SOCIEDAD › INCERTIDUMBRE Y CAMBIO DEL PERFIL TURISTICO

Regateando junto al mar

 Por Alejandra Dandan

El primer día real de temporada es un caos. Desde hace un rato, sobre Belgrano, una de las calles céntricas de Mar del Plata, pasan unos pocos turistas buscando ahorrar de cualquier modo. Las compras se hacen con tarjeta de débito o no se hacen, y los alquileres se pagan en tres cuotas, una por semana. Así empieza todo el verano en la ciudad donde los operadores turísticos han comenzado rezarle a sus santos para levantar la caída del 40 por ciento en la demanda general de servicios. A pesar de este panorama, existen algunos movimientos alentadores. Por primera vez en años, las inmobiliarias tienen buena demanda de alquileres por quince y treinta días. Esta tendencia empieza a desplazar ese estilo de turismo de fin de semana que se había consolidado en los últimos años y responde a la presencia de quienes planeaban partir hacia Brasil o Uruguay, pero el corralito los dejó en estas costas.
Sergio Deprez es uno de los más ansiosos. Habla por teléfono, tacha nombres, vuelve a cargarlos y se enoja ahora con un cliente que le debe 800 pesos y quiere pagarle 650, pero en dólares. “Me estás apurando –le dice–. Yo todavía no quiero limosnas, todavía no las necesito.” Este operador inmobiliario está al frente de Estudio 1, una de las inmobiliarias de la Costa que se ha sumado a la propuesta de bajar hasta 10 por ciento los alquileres que desde hacía cinco años no se movían. En su caso, la apuesta fue todavía mayor, en lugar de 10, los bajó un 20. Pero no es el único al que le piden rebajas. Enfrente, los empleados de Gonet ceden hasta 30 pesos de rebaja frente a toda esa gente que llama, pregunta y hasta quiere pagar en australes. “Acá vienen con patacones, Lecops, tarjetas y poco falta para que aceptemos hasta papel de diario”, dicen.
Miguel Angel Donsini, el presidente de la Cámara de Martilleros, asegura que la ocupación está casi al 40 por ciento, 30 por ciento menos que el año pasado. Por eso mismo, muchos consideran que la temporada no arrancará hasta la próxima quincena y será fuerte, tal vez, en febrero. “Cuando mucha de la gente reciba finalmente sus aguinaldos”, explica Donsini entre angustiado y soportando, también él, esas largas colas en los bancos que le quitan a estas extensiones de playa la idea del verano. “Esta mañana nos parecía que sólo una bola de cristal podría darnos una idea cierta de hacía dónde vamos”, explicaba más temprano una fuente del Ente de Turismo después de una reunión de emergencia convocada por el organismo. Es que hasta el corralito, las inmobiliarias de la ciudad venían operando mejor que años atrás. En ese momento todo quedó parado.
En Estudio 1, el corral y la crisis institucional anuló reservas y dejó en el aire hasta a un 30 por ciento de las operaciones. La gente que llamaba quería pagar en crédito y con tarjeta, pero en pesos y no en dólares: “Yo las aceptaba –dice el dueño–, pero acá las que no quieren son las tarjetas”. Las tarjetas de crédito no aceptan este tipo de financiamiento que para la ciudad es esencial: hasta ahora la mayor parte de los turistas solía pagar sus vacaciones como un electrodoméstico, en doce cuotas y sin intereses. Ahora, el cambio se convierte en un atentado. Y los que siguen adelante las vacaciones se encuentran con otro problema: los bancos. “Mirá si me voy a hacer una cola de seis horas para depositarte la reserva”, le han contestado a Deprez sus clientes remotos que ahora lo obligan a establecer planes de reserva sin garantías de pago.
En la encrucijada general hay algunas perspectivas que a pesar de todo van quedando más claras. El Ente de Turismo empezó a notar con cierto alivio un cambio en el tiempo de estadía. A ese fenómeno incipiente lo llaman turismo de “intrasemana”. Hasta el año pasado, en la costa se consolidaba como tendencia las escapadas de fines de semana. Ahora esto empezaría a modificarse. Como nunca, la gente que llega pide casas porquince días y hasta por un mes completo. Ese universo que hasta el año pasado no era más que el 2 por ciento, en estos días ha alcanzado hasta el 20 por ciento de la demanda. Este turismo de tiempo prolongado hacía muchos años que no se quedaba en el país: muchos habìan contratado viajes a Brasil o al Uruguay.
La tendencia general se empezará a conocer realmente el lunes. Los que saben aseguran que después del 6 de enero comienza realmente la temporada. Esto es un clásico entre los expertos en turismo. Pero ahora, nadie espera a los Reyes. Sólo se esperan los anuncios sobre el plan económico del nuevo presidente. Una devaluación acorralaría a los veraneantes al territorio nacional. Pero, dicen por acá, “nadie va a querer endeudarse para pasar el verano”.

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