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“Era re-serio y obediente”

“¿Qué te puedo decir?, el Eze era un pibe tranquilo. Todo lo que hacía era trabajar con el padrastro y estudiar”, decía Jacqueline, una conocida de la familia, mientras miraba con terror las densas aguas del Riachuelo. Amigos, familiares y vecinos del chico coincidían: a pesar de sus escasos 19 años, Ezequiel Demonty siempre llamó la atención en el barrio por la seriedad con que se tomaba las cosas. “Imaginate, ya estaba juntando plata para casarse. Y si dejó el colegio fue sólo para ayudar a sus papás y a sus siete hermanitos”, aseguró su prima Andrea.
Las calles del barrio Illia, lindante con la villa de emergencia del Bajo Flores, estaban convulsionadas. Contaron que era la primera vez que Ezequiel iba a bailar. “Nunca fue de salir. No tomaba ni se drogaba, no hacía nada de eso. Con decirte que a mí me sorprendió cuando mi papá me vino a avisar lo que había pasado. Me costaba creer que hubiese salido hasta tan tarde”, contó a Página/12 su hermano mayor, Félix.
La familia de Ezequiel viene de pasar por momentos difíciles. En noviembre del año pasado uno de sus hermanitos, Lucas, de 11 años, falleció de leucemia. Además, cuando él apenas tenía dos meses su padre murió en un accidente navideño. Hoy su familia está compuesta por su padrastro Rodolfo Suárez, su madre Dolores Sigampa y sus hermanos, seis varones y una chica de 15. Todos menos Félix y Ezequiel viven desde hace 14 años en una casa humilde de una planta y media del Illia. Ezequiel se mudó hace un mes a lo de su novia, con quien planeaba casarse en poco tiempo, siguiendo los pasos de su hermano Félix. “¿Te das cuenta? Así nos crió mi mamá. Y él siempre fue un pibe re-serio y obediente”, agregó el hermano.
“Era el último chico que podíamos esperar que le hicieran esto. Se la pasaba en su casa, en el trabajo o en la iglesia”, contó otra vecina, hermana de uno de los chicos que había ido a bailar con Ezequiel. De hecho, Ezequiel asistía todos los jueves, sábados y domingos a una iglesia evangelista de la zona. Y trabajaba junto con su padrastro en un galpón que éste levantó para dedicarse a la compra-venta de cartones y papeles. “También tocaba mucho la guitarra eléctrica con sus amigos de la iglesia. Los domingos venía con nosotros a ver a Chicago, porque nos criamos en Mataderos”, contó su otro hermano mayor, Leonardo (20), y concluyó: “Sólo espero volver a la cancha con él”.
Producción: Darío Nudler

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