SOCIEDAD

Playas que sólo son recuerdos

La erosión de la arena en la costa marplatense ya hace estragos. La zona más afectada es la del sur. Hay balnearios que fueron destruidos. Y otros que apenas tienen algo de playa. Las quejas de los concesionarios.

 Por Carlos Rodríguez
desde Mar del Plata

Al sur del faro de Punta Mogotes, desde San Jacinto hasta Las Brusquitas, en la ruta que lleva a Miramar, a lo largo de más de 20 kilómetros, en los últimos diez años han desaparecido entre seis o siete balnearios que fueron virtualmente arrasados por un mar cada vez más virulento. “El problema ya se veía venir a comienzo de los noventa, pero en 1997 se produjo el primer estallido. Hoy los clientes, para conseguir un pedazo de arena seca, tienen que esperar que el mar se retire para poder bajar a la playa. De lo contrario, no pueden poner ni un dedo sobre la arena.” Esteban Galera, concesionario de la playa Los Acantilados, está entre la espada que levanta el mar y la pared de piedra contra la que golpean las olas. El problema de la arena cada vez más escasa y del mar que dos por tres avanza sobre las primeras líneas de carpas, se extiende hasta el otro extremo de la ciudad, como se advierte en el balneario Perla Norte, en Constitución y la playa, y también en la zona central de la costa marplatense. En diez años, las arenas de los 24 balnearios de la bahía de Punta Mogotes se han ido encogiendo como si fueran género barato.

“En diez años, los 24 balnearios de Mogotes hemos perdido 2200 carpas y hay que tener en cuenta que nosotros reunimos el 56 por ciento de la sombra de todo Mar del Plata”, le dijo a Página/12 Luis María García, concesionario de los balnearios 21 y 24 de Mogotes. “Nosotros estamos ahora tratando de terminar con un preconcepto que dice que la zona de la bahía es una zona de acumulación de arena. Si alguna vez lo fue, ya no lo es”, sostuvo García. Como testimonio de decir verdad, muestra dos vistas aéreas, una tomada a comienzo de los noventa y otra en el 2000. Las fotos corroboran el brusco enflaquecimiento de las playas de Mogotes, sobre todo a la altura del balneario del Automóvil Club. “Cuando viene la sudestada, el mar puede llegar a avanzar hasta las primeras diez líneas de carpas y eso nos perjudica a todos”, afirmó García.

En el otro extremo de la ciudad, Jorge Riccillo, concesionario del balneario Perla Norte y presidente de la Cámara de Balnearios, le muestra a este diario las grietas que el mar abrió, en los últimos tiempos, sobre la base y también sobre la parte más alta del enorme murallón que impide que las aguas inunden la avenida costanera. “En toda esta zona, durante la gestión de (Eduardo) Duhalde como gobernador bonaerense, se hizo un trabajo de refulado, por medio de dragas y caños que se internaban hacia el mar para hacer de conductos que facilitaran la llegada a las playas de los bancos de arena profundos que arrastran las olas.”

Ese trabajo, según Riccillo, “dio buenos resultados y las playas se estiraron bastante, pero como después no hubo ningún tipo de mantenimiento, tal como recomiendan los técnicos, la tendencia no se mantuvo y hoy estamos en una situación muy difícil, en toda la costa marplatense”. Sobre ese punto, Luis María García insistió en que Mogotes “no fue tenido en cuenta en aquella ocasión porque, como se decía entonces, nosotros éramos una zona de acumulación y no necesitábamos de esas técnicas. La realidad hoy nos demuestra todo lo contrario”.

Si bien García y Riccillo cuentan con argumentos importantes, en la zona de los acantilados, al sur de la ciudad, poco antes de llegar al complejo turístico de Chapadmalal, el panorama es desolador. Como prueba quedan los restos de lo que fueron los balnearios Juan Salvador Gaviota y Costa Azul. El mar destruyó toda la base de hormigón y las escaleras de concreto, que bajaban hasta la playa desde la parte superior de los acantilados, quedaron hechas trizas, como si fueran de telgopor. En distintos lugares de la costa, los concesionarios –muchas veces sin tener en cuenta si eso perjudica o no a los empresarios vecinos– han levantado escolleras con pesadas piedras, para que allí se acumule y se quede la arena que el mar arrastra, todo el tiempo, de sur a norte.

En el Mirador Acantilados, un lugar hermoso y tranquilo como pocos, el surfista Ariel Cáceres le contó a este diario que el de ayer fue un día excepcional para la zona “porque bajó la marea y tuvimos unos metros de playa. Lo habitual es que el mar pegue contra el murallón de piedra y no exista la menor posibilidad de tomar sol sobre la arena”. El mar, producto del cambio climático, arrastra piedras enormes que se acumulan en forma paralela a la línea del mar. De hecho son escolleras caprichosas e inservibles, en cuanto a la función de acumular arena.

“Estos lugares son el paraíso. Hay muy pocas zonas tan tranquilas, tan bellas y tan agrestes en Mar del Plata. Es una vergüenza que nadie se haga cargo, que nadie intervenga para hacer lo que corresponda.” Rosa y Pedro, vecinos de la localidad bonaerense de Martínez, veranean siempre en la zona de los acantilados y quieren seguir haciéndolo. Ayer, el gobernador de la provincia, Daniel Scioli, estuvo en Mar del Plata y se reunió con todos los intendentes de la costa para tratar del tema de la erosión “que nos preocupa a todos porque nos está dejando sin la arena, un recurso fundamental para el turismo”. Hay un plan de salvataje anunciado, pero todavía no se ha dado ningún paso cierto hacia su ejecución.

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