SOCIEDAD › OPINION

Proteger lo que crece

Por Hugo Yasky y Stella Maldonado*

“Por la vida, por la paz, por la justicia, por la contención”, esa consigna definida por los jóvenes que organizaron la multitudinaria marcha del miércoles por la tarde desde Viedma hasta Patagones nos interpela en un llamado al que debemos responder como adultos desde cada lugar que ocupemos en la sociedad.
Es indudable que vivimos en una sociedad que está tramada por la violencia social, política, económica, institucional. En los últimos años esta situación se ha agravado, y a las marcas que ya nuestra cultura lleva desde la última dictadura militar, se le agregan las de la miseria planificada que se cobra vidas de niños por hambre en el país “de los ganados y las mieses” del que muchos se vanagloriaban en el siglo pasado.
Los más vulnerables siempre están en los extremos de la pirámide, niños, adolescentes, ancianos. En el caso de la adolescencia, a su vulnerabilidad constitutiva se le agrega esta profunda vulnerabilidad de época.
Cómo transitarla en familias cuyo padre, cuando lo hay, está desocupado o gana sueldos de hambre, lo cual en nuestra cultura mina su función como soporte, como andarivel del pasaje a la adultez.
Cómo transitarla en una escuela que, en muchos casos, ha quedado imposibilitada de cumplir el mandato social de construir un tiempo nuevo acorde con la promesa de un futuro mejor.
Cómo transitarla cuando a través de los medios de comunicación, páginas de Internet, videojuegos, etc., se impulsa el mandato imperativo de consumir para ser, en un país en el que el 70 por ciento de los jóvenes no puede comprar lo que se propagandiza como imprescindible para ser feliz.
Eso en Argentina está quebrado.
Por primera vez en nuestra historia moderna hay una generación que está accediendo a menos derechos que la anterior. Es decir, tiene su futuro negado.
Por supuesto que a cada quien lo que le toca. Como padres, como docentes, como trabajadores, nuestra responsabilidad es además organizarnos y reclamar a los gobiernos que conducen nuestro Estado políticas públicas financiadas y sostenidas en el tiempo, para que los que crecen puedan hacerlo disfrutando de la mesa compartida en una familia que tenga trabajo y en una escuela en las mejores condiciones para aprender.
“Si no hay futuro no hay pecado”, decía un grupo punk inglés de esos que en estos días se estigmatizan y demonizan.
Desde los más diversos dispositivos de la comunicación se propone el YA, “el llame YA”. No piense, no hable, no se junte con otros a pensar qué y cómo hacer. Se han perdido las mediaciones entre el deseo y el acto.
Por eso el llamado de los chicos de la comarca Viedma-Patagones nos tiene que poner a trabajar el sentido de escuchar y hablar con nuestros niños/as y adolescentes. Reestablecer plenamente el diálogo con ellos en la familia y en la escuela.
Como adultos responsables debemos asumir la idea de la “prole universal”, en esencia cada generación recibe el legado de cuidar y proteger a la que le sucede.
La tragedia de Patagones interpela a los adultos. En lugar de buscar culpables entre los jóvenes, escuchemos qué nos están pidiendo.
* Secretario general y secretaria de Educación de Ctera.

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