SOCIEDAD › POLEMICA POR UNA LEY QUE PERMITE VENDER ALCOHOL LAS 24 HORAS

Otra pinta de cerveza para el “hooligan”

 Por Marcelo Justo
Desde Londres

La policía, los jueces y una creciente legión de diputados del Reino Unido se están levantando en armas contra la decisión del gobierno laborista de autorizar la venta de bebidas alcohólicas las 24 horas del día a partir de noviembre. En la tierra de los hooligans, el temor es que este cambio de las estrictas regulaciones horarias aumente drásticamente el índice de delitos violentos, incluyendo violaciones y peleas con y sin armas.
La desconfianza a la cultura alcohólica entre los ingleses, consistente en beber la mayor cantidad posible en la menor cantidad de tiempo, es tal que una amalgama de diputados de los principales partidos, incluyendo el oficialista, amenazó con utilizar un arcaico procedimiento parlamentario para paralizar la formalización de la ley. El líder del principal partido de oposición, el conservador Michael Howard, que en su momento dio su apoyo condicional a la ley, señaló al matutino The Times que el Reino Unido todavía no está listo para legalizar la venta de alcohol a toda hora. “Dijimos que para que esta ley entre en vigor se debía tener bajo control la cultura de la borrachera desenfrenada. Nos falta mucho para conseguirlo”, señaló Howard.
El juez Charles Harry, miembro del Consejo de Jueces, que representa a 600 magistrados de todo el Reino, cree que la medida conducirá a una inevitable explosión de violencia. “Una alta proporción de los delitos de violencia son causados por el alcohol. En el continente europeo no tienen este tipo de problemas porque existe otro tipo de cultura respecto del alcohol. La gente se sienta y bebe con tranquilidad en un café. Muy diferente a lo que pasa acá, donde todos se apelotonan en torno del mostrador pidiendo su bebida a los gritos para consumir el mayor número de galones de cerveza posible”, dijo el juez Harris. Por su parte, Peter Fahy, jefe de la policía de Cheshire, en el noroeste del Reino Unido, advirtió que los desmanes de los viernes y sábados sucederían cada noche de la semana. “Como resultado tendremos menos recursos policiales para atender los problemas diurnos y más para dedicarles a los nocturnos”, dijo Fahy. El comentario no es inocente. En el contexto de seguridad postatentados, con miles de policías dedicados a tareas de patrullaje antiterrorista, el gobierno sabe que no puede despilfarrar recursos para controlar hordas de borrachos.
Ante la avalancha de críticas, el gobierno señaló que estaba abierto a modificaciones si la nueva ley llegaba a desatar el infierno tan temido por sus opositores. El secretario de estado de Cultura, James Purnell, prometió que haría un seguimiento con la policía y el poder judicial para evaluar cómo funciona la medida en la práctica. “Si encontramos que no está funcionando, cambiaremos de política”, indicó Parnell.
Las estadísticas confirman los temores. Según los datos oficiales más recientes, casi la mitad de los delitos violentos cometidos en el Reino Unido –incluyendo violencia doméstica y sexual– se producen por exceso de consumo alcohólico. Especial preocupación existe por la cultura del binge drinking, la borrachera desenfrenada a la que aludía el líder de los conservadores Michael Howard. Esta práctica es particularmente visible durante los fines de semana.
Alcohol Concern, una ONG creada hace 20 años para elevar la conciencia sobre el problema, cree que todo forma parte de un modelo histórico-cultural muy arraigado. “Viene de la revolución industrial. Se cobraba la paga los viernes y se creó el hábito de gastar de inmediato todo el dinero en la taberna”, indicó al ABC la portavoz de la organización Anne Jenkins.La primera legislación sobre consumo alcohólico es de 1870 y fue reforzada durante la Primera Guerra para asegurar el esfuerzo bélico nacional. El horario establecido era muy rígido: de 11 a 15 y de 18 a 23. En la década del ’90 se permitió el horario corrido, pero se mantuvieron las horas de apertura y cierre.
En un artículo publicado en el matutino The Independent, la comentarista Maxine Frith describió el impacto de este tipo de horario. “A las 22.30 los parroquianos empiezan a pedir tragos como para ganarle a la hora de cierre. Si alguien tiene una pinta de cerveza, pide dos más y se apura a tomarlas antes de que cierre el local. De golpe a las 11 la gente está en la calle con un caudal considerable y repentino de alcohol en el cuerpo. No es de extrañar que haya incidentes”, señaló. Frith se encuentra entre los que creen que gran parte del problema es esta rigidez de los horarios de las tabernas. “Los problemas sociales y de salud vinculados con este tipo de cultura son muy graves. La actual ley es francamente absurda”, señaló Frith.
No son pocos los que piensan que en realidad el problema es mucho más profundo y se centra en que el carácter inglés –flemático, impasible, formal, rígido y frío– es un chaleco de fuerza que sólo se puede perforar con fluidos alcohólicos.

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