SOCIEDAD › CAMBIO EN LA ACTITUD DE LOS PACIENTES EN LAS FARMACIAS

“Ya sé que puedo comprar más barato”

Eduardo entró, se plantó delante del mostrador y pidió el remedio más económico. “Antes pedía directamente la marca, pero ahora sé que se puede comprar más barato”, explica. Como él, muchos porteños hacen valer sus derechos y exigen a los farmacéuticos que les den un medicamento más acorde al bolsillo. Sin embargo, todavía no hay demasiados cambios en las recetas porque los profesionales continúan prescribiendo por nombre comercial y, a lo sumo, agregan la mención a la droga. Pero algunos farmacéuticos se resisten a entregar medicación de laboratorios poco conocidos porque dicen que los consideran “poco confiables”.
En la farmacia de 9 de Julio y Belgrano bastan diez minutos para darse cuenta de que los clientes están acostumbrados a pedir los remedios que más le convengan a su economía, sin resentir su salud. “Con el producto que compré, ahorré un 20 por ciento y sé que el efecto es igual que el del producto más conocido”, dice Eduardo. Carlos, el farmacéutico, cuenta que “a pesar de que los médicos siguen recetando como siempre, la gente consulta cuál es la opción más barata”.
Ni el usuario ni el profesional ven con buenos ojos la postura de los laboratorios, que ayer salieron con todo contra la implementación de la política de genéricos. “Es que les están rompiendo el mercado, sobre todo a los laboratorios grandes que cobraban un precio excesivo por ser famosos”, opina Carlos. En apenas un rato, otras dos personas solicitaron un tranquilizante y un antihistamínico de mejor precio que los más publicitados del rubro. “Si la gente que todavía tiene un mínimo poder adquisitivo se cuida en el gasto, ¿qué queda para un desocupado?”, se pregunta el farmacéutico.
La farmacéutica del local ubicado a la vuelta de Tribunales tiene sus dudas respecto a la política de genéricos. “Las marcas de reemplazo deben ser confiables y eso es muy difícil de saber en Argentina porque no hay tests de bioequivalencia”, sostiene. Según su experiencia, las marcas de laboratorios que no se conocen “no se llevan mucho y además las grandes compañías también bajaron sus precios para adecuarse a la realidad”.
“Pululan laboratorios que no sabemos si hacen los controles correspondientes –se queja–. Entonces, si te doy un producto para la angina y no te cura, vas a venir en una semana a preguntarme porqué no dio resultado.”
Mary está indignada por la solicitada de los grandes laboratorios. “¿De dónde sacaron que no hay genéricos? Eso es mentira”, dice. Y asegura que a su farmacia llega mucha gente que se cuestiona si comprar o no un remedio diferente al que le recomendó su médico. “Al verlos dubitativos, uno tiene que ayudarlos a decidir porque tal vez se van sin lo que necesitan porque no lo pueden pagar”, señala. Además, destaca que la mayoría de las obras sociales aceptan este sistema y que en los últimos tiempos algunos médicos han añadido el nombre de la droga a la marca comercial en la receta. Para Ricardo, un usuario militante: “La industria farmacéutica tiene que hacer algo que no hizo jamás: invertir para reducir los precios en vez de endulzar a los médicos y gastar en campañas de marketing”.

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