SOCIEDAD › UNA JUEZA AUTORIZA A DEJAR MORIR A UN PEQUEÑO

El bebé que ya no podrá vivir

La Justicia británica autorizó, por segunda vez en este mes, a dejar morir a un pequeño que padece una enfermedad terminal. Se trata de Luke Winston-Jones, un bebé de nueve meses, que padece el síndrome de Edwards. El Tribunal Supremo facultó ayer a los médicos que tratan al niño a no reanimarlo con ventilación artificial si sufriera un deterioro en su estado de salud. Los padres no están de acuerdo con la resolución.
Según los médicos, a Luke le quedan sólo unos meses de vida. La jueza Elizabeth Butler-Sloss, que intervino en el caso, consideró que el pequeño debe tener la opción de recibir un masaje cardíaco, si es necesario, para aliviarle el dolor. “Esto debe ser una decisión clínica”, subrayó la magistrada.
El bebé padece el llamado síndrome de Edwards o Trisomía 18, que consiste en la presencia de un cromosoma adicional en el par 18, y cuyos síntomas son, entre otros, crecimiento lento, puños cerrados, retraso mental, cráneo en forma de fresa, defectos renales o malformaciones cardíacas.
La madre del pequeño, Ruth Winston-Jones, de 35 años, aceptó el jueves último ante el tribunal que su hijo está enfermo terminal y morirá, pero insistió en que no se le debería dejar morir, sin que pueda presentar batalla. También admitió que la vida de su bebé será corta y que no quiere que sufra. La jueza consideró la posición de la madre a la hora de dar su veredicto.
La magistrada siguió el precedente sentado por el caso de Charlotte Wyatt dictaminado por el mismo tribunal en este mes. En ese caso, los jueces autorizaron al hospital de Portsmouth (sudeste de Inglaterra) a que no se reanime a la pequeña Wyatt si empeora y deja de respirar, como ocurrió en otras tres ocasiones.
Los médicos habían alegado que la pequeña está “inmersa en el dolor”, que su estado es irreversible y que no superará la infancia, ya que sufre problemas cardíacos y pulmonares, y no puede respirar ni alimentarse con normalidad. Los padres de Charlotte se oponían a la posición de los médicos.
Charlotte Wyatt es seismesina y tiene once meses de vida. Nació con 500 gramos de peso y desde entonces sobrevive internada en el hospital Portsmouth. Padece serias afecciones en órganos vitales y necesita un constante suministro de oxígeno. Los pediatras que la atienden dicen que su estado de salud es muy grave. Sus padres creen en los milagros y pidieron a los médicos que hicieran todo lo posible para salvarla.
Mark Hedley es el juez del Tribunal Superior que dictaminó sobre el caso Charlotte. En un extenso fallo sentenció que la posibilidad de que la niña llegue a cumplir los 12 meses de vida es “mínima, por no decir inexistente”, y que, por tal motivo, no deberá ser sometida a un tratamiento “agresivo” que la fuerce a continuar con su vida.

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