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El otro santo argentino y el beato Ceferino

El primer santo oficializado por el Vaticano y nacido en Argentina es San Héctor Valdivielso Sáez, también conocido como San Benito de Jesús (1910-1934). Llevado por sus padres a España a los cuatro años para realizar sus estudios como seminarista, más tarde fue ejecutado durante la Revolución de Asturias, previa a la Guerra Civil. Fue beatificado el 29 de abril de 1990 por el papa Juan Pablo II y canonizado el 21 de noviembre de 1999 por el mismo pontífice. En sus años astorganos, Valdivielso se centró en la labor educadora y apostólica. Aun en los recreos jugaba al fútbol y sus alumnos lo llamaban “el argentino”. Alejado de partidismos y banderías, estuvo preso y fue fusilado cuando tenía 24 años. La Iglesia lo consideró mártir y diez años después abrió su proceso de canonización.

Por su parte, el beato Ceferino Namuncurá, considerado “Apóstol de los Indios”, permanece “en gateras”. Nacido en 1886 en Chimpay, en el valle del Río Negro, fue el último hijo de una dinastía que dominaba el imperio de las pampas iniciada por su abuelo Calfuncurá, a quien se le adjudicaban poderes sobrenaturales. La corta vida de Ceferino transcurrió durante la llamada Campaña del Desierto, llevada a cabo por el general Roca en el inmenso territorio del Sur habitado casi exclusivamente por indígenas, para quienes los salesianos establecieron un plan de conversión. Durante su estancia en Roma y con la salud muy deteriorada, Ceferino murió a los 19 años. Sus restos volvieron al país en 1924 y reposan en Fortín Mercedes, cerca de Bahía Blanca, donde peregrinan cientos de fieles para solicitar su benevolencia y cumplir promesas. Fue beatificado en 2007, pero todavía no llegó a ser proclamado santo.

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