SOCIEDAD

Una plaza para el orgullo de los gays

Con militantes católicos cuidando la catedral, los gays tuvieron su fiesta en Avenida de Mayo sin incidentes.

 Por Carlos Rodríguez

La 13ª Marcha del Orgullo Gay reunió ayer, como cada año, una bulliciosa y sonriente multitud que le puso color a la Avenida de Mayo, entre la Casa de Gobierno y el Congreso, mientras un grupo de nerviosos militantes católicos montaba guardia frente a la Catedral Metropolitana, junto con 60 policías, para evitar que el edificio se llenara de grafitis que cuestionaran el papel de la Iglesia durante la dictadura militar o la prédica del Vaticano contra la diversidad sexual y el aborto. “¡Viva Cristo Rey!”, “¡Viva la patria católica!”, fueron las consignas de los cruzados modernos, liderados por el teniente coronel retirado Emilio Nani, el mismo que devolvió la condecoración que le dio el Estado por haber combatido en el cuartel de La Tablada, en protesta por el indulto de los jefes del Movimiento Todos por la Patria. Los asistentes a la marcha les dieron la espalda a los hoscos defensores de la ortodoxia católica. En realidad, le mostraron la cola desnuda de decenas de travestis y los besos apasionados entre personas de un mismo sexo.
Un pene enorme y anaranjado, venerado como un dios pagano, abrió la marcha por la Avenida de Mayo, mientras se advertían diferencias entre las demandas de los distintos grupos de adherentes. La consigna oficial llamó a toda la sociedad a sumarse “por el derecho a la diversidad” y propició la vigencia de la “unión civil” entre personas de un mismo sexo en todo el país y no sólo en el ámbito de la Capital Federal. Otros grupos, por medio de cánticos, pidieron la libertad de las y los militantes de las minorías sexuales que fueron encarceladas por marchar contra el Código Contravencional porteño, reivindicaron a las víctimas de la rebelión popular que acompañó la caída del gobierno de Fernando de la Rúa y cuestionaron a la conducción de los principales movimientos: “Se va a acabar/se va a acabar/la burocracia homosexual”, cantaron.
Las lesbianas tuvieron una participación muy activa, que incluyó la participación de una murga que apeló a los cánticos del fútbol para consagrar el amor entre mujeres: “Soy lesbiana, es un sentimiento, no puedo parar”. Y aunque no hubo pintadas frente a la Catedral, cuyo frente fue vallado por primera vez en la historia, nadie se olvidó de la cúpula eclesiástica: “Iglesia, basura, vos sos la dictadura”, bramó la multitud en varios de los momentos en que el coro se hizo unitario.
“No los odio, desde un sentido católico, sólo les pido respeto; ¿entendés lo que es el respeto?”. El joven, rubiecito, bien vestido, fumando en pipa y con una botella de Coca-Cola en la mano, le explicó a varios periodistas, cuáles eran las razones de su presencia en el lugar, detrás del vallado policial. Era una Armada Brancaleone que hasta tuvo su comandante tuerto, el teniente coronel Nani, quien manejó los hilos de la celosa guardia civil que enarboló como bandera el pabellón blanco y amarillo del Vaticano.
“¡Qué asco! ¡Es todo contra natura!”, repitieron a cada rato los custodios de la Catedral. “Vos me vas a entender el día que tengas hijos”, bramó varias veces el rubiecito de la pipa. El clima entre los católicos era denso porque tenían miedo de un avance gay, lesbiano, transexual, travesti y bisexual, todo eso junto, sobre las paredes del lugar donde son velados los restos del cardenal Juan Carlos Aramburu, jefe de la Iglesia durante la dictadura militar.
Marcelo Suntheim, de la Comunidad Homosexual Argentina, consideró que la concentración de católicos molestos con la marcha gay se debió, en buena parte, “a una reacción fundamentalista motivada por los documentos que difundió el Vaticano exhortando a los católicos a resistir las uniones civiles y el aborto”. Despreocupados, ignorando la presencia de los custodios de la Catedral, los distintos grupos se fotografiaron durante la marcha. Los gays tenían una particular manera de lograr sonrisas para la foto. “Digan pene”, era la propuesta del fotógrafo. “Peeeneee”, era la inmediata respuesta. Las lesbianas, en sus banderas, expresaron el sentimiento general: “Ya no jugamos a las escondidas, ahora jugamos a la mancha”.

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El pene gigante y naranja fue el tótem del día.
 
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