SOCIEDAD › EL CASO DE UNA PAREJA DE MUSULMANES EN FRANCIA

Boda suspendida por un velo

La novia se presentó al casamiento con el velo, pero el oficial pretendió constatar su identidad. Como ella se negó a mostrar su rostro, todo terminó a los gritos e insultos. Y no hubo boda.

Por J. M. Mart Font *
Desde París


Una joven pareja musulmana de nacionalidad francesa, que pretendía casarse en la alcaldía de la ciudad francesa de Limoges, prefirió renunciar a ello antes de aceptar que la novia mostrara momentáneamente el rostro para ser identificada.

El teniente de alcalde que oficiaba la ceremonia había pedido por favor a la futura esposa que se desprendiera del velo islámico que le cubría toda la cara, a excepción de los ojos, para cotejar su imagen con la que figuraba en su documento de identidad como indica la ley. El alcalde de Limoges, el socialista Alain Rodet, que también es diputado en la Asamblea Nacional, no escondía su sorpresa por lo sucedido. “Celebramos unas 500 bodas al año y al menos dos cada semana conciernen a ciudadanos de origen magrebí, y nunca habíamos tenido ningún problema”, señaló.

Rodet, que estaba ausente el día de los hechos, quiere dejar bien claro que “no se trata de un caso de discriminación, sino de incumplimiento manifiesto de la ley”. “Era una pareja joven y en ningún caso se puede decir que no conocieran los usos sociales o que fueran incultos; los dos tenían estudios universitarios”, relata el alcalde. “No se le veían más que los ojos, ni siquiera las cejas”, añade.

“El oficial le pidió que se descubriera para identificarla. Quería ver sus rasgos faciales y cotejarlos con los de su documento de identidad, en el que ni siquiera llevaba un pañuelo en la cabeza. Le ofreció hacerlo en una sala lateral y volver, cubierta, al salón donde se celebran las bodas.” Según Rodet, en un primer momento la pareja estaba de acuerdo. “Ella dudó un poco, pero se mostró dispuesta a hacerlo cuando el novio, que era el menos agresivo, aceptó. Sin embargo, los dos testigos estaban muy irritados. Y uno de ellos, el hermano del novio, dijo que no. Y todos se negaron.”

El teniente de alcalde pidió entonces de forma oficial la opinión del procurador de la República, que le confirmó que los novios tenían que identificarse y ser reconocidos. “Entonces salieron del ayuntamiento profiriendo amenazas e insultos”, precisa el alcalde. El regidor de esta localidad de cerca de 150.000 habitantes, famosa por sus porcelanas, evita pronunciarse sobre si en Limoges hay núcleos integristas importantes o mezquitas en las que se pronuncien sermones especialmente incendiarios. Recuerda que la ciudad acogerá una exposición itinerante sobre los tres libros de las grandes religiones monoteístas.

La obligación de mostrar la cara figura en una circular del Ministerio de Justicia del 2 de mayo de 2005 y no tiene nada que ver con la famosa ley del velo por la que se prohíben los signos religiosos en las escuelas, sino con “la lucha contra los matrimonios simulados o arreglados”. Pero no siempre las cosas son tan claras como en Limoges. Otro tipo de integristas, jugando con la ambigüedad, llegó a prohibir la presencia de testigos con la simple excusa de que llevaban un pañuelo en la cabeza. Esto es lo que sucedió el pasado mes de septiembre en Morez, un pequeño pueblo de la región de Jura. Naouel Chliah, una mujer de 21 años, tuvo que abandonar el ayuntamiento y no pudo ser testigo de la boda de su hermano Riduane por llevar la cabeza cubierta. Antes incluso de que pudiera sentarse, la adjunta del alcalde le pidió que abandonara la sala asegurando que los prohibía el Código Civil. Y el alcalde de la localidad, Jean Paul Salino, de la gubernamental UMP, defendió la decisión. Naouel Chliah aceptó ser sustituida por su hermana para no aguarle la boda a la familia, pero presentó una demanda contra el alcalde a través del Colectivo contra la Islamofobia.


* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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El uso del velo volvió a ser polémica en Francia.
Imagen: Rafael Yohai
 
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