SOCIEDAD

El artista que junta llaves para convertir
en bronce al Che Guevara

Andrés Zerneri decidió levantar un monumento al líder de la Revolución Cubana y busca juntar el material con el aporte popular. Los donantes votan dónde debería ser emplazado.

La estatua todavía no brilla, le falta el brazo derecho y mira esperanzada al techo con su cara de arcilla. “Ese es el molde, nada más”, explica Andrés Zerneri, padre de la criatura de cuatro metros que cuando esté lista va a pesar tres toneladas y va a contemplar desde su metálica eternidad el cielo rosarino. La ciudad en la que nació Ernesto “Che” Guevara es hasta ahora el sitio elegido por quienes aportan la materia prima para la obra: llaves de todas las épocas, candelabros, fragmentos de máquinas y animalitos, todo de bronce. El timbre de la casa del artista no deja de sonar. Pasan, dan su tintineante aporte, nombran la localidad para instalarlo y se van. Zerneri anota sus e-mails para informarles las novedades. Extrañado por la respuesta de su convocatoria, el artista indica que “no se aceptan donaciones de empresas ni de organismos del Estado”. Tampoco recibe dinero. Sostiene que con la producción comunitaria del monumento “se encuentran un montón de voluntades para conformar un sitio en memoria de quien fue un ejemplo de ética”.
Gabriel saca de su mochila algunos cachivaches broncíneos que deben rondar el kilo. “Es mugre que había en mi casa”, declara con desapego. Hay llaves, una hoja de árbol cóncava y demás fósiles de alguna maquinaria obsoleta. Zerneri los manosea y dictamina: es bronce. El chico de 22 años contó a Página/12 que se enteró de la iniciativa y “me dije ‘al toque voy’, junté esto y me vine. Yo soy militante, me fui a Cuba hace poco”, comenta. Allí tenía la idea de seguir sus estudios de Medicina, pero “en la universidad para latinoamericanos había un nivel muy bajo”, opina. Por eso volvió a Buenos Aires. Entre los lugares más mencionados por los donantes para emplazar a la estatua figuran Rosario primera, Córdoba segunda. Tercera, lejos, aparece esta ciudad, a la que Gabriel agregó su voto. Pero no eligió la Plaza de Mayo ni la diagonal que ahora ostenta Julio Roca y su caballo, como expresaron otros donantes. “Tiene que ir a la plaza Houssay. Muchos estudiantes de Medicina no saben que el Che era médico. Viven en un frasco, no sé cómo hicieron para llegar a la facultad”, considera antes de irse a tomar el subte para cursar.
“No creía en los monumentos”, afirma Zerneri. “Pasaba seguido por el de Roca. Capaz que por eso no creía.” Dogmático, consideraba que estas obras son un aporte a la “deshumanización” del ungido. Hasta que se convenció de que “a esos espacios hay que ocuparlos. A todos”. No obstante, es consciente de que “si le preguntáramos al Che qué opina de que se le haga un monumento, no estaría de acuerdo. Su obra no tuvo ese objetivo”. Para el artista no se trata de levantar cuatro metros de bronce con figura de líder revolucionario. Lo que él y los dueños de toneladas de llaves fuera de circulación van a hacer es sencillamente “un acto de homenaje”.
En tres semanas de convocatoria vía Internet, Zerneri reunió 80 kilos de metal. En un día recibió 150 kilos. Lleva un libro en el que asienta nombre del donante, lo donado, un e-mail para mantenerse comunicados y el voto del lugar donde debería ir la estatua. Zerneri supone que no habrá dificultades para ubicarla. “El decirle a un municipio que vas a donar una obra sustentada por un montón de voluntades, te pone menos trabas”, dice esperanzado.
Un mes atrás, con cautela, Zerneri se puso a preguntar a todos sus conocidos si sabían dónde había un monumento dedicado a Ernesto Guevara en el país. “No pensé que yo podía hacerlo. Esperaba que ya hubiera alguno. Me dijeron que había bustos, esculturas chicas y de otros materiales. No hay nada construido de esta magnitud”, asegura. Para juntar bronce, se instalarán centros de acopio en escuelas y bibliotecas de Santa Rosa en La Pampa, Rosario, en Santa Fe y en Córdoba capital.
Zerneri piensa que el surgimiento de la escultura responde a que es el momento: “Hace tres años, por hacer esto me hubieran cagado a piedrazos la casa”. Por ahora, las únicas quejas vinieron en los cuatro primeros mails que le llegaron de gente desconocida, cuyos correos electrónicos acumuló el artista a través de sus exposiciones. “Al ser las primeras cuatro respuestas, me dije ‘todo mal’. Estaban totalmente enojados. Me decían ‘si querés hacerle un monumento bancalo vos’. Otro decía que el monumento tendría sentido ‘si el Che hubiera nacido en la Argentina’. Están desinformados. Por eso opinan así.” Después, “por suerte fueron todos con buena onda”. Las llaves se pueden dejar en Cabrera 3653, en Palermo.
Pasando el dedo por los nombres de su lista, Zerneri afirma que “cuando se la inaugure, quiero estar con todos ellos. No va a haber que agradecer a una empresa o a alguien excéntrico que puso tres toneladas de bronce de una. La escultura no va a valer dinero, la hacemos con independencia”, simbolizada en cada ínfima llave. “Soy un artista y creo en este método de comunicación, en la democratización del arte. En un conjunto de cosas chicas que hacen algo importante”, sostiene.
La fundición que se encargará de cocinar las llaves para hacer al hombre “me va a cobrar con un excedente de bronce. Por ejemplo, si la estatua requiere 2400 kilos, 600 van a quedar para ellos”. El actual molde de yeso y arcilla relleno de telgopor será cubierto por una capa de caucho. Con ella se hará un segundo modelo, de cera. Sobre ella, Zerneri trabajará en los mínimos detalles. Y servirá para hacer un tercer molde, esta vez resistente a las altas temperaturas del bronce líquido. Mientras espera pequeñas donaciones que le prometieron desde Italia y Cuba, el artista mira un poco de costado a un futuro alto, como lo hace su obra. Se la imagina “no en una plaza sino en un parque. Sobre un pedestal muy alto. Tiene que ser un espacio grande, como para que se puedan hacer peregrinaciones”. Para él, “éste es el punto cero del real homenaje. Sirve para marcar jurisprudencia”.

Informe: Sebastián Ochoa.

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Desde hace un mes, el timbre de la casa de Andrés Zerneri no para de sonar con gente que lleva llaves.
 
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