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Shakespeare X KARL MARX Y FRIEDRICH ENGELS

 Por Karl Marx y Friedrich Engels

Si los sentimientos, pasiones, etc., del hombre no son sólo determinaciones antropológicas en sentido [estricto], sino afirmaciones esenciales (naturales) verdaderamente ontológicas; y si sólo se afirman realmente por el hecho de que su objeto es sensorial para ellas, se entiende así, 1. que la forma de su afirmación no es en absoluto una y la misma sino más bien que la forma diferenciada de la afirmación construye la peculiaridad de su existencia, de su vida; la forma, como el objeto para ella, es la forma particular de su goce; 2. allí donde la afirmación sensorial es la superación inmediata del objeto en su forma independiente (comer, beber, trabajar un objeto, etc.), es esto la afirmación del objeto; 3. en tanto el hombre es humano, por ende, su sentimiento también es humano, etc., la afirmación del objeto es a través de otro objeto; asimismo, su propio goce; 4. recién por medio de la industria desarrollada, es decir, por medio de la mediación de la propiedad privada, la esencia ontológica de la pasión humana se transforma tanto en su totalidad como en su humanidad; la ciencia del hombre es entonces un producto mismo de la autoactividad del hombre; 5. el sentido de la propiedad privada –desprendido de su alienación– es la existencia de objetos esenciales para el hombre, tanto en cuanto objeto del goce como de la actividad.

El dinero, en tanto que posee la propiedad de comprar todo, en tanto que posee la propiedad de apropiarse de todos los objetos, es, en consecuencia, el objeto en sentido eminente. La universalidad de su propiedad es la omnipotencia de su ser; por eso, vale como ser todopoderoso... El dinero es el alcahuete entre la necesidad y el objeto, entre la vida y el medio de vida del hombre. Pero lo que me transmite mi vida, me lo transmite también la existencia de los otros hombres para mí. Esto es para mí el otro hombre.

“¡Qué diantre! Tuyos son, sin duda, manos y pies, cabeza y trasero; pero todo aquello de que yo disfruto buenamente, ¿es menos mío por eso? Si puedo pagar seis caballos, ¿no son mías las fuerzas de ellos? Corro así velozmente y soy un hombre verdadero y cabal, como si tuviera veinticuatro piernas.”

Goethe: Fausto (Mefistófeles)

[Gabinete de estudio. Fausto y Mefistófeles.]

Shakespeare en Timón de Atenas:

“¡Oro! ¡Oro amarillo, brillante, precioso! ¡No, oh dioses, no soy hombre que haga plegarias inconsecuentes! Muchos suelen volver con esto lo blanco negro; lo feo, hermoso; lo falso, verdadero; lo bajo, noble; lo viejo, joven; lo cobarde, valiente. Esto os va a sobornar a vuestros sacerdotes..., va a retirar la almohada de debajo de la cabeza del hombre más robusto; este amarillo esclavo va a fortalecer y disolver religiones, bendecir a los malditos, hacer adorar la lepra blanca, dar plaza a los ladrones, y hacerlos sentar entre los senadores, con títulos, genuflexiones y alabanzas. El es el que hace que se vuelva a casar la viuda marchita y el que perfuma y embalsama como un día de abril aquella ante la cual entregarían la garganta, el hospital y las úlceras en persona. Vamos, fango condenado, puta común de todo el género que siembras la disensión entre la multitud de las naciones.”

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