos no saben qué pasará con ellos.

 Por Andrea Ferrari

Si es cierto eso de que los muertos se revuelven en sus tumbas, como dice el lugar común, la tierra se habrá sacudido en Quilmes. La municipalidad de esa localidad acaba de clausurar el cementerio privado Campo Dorado, que durante cuatro años funcionó sin cumplir con las normas exigidas y sin habilitación definitiva. Pero, eso sí, funcionó a todo vapor: hoy hay allí 1700 sepulturas, pese a las repetidas denuncias de los vecinos que afirman que el cementerio contamina el agua del lugar. Ahora la clausura impide nuevas inhumaciones, aunque el predio debe mantener abiertas sus puertas para que los deudos puedan visitar las tumbas. Pero a mediano plazo, si los dueños del cementerio siguen sin hacer las obras reclamadas por la autoridad provincial del Agua –el escenario más probable, debido a la magnitud y costos involucrados– entonces los 1700 cuerpos deberán ser exhumados y mudados a otro lugar. Una perspectiva que le da escalofríos a más de uno.
“Cuando nos avisaron fuimos para allá y estuvimos cuatro horas en la puerta, firmes, hasta que se realizó la clausura –cuenta Angélica Otero, una de las vecinas que más batalló contra el cementerio–. También se acercaron algunos deudos, preocupados con lo que iba a pasar con las personas que están sepultadas aquí. Vino un señor que había enterrado a su esposa hace una semana y decía que no la podían sacar. Es que este mes enterraron cualquier cantidad, se veían venir la clausura y se apuraron a vender.”
Para estos vecinos, los más cercanos al predio, éste parece ser el final de un largo camino que empezó en 1992, cuando un empresario intentó convencerlos sin éxito de que apoyaran la creación del cementerio. Después vendría una escandalosa sesión en el Concejo Deliberante, donde se aprobó la norma que abría la puerta a la instalación del cementerio en medio de gritos, huevazos y rumores de coimas.
Tal como adelantó este diario, el pasado julio los vecinos presentaron un recurso de amparo ambiental donde se reclamaba la clausura: con la representación de la Asociación Coordinadora de Usuarios, Consumidores y Contribuyentes, sostenían que además de no tener habilitación definitiva, ni haber realizado el estudio de impacto ambiental obligatorio, el cementerio “altera el medio ambiente, al provocar inundaciones que derivan en la propagación por toda la zona de residuos cadavéricos”. Y recordaban que cada vez que llueve intensamente el predio se anega y en una oportunidad hasta vieron flotar un par de cajones.
Pero si pudo funcionar tanto tiempo en condiciones irregulares y sin la habilitación correspondiente fue gracias a que tuvo un padrino de peso: el apoderado de la empresa es Carlos Coloma, quien ocupó el cargo de secretario de Hacienda durante la gestión de Fernando Geronés al frente de la municipalidad. Durante esos años, las intimaciones y denuncias contra Campo Dorado probablemente hayan tenido como destino algún tacho de basura de la municipalidad. Mientras tanto, la población del cementerio crecía.
El actual intendente, Sergio Villordo, se encontró con esta bomba de tiempo al asumir. Ahora decidieron poner las cosas en orden: “Estuvimos rastreando todos los expedientes iniciados y la autoridad del Agua de la provincia nos certificó que no existe ninguna autorización o permiso de ellos –explica Angel García, secretario de Descentralización y Gestión comunal–. Entonces se procedió a realizar la clausura. Fue una decisión bastante estudiada por los inconvenientes que significa, sabemos que los deudos ya estaban muy preocupados. Hay cerca de 1700 personas inhumadas, una cifra que superó nuestros cálculos”.
–Parece difícil que la empresa haga las obras de desagüe que le reclaman.
–Sí, es una obra muy difícil de hacer, salvo que quienes ponen el dinero decidan invertir mucho más y tener mucha menor rentabilidad. Pero si nola han hecho es porque es muy onerosa. Sabemos que habrá días movidos, porque si bien están los vecinos que ayer aplaudieron la clausura también están los deudos que sienten invadida su intimidad. Y alguna gente se siente estafada por la empresa, que sigue cobrando cuotas y expensas.
–¿Qué va a pasar entonces con las personas enterradas aquí si no se hacen nunca las obras y llega la clausura definitiva?
–Estamos evaluando las posibilidades. Una alternativa sería trasladarlas al cementerio municipal, pero es una cantidad muy grande. Otra es que la empresa haga una evacuación a otro cementerio privado.

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Durante una inundación, los cajones salieron a flote, según denunciaron los vecinos de Quilmes.
 
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